¿Un sucesor para el Cardenal Rivera? ¿Varios sucesores? ¿Ningún sucesor?

Desde la renuncia ya programada del Cardenal Norberto Rivera, se han desatado especulaciones: hay un análisis con tintes políticos sobre su sucesión. Al usar un método sociopolítico las especulaciones omiten varios puntos cruciales. Y por eso, muy probablemente, no se cumplirán.



Hay un poco de todo. Quienes analizan la sucesión en términos de balances de fuerzas, de grupos de obispos, muchas veces imaginarios. De relaciones y querencias en la Santa Sede. Como si fuera el nombramiento de un político que se da en términos de las fuerzas dominantes. Y así son las especulaciones: que si tal obispo tiene muy buenas relaciones en el Vaticano, que si ha dirigido comisiones episcopales, que si ha presidido la Conferencia Episcopal, que si tiene tal o cual grupo de obispos que lo apoyan.

Esto ignora un punto crucial. El Arzobispo Primado no es el representante de los obispos mexicanos. No tiene un poder sobre ellos ni representa al Papa ante ellos. En la estructura de la Iglesia, cada obispo responde personalmente al Papa. No hay un sistema representativo.

El criterio que está faltando en este análisis es el que, en mi opinión, es el fundamental: el pastoral. Y más en el pontificado del Papa Francisco. Se elegirá, estoy seguro, el obispo que esté mejor preparado, con mayor experiencia en la pastoral para una ciudad muy difícil desde ese punto de vista. Una de las diócesis más grandes y diversas del mundo. Tanto, que ha sido necesario tener ocho obispos auxiliares al frente de otras tantas vicarías de pastoral.

¿Cómo asegurar una mayor cercanía entre Los fieles y su pastor? No es solo un tema de personas, también es un tema de estructura. ¿Sigue siendo útil la estructura de la pastoral de esta arquidiócesis? Este concepto, si no estoy equivocado, fue creado por el Cardenal Darío Miranda a raíz de la Gran Misión de la Ciudad de México en 1962. Ahí se crearon vicarías y decanatos como una estructura adicional para facilitar la pastoral. Hoy, 55 años después, pudiera ser que esta estructura necesite cambiar.

Es posible que haya un sucesor y se conserve esta estructura. También pudiera ocurrir que se creen tres o cuatro diócesis, cada una con su obispo, para atender a esta arquidiócesis gigantesca. O bien, puede ocurrir que los obispos auxiliares se conviertan los obispos de ocho diócesis independientes, sin que haya propiamente un sucesor para el Cardenal Rivera. El criterio, supongo una vez más, será el pastoral. Cada opción tiene pros y contras. Habría que crear nuevas curias diocesanas, pero a la vez sería más fácil la toma de decisiones y, sobre todo, la cercanía del Pastor con su pueblo.

Por otro lado, debemos tener claro que esto no es una campaña o precampaña al estilo político. Si hay algún momento en que debemos hacer honor al título de fieles, es ahora. En este contexto ser fiel significa también aceptar que el nombramiento del nuevo o nuevos pastores será inspirado por el Espíritu Santo, a través de un pontífice que se ha ganado el aprecio y cariño de los mexicanos, aunque haya algunas minorías que no lo vean así por diversos motivos. Y tenemos muy buenas razones para saber que el Papa Francisco quiere mucho a esta Iglesia de la Ciudad de México y tomará esta decisión con sabiduría, recogiendo los mejores consejos y la mejor información disponible. Y a nosotros nos toca aceptar con fidelidad, confianza y entusiasmo esta decisión. Porque, de fondo, en quién confiamos es en Cristo nuestro Rey, que nos dará buenos pastores.

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