Economía católica

¿Una Economía católica?

Es claro que pocos están satisfechos con los sistemas económicos predominantes en el mundo. Y esos pocos satisfechos lo son por razones dogmáticas. Los socialistas insisten en dar control al Estado sobre la economía: cuanto más control, mejor. Se niegan, por razones dogmáticas, a ver que el control estatal ha demostrado ser ineficiente y que no hay evidencia de que los países sean más prósperos entre menos libertad tiene la iniciativa privada. Por su lado, los capitalistas quieren un mínimo de participación estatal, devolver impuestos a los capitalistas y se niegan a ver que, aunque esto genera riqueza, también genera concentración de poder económico en unos cuantos y en grandes monopolios, que son ineficientes.



Sí, hay ejemplos de combinaciones exitosas. El enfoque alemán: una economía social de mercado que le ha llevado a ser la economía más exitosa de Europa y tener una mejor distribución de la riqueza. Los suecos, con amplios períodos de gobiernos socialistas, han dejado el manejo de la economía al sector privado, al grado de permitir en algunos casos que los ministros de economía sean nombrados por las asociaciones empresariales. Pero estos casos son cuestionados por los expertos en sistemas económicos.

Hace ya más de 125 años la primera encíclica social, la Rerum Novarum, señaló las fallas del socialismo y del capitalismo. Sin tratar de imponer un sistema en particular, señaló la necesidad fundamental de toda economía sana: poner a la persona humana en el centro de la economía, es decir, la economía al servicio de la persona y no la persona al servicio de la economía. De ahí nacen intentos de crear nuevos sistemas económicos. G.K. Chesterton e Hilaire Belloc escribieron e impulsaron un sistema basado en la Rerum Novarum, al que llamaron Distributismo. Según este sistema, la propiedad de los medios de producción debe estar lo más distribuida posible, en pequeñas empresas y empresas familiares, en lugar de concentrar los medios de producción en el Estado o en las grandes empresas. Algunos le atribuían el lema: “Todos propietarios, no proletarios”. En México este sistema inspiró algunos conceptos del Sinarquismo y, en alguna medida, está detrás de los conceptos del poeta e intelectual católico Gabriel Zaid que en un libro titulado “El progreso improductivo” demuestra que la inversión en empresas pequeñas genera más riqueza, más rápidamente y con mayor eficiencia que las grandes inversiones estatales y privadas.

Más recientemente se han hecho otras propuestas. La llamada “Economía de Comunión”, propuesta por Chiara Lubich en 1991, tiene un enfoque distinto. En este sistema las utilidades generadas por la empresa se comparten en nuevas empresas y con los necesitados. Busca cambiar la cultura consumista por una cultura de dar. El concepto de la Economía de Comunión ha sido continuado por los Focolares y según distintas fuentes ya existe en 700 u 800 empresas.

Otro concepto es el Asociacionismo, inspirado en diversas experiencias, por ejemplo, las de los Consorci italianos que han logrado que empresas pequeñas se asocien para tener economías de escala y poder competir globalmente. Como ocurre, por ejemplo, en las industrias del mueble y del calzado italianas, donde obtienen ventajas al compartir diseño, compras, mercadotecnia y gastos de tráfico y buscan especializarse para tener costos más bajos que si trataran de tener todos los productos a la vez.

Posiblemente nunca lleguemos al sistema de economía que le podamos llamar la única opción católica. Y probablemente no es deseable, Pero si es muy importante que los católicos, en particular los laicos católicos, debemos tener esos temas como algunos de los asuntos más importantes: encontrar soluciones para sistemas económicos que, satisfaciendo las necesidades de la sociedad, estén dando su lugar a la persona humana. Qué es lo que han pedido pensadores católicos y el magisterio de la Iglesia. Y esto es claramente un tema de seglares. A nosotros nos toca, no a los clérigos, porque tenemos la responsabilidad de ordenar la sociedad según los principios cristianos. Y es tarea de todos: no solo de técnicos y estudiosos, sino también de empresarios, empleados y trabajadores, así como del conjunto de la sociedad, puesto que entre todos formamos el Mercado.

En el próximo Encuentro Juntos por México, en los eventos del sábado 7 de octubre tendremos la oportunidad de participar en dos módulos conformados por una charla y un taller sobre estos temas. Uno de ellos, sobre el tema de Economía de Comunión y del otro sobre Asociacionismo, en particular sobre el caso Red Yucatán. Una oportunidad para profundizar sobre estos asuntos y darnos cuenta de que no tenemos por qué aceptar otros modelos de economía que han demostrado ampliamente que tienen fallas importantes. No hay que perdérsela.

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