El escándalo de la semana ha sido el proceso de recabar firmas de apoyo para los candidatos independientes. El procedimiento ha sido visto como muy ineficiente por culpa de una aplicación para registrar firmas, misma que no ha sido de lo más fácil de usar y por otro lado el número de firmas que hay que recabar, que se ve como excesivo. La crítica, por supuesto, ha recaído sobre el Instituto Nacional Electoral (INE), mismo que ha sido severamente vapuleado en estas últimas semanas. La respuesta del INE ha sido ofrecer algunos “parches” a la multicitada aplicación y aumentar en 7 días el tiempo para recabar las firmas necesarias.
Las críticas, por supuesto, han seguido. Falta ver si la aplicación verdaderamente es más eficiente. Por otro lado, si en 120 días no se ha logrado el número requerido de apoyos, tener 7 días más no hará mucha diferencia.
El tema tiene otro ángulo. ¿Es suficiente el tiempo asignado para recabar las firmas? Pongamos, por ejemplo, el caso de la candidata puntera: Margarita Zavala. De acuerdo con los datos del INE al 8 de noviembre, ella tenía 27,157 auxiliares recogiendo firmas. En los 120 días que tiene para recoger un millón de firmas, cada auxiliar debería recoger al menos una firma cada tres días. Difícil, pero no imposible. Claro, la cuestión es otra. En 20 días de recolección, sus auxiliares han recogido poco menos de 90,000 firmas. A este paso, doña Margarita obtendrá solo un poco más de 500,000 firmas. Pero, por otro lado, solo el 14% de sus auxiliares han registrado firmas. Si todos hubieran respondido igual, ya habrían alcanzado las 500,000 firmas en 20 días.
O sea que el problema no es la aplicación, el plazo ni el número de firmas a recabar. El tema es la organización y el empuje de los auxiliares, como se llama a los encargados de la recolección de firmas. Y esto es un tema de estructura. Si los candidatos independientes no pueden crear la organización necesaria para recoger una firma cada tres días por auxiliar, menos tendrán la estructura requerida para administrar una campaña y para vigilar el voto. Así de simple.
Y queda por verse el tema del entusiasmo de la ciudadanía por los candidatos independientes. ¿Realmente son percibidos como diferentes de la clase política, o se ven como los que no son aceptados en otros partidos y buscan reinventarse como diferentes? Ese es el punto central. ¿Está la ciudadanía dispuesta a creer que un miembro de la clase política ha cambiado verdaderamente solo por el hecho de pelearse con su partido y de aquí en adelante buscará en serio los intereses de la ciudadanía y no los de facciones disidentes de la clase política? Ese es el gran reto de los independientes. Yo, por ejemplo, no estoy convencido de ese cambio. Ni de nadie de la clase política, por más que nos prometan que ahora si se portarán bien.
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