A más de un mes de las elecciones, la sociedad mexicana sigue con un ánimo rijoso. Algo entendible en aquellos que perdieron y por mucho. Está bien: que pidan su derecho; pero no está del todo bien el modo de hacerlo. Los perdedores, que no han logrado todavía entender claramente por qué perdieron, siguen aferrados a que es una elección de Estado. Lo cual probablemente es verdad. Pero que no es la única razón por la cual, una proporción tan importante de la población, votó por propuestas diferentes de las suyas.
Por otro lado, nos encontramos en la 4T una intención de radicalizar sus propuestas, escalando los ataques a la prensa, a los jueces, a los magistrados, y en términos generales, atacando a una parte de la sociedad: los que no quisieron votar por ellos. Con lo cual solamente están confirmando los temores que tenían parte de los ciudadanos, lo que pasaría si la 4T triunfara: que habrían ataques y antagonismos fuertes. En medio de todo esto, no encontramos ningún intento de autocrítica. Es que la autocrítica no deben manejarla solamente los perdedores, sino también quienes ganaron.
Hay que entender por qué, después de tantas prédicas por ambos bandos, pidiendo una votación copiosa, seguimos teniendo una baja participación. Lo cual quiere decir: o que al votante no les importaron los resultados, o que no veía una diferencia clara entre lo que estaban ofreciendo los candidatos. Por otro lado, la 4T también debería de estar haciendo una especie de autocrítica. En el buen sentido de la palabra: no pensando de la crítica como algo que siempre es negativo. Sería muy importante entender también por qué ganaron. ¿Qué es lo que la votación les dice? ¿Cuál es el mandato de los ciudadanos?
Resulta con que ahora quieren llevar a cabo, de manera acelerada, una parte de sus propuestas, que no fueron la razón por la cual ganaron. No es lo mismo pensar que ganaron porque la ciudadanía comparte toda su plataforma, que suponer que votaron por agradecimiento con los apoyos sociales, o que ganaron por tener muchos más promotores del voto que sus contrincantes.
Es importante que, los que ganaron, sepan exactamente qué es lo que quieren los votantes que los apoyaron. ¿Cuáles fueron sus razones? De otra manera, están haciendo supuestos que probablemente no funcionen. Por ejemplo: es muy claro que mucho de la votación fue una aprobación a los apoyos sociales. De lo cual, no hay la menor duda. Sin embargo, también es cierto que las encuestas disponibles dicen que cosas como el famoso “abrazos, no balazos” no cuentan con la aprobación de la mayoría de la población. Y que muchos hablan precisamente de que esa es de las tareas pendientes que tiene la 4T. Actualmente, lo que están proponiendo es meramente continuar con la misma política, y es muy claro que no están siguiendo un mandato que les da la sociedad.
¿Qué es lo que se está haciendo? Hay un desgano general. Una molestia porque la casta política, no está entendiendo las cosas. Es necesario realmente lograr una despresurización del sistema. De muchas maneras. Tristemente, ninguno de los partidos, está tratando de hacer un esfuerzo serio por entender por qué ganaron o perdieron las pasadas elecciones. Y mientras no se sepa de una manera clara, es muy difícil que cualquiera de ellos pueda actuar en consecuencia con lo que la ciudadanía está pidiendo.
Las preguntas son: ¿puede nuestro país realmente soportar esos niveles de enfrentamiento? ¿Cuál es la importancia de lograr una reconciliación nacional? No estamos viendo un esfuerzo importante para lograr tal reconciliación. Y esto es extremadamente necesario. ¿Quién nos reconciliará? Por décadas tuvimos un sentido de nacionalidad, una hermandad, que no viene solamente de la educación, sino que procede de las acciones del día con día. ¿Cómo recuperarlos?
Necesitamos algunos acuerdos básicos. ¿Quién nos ayudará a reconstruir el patriotismo? Empezando porque, el concepto mismo, no nos queda muy claro. En aspectos éticos, si quiere usted, también en asuntos religiosos: acordar el sentido del bien y del mal, que es algo que se nos ha perdido. Lo que podemos llamar bondad o maldad, es uno de los acuerdos mínimos que toda la población debería tener muy claro. También el Estado de derecho, tan golpeado en nuestro país, tan perdido como concepto, que no tenemos claro y no sabemos realmente cómo recuperarlo.
¿Cómo podremos lograr esta reconciliación? El primer punto es, seguramente, tener claro qué hace falta. Hay que reconocer que no tenemos una unidad nacional que nos permita ir adelante. Y que seguir atizando la división entre los mexicanos, no puede crear la concordia que nos permita mejorar.
Para algunos, el asunto parece prácticamente imposible. Nos hace falta un Gandhi, y no se ve alguno en el horizonte. No falta quien dice, un poco en broma y un poco en serio, que solamente un milagro de la Virgen de Guadalupe puede volver a reconciliarnos a los mexicanos. Es posible que algo de esa magnitud haga falta.
Pero eso no quiere decir que debemos sentarnos a esperar a ver si el milagro ocurre solo. Es necesario aportar buena parte de nuestro trabajo, de nuestra vida, de nuestra actividad, para lograr precisamente esta clase de resultados. Y, además, con prisa. Urge lograr esta reconciliación.
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