Guadalupe, 2018

Mucho hablamos de la pérdida de los valores. Mucho de la declinación de la Iglesia Católica mexicana. Pero el atractivo de María en Guadalupe, de la niña del Tepeyac, está vivo y actuante.



A trece años del 5º centenario del acontecimiento Guadalupano, la espiritualidad popular de los mexicanos sigue creciendo. Dicho de otro modo, el modo mexicano de ser católico sigue estando ligado fuertemente a la devoción mariana, en particular a la de la Virgen de Guadalupe.

Ya es un cliché decir que el 80% de los mexicanos somos católicos, pero el 100% somos Guadalupanos. Sí, se dice que en México hasta los ateos son guadalupanos. No lo sé, pero sí conozco a un gran mexicano que es ferviente judío y que dice, a lo mejor en broma, que es el judío más guadalupano del país.

Es un hecho que cada vez hay menos religiosidad en México. En cuanto a los católicos, que fuimos en algún momento el 98% de los mexicanos, en 2010 éramos poco más que el 82% de la población y posiblemente en el censo de 2020 no alcancemos el 80% de la misma.

Por otro lado, una encuesta contratada por el IMDOSOC estableció que menos del 30% de los católicos asisten con regularidad a la misa dominical. Lo cual significa que nos declaramos católicos, que somos sociológicamente católicos, pero que no somos practicantes. No, al menos, de la manera que establece la Iglesia Católica.

En un estudio elaborado para la Fundación México Unido en sus Valores Culturales, titulado: “Hacia dónde vamos: Análisis y tendencia de la jerarquía de valores de los mexicanos”i, un grupo de seglares y clérigos de diferentes religiones reconocieron una disminución de la espiritualidad popular. En particular reconocieron que el mexicano es cada vez más individualista en sus expresiones religiosas y de culto.

Ese modo individualista de vivir la religión es muy característico de algunas expresiones cristianas y budistas, mientras que en el catolicismo una gran parte del culto se da en ceremonias púbicas y, en particular en las peregrinaciones. Así lo confirmó el Concilio Vaticano II y lo sigue reafirmando el episcopado mexicano al hablar de la iglesia que peregrina en México.

En el culto Guadalupano, la peregrinación a la basílica de Guadalupe sigue teniendo un lugar muy importante. En 2017, más de 20 millones de fieles visitaron el santuario, de los cuales 7 millones doscientos mil, más de la tercera parte, lo hicieron en los días próximos a la celebración de las apariciones de María en el Tepeyac. Este año se estima que visitarán el santuario más de ocho millones de fieles en esos mismos días. Un aumento de más del 11% en este año, muy por encima del crecimiento de la población y del crecimiento de los católicos mexicanos.

Mucho hablamos de la pérdida de los valores. Mucho de la declinación de la Iglesia Católica mexicana. Pero el atractivo de María en Guadalupe, de la niña del Tepeyac, está vivo y actuante. No lo digo para que nos confiemos y dejemos a ella toda la tarea de la evangelización del país. Pero si es importante saber que en ella tenemos el gran apoyo para la salvación de nuestro País, sujeto a tantos peligros. En la medida que sigamos unidos a ella, en nuestra Patria triunfarán el bien, la verdad y la belleza.

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