En medio de los múltiples acontecimientos políticos del final del 2022 y principios del 2023, una decisión de la mayor importancia ha pasado prácticamente desapercibida: el aumento del salario mínimo general para el año 2023. Un tema importante para la economía del país y también un asunto que causa fricciones en el tratado T-MEC, donde empresas de Canadá y Estados Unidos, así como los sindicatos de esos países, han acusado a nuestro país de hacer una competencia desleal en base a una mano de obra exageradamente barata.
Es importante revisar el historial del salario mínimo general. Al principio del año 2018 el salario era de 88.40 Pesos por día. A partir del año 2023, este salario se fijó en 207 pesos por día, un aumento de 134 %, muy superior al crecimiento de la economía en esos 5 años y por supuesto mucho mayor que el incremento de la inflación en el mismo periodo. Por otro lado, el salario mínimo en la zona fronteriza, que también era de 88.40 pesos por día pasó a 312.40 pesos, 253% en ese mismo periodo. Un aumento mucho mayor, que toma en cuenta la diferencia entre ambos lados de nuestras fronteras.
Es un hecho muy conocido que nuestro país ha tenido, por demasiado tiempo, salarios bajos sobre todo en lo que toca a los trabajadores poco calificados. Esa diferencia se ha vuelto verdaderamente insostenible. No hay una razón lógica para que los salarios mínimos en nuestro país sean inferiores a los que se perciben en Guatemala, Belice, Costa Rica e incluso en Ecuador, uno de los países sudamericanos de bajos ingresos. Países todos que tienen un ingreso del PIB per cápita menor que el que tenemos en nuestro país.
Como era de esperarse, hubo algunas protestas por parte del sector privado: en particular la Coparmex, (Confederación Patronal de la República Mexicana), quien se quejó de que es un aumento demasiado rápido en los salarios mínimos y propuso que en lugar de un aumento del 20% para el 2023, el aumento quedara en 15%. Finalmente, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos acordó aceptar la propuesta presidencial.
El argumento más importante en contra del aumento demasiado rápido del salario mínimo es el impacto que éste puede tener en la inflación. Un tema que es atendible. Sin embargo, en los aumentos de los años pasados, que fueron ligeramente superiores al 95% entre el año 2019 y el año 2022, no tuvieron dicho impacto. De hecho, el aumento de la inflación de julio de 2018 a diciembre de 2022 fue poco más del 26.5%, mientras que el aumento, ya mencionado, del salario mínimo, fue muy superior en esos mismos años. Dicho de otro modo, el aumento en el salario mínimo no tuvo un impacto fuerte en el índice inflacionario.
Por supuesto, estos incrementos tienen un impacto importante desde un punto de vista clientelar, pero también lo tienen en un cierto impulso para la economía del país. Cierto: si la población o una parte importante de ella tiene mayor ingreso, puede ocurrir que la demanda crezca con mayor rapidez que lo que crezca la oferta. Lo cual en principio provocaría inflación, siempre y cuando las empresas no estuvieran en posibilidad de aumentar rápidamente su capacidad productiva. Lo cual en un país donde la inmensa mayoría de las empresas trabajan solamente uno o dos turnos, el límite no estaría en la capacidad productiva sino posiblemente en el crecimiento de la población debidamente preparada para aumentar la producción en condiciones competitivas.
Otro tema de fondo es el hecho de que no podemos seguir manejando nuestra economía en base a pagar salarios bajos como una ventaja competitiva. Claramente en esto hay un tema de ética. Es cierto que la inmensa mayoría de la población no gana el salario mínimo, pero también es cierto que los demás aumentos salariales generalmente tienen como tope el asignado para dicho salario. Cuando percibimos un malestar social, qué hace que una parte importante de la población busque soluciones populistas, y otra parte importante esté buscando emigrar a Estados Unidos o Canadá, esta diferencia tan importante en los salarios es buena parte de la explicación.
En conjunto, el aumento del salario mínimo con todos sus posibles efectos es una medida que beneficia a una parte importante de la población. Y si esto está beneficiando a la administración actual, es porque la oposición no ha tomado una postura política adecuada en este aspecto.
Una historia, ya antigua, en este aspecto de los aumentos de los salarios, ocurrió en 1914. Henry Ford, el fundador de la empresa automotriz que lleva su nombre, decidió aumentar el salario mínimo en su empresa, de 2.50 a 5 USD por día, dólares de hace más de 100 años. Su argumento tuvo algo de sentimental: el señor Ford dijo que le parecía injusto que sus obreros no pudieran pagar el costo de los autos más baratos que producían, y el quería que cada obrero tuviera un auto FORD. El tema causó un gran revuelo: en Wall Street acusaron al señor Ford de ser un comunista. Pero dado el liderazgo de este empresario, el hecho de que era admirado por el sector empresarial y se le consideraba un icono de la industria de los Estados Unidos, hubo otras empresas que empezaron a seguir su ejemplo y la economía de los Estados Unidos tuvo un impulso importante en base a esta decisión.
¿Ocurrirá algo así en México? Lo dudo. Si la propuesta del aumento salarial hubiera procedido del sector privado, posiblemente hubiéramos tenido un efecto parecido. No ha ocurrido así y en todo caso el beneficio político lo tendrá la 4T. Pero es un tema importante. No podemos seguir posponiendo indefinidamente la mejora del poder adquisitivo de la población. Como no podemos mantener por más tiempo el bajo nivel educativo de la población obrera y campesina. No debemos seguir teniendo salarios mínimos inferiores a los que se ganan en Norteamérica e incluso en Centroamérica. Por razones económicas, pero sobre todo por motivos de ética empresarial.
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