La clase política nos tiene en un prolongado ayuno de ideas, de razonamientos que resuenen con nuestra cruda realidad.
Ante el desencanto con la clase política de todos los signos, sea de derecha, centro, izquierda o multidimensional, algunos opinamos que las soluciones que busca la sociedad se encontrarán fuera del “establishment” político.
Dedicados a tener y conservar el poder, sobre todo en este 2021, la clase política nos tiene en un prolongado ayuno de ideas, de razonamientos que resuenen con nuestra cruda realidad y por esa razón, solo de la propia ciudadanía podemos esperar ideas nuevas, frescas, aplicables para nuestra compleja situación.
Estas iniciativas sociales, por regla general, se dan en pequeña escala, sin recursos, sin poder o influencia. Y, sin embargo, comienzan a aparecer en multitud de localidades y empiezan a crear corrientes de pensamiento, una verdadera opinión pública, muy diversa de la “opinión publicada” a la que los medios tradicionales nos tienen acostumbrados. Una opinión verdaderamente libre.
En julio del 2020, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, se inició un proyecto de reflexión comunitaria. Tres ciudadanos, dos de ellos miembros del Colegio de la Frontera Sur y un médico pediatra, empezaron a transmitir coloquios sobre los efectos de la pandemia, a los que invitaron a ciudadanos y funcionarios de los gobiernos de San Cristóbal y del Estado de Chiapas.
Usando redes sociales, mayormente Facebook, y con el apoyo de un centro cultural ciudadano, empezaron a transmitir sus diálogos en un horario infame: (viernes de las 22:00 a las 24 horas), convocando a funcionarios municipales, a expertos o a simples ciudadanos. Después de unas treinta semanas, el diálogo ha convocado a expertos de Chiapas y de otros estados; incluso a algunos radicados en el extranjero, teniendo oyentes de sitios tan diversos como Tijuana, Coahuila, Ciudad de México y otras localidades.
El evento se llama “Pandemónium” en un juego de palabras entre pandemia y el término mismo que significa originalmente “todos los espíritus”. También se llama así a los debates entre ángeles y demonios, y significa también un evento donde hay un gran vocerío y confusión. El formato es sencillo: tres moderadores, uno o dos invitados que se presentan, dan su opinión sobre la situación y proponen acciones a futuro. Tanto los moderadores como los invitados gozan enormemente del evento; claramente se ve que se divierten muchísimo.
La temática ha variado conforme se ha desarrollado el impacto de la pandemia en la sociedad. Al principio se trataron temas escolares y han seguido con temas económicos, culturales, de salud y la administración de esos temas por los gobiernos; de espiritualidad, el impacto de la pandemia en los trabajadores de la salud y las familias de los enfermos e incluso presentaciones de sobrevivientes de la enfermedad.
Son eventos interesantes e instructivos, en temas muchas veces desconocidos para la ciudadanía. Hay algunos temas estrujantes, como la experiencia de los sobrevivientes y los riesgos que toman los trabajadores de la salud que, sin exagerar, se juegan la vida con recursos y apoyos muy limitados e incluso con ataques de parte de la población, por la triste realidad de quienes todavía no creen que hay que cuidarse, hasta que ya es demasiado tarde.
No se trata de una gran asistencia: se reportan 2000 seguidores directos, algunos en tiempo real y la mayoría conectándose a las retransmisiones. Su alcance indirecto no es fácil de medir: seguramente no llegan a los centenares de miles o más que logran los llamados “influencers”.
Una gran iniciativa, como las de miles y decenas de miles que se llevan a cabo grupos ciudadanos en temas de filantropía, grupos de autoayuda, comunicación, enseñanza y exigencia a las autoridades para que escuchen a la sociedad civil, a veces tan ninguneada por la casta política.
La ciudadanía se está dando cuenta de que poco puede esperar de una clase política que, en este inicio del 2021, se ha volcado al tema electorero, dando a veces la impresión de que aprovechan esta pandemia para sacar raja política. Mientras tanto, en el ciudadano de a pie se está dando el fenómeno del “poder de los sin poder” del que hablaba Vaclav Havel, el poeta checo que tanto contribuyó al cambio democrático de su país. Necesitamos una ciudadanía actuante, comprometida, a la que no le arredren la falta de recursos ni lo pequeño de los resultados. Una ciudadanía que sí interviene, que participa, que llega hasta dónde puede llegar. Sólo de una ciudadanía así podemos esperar soluciones y mejoras. De la clase política, poco nos llegará.
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