¿Para que hacer el esfuerzo de convencer a otros?
A unos días de las elecciones presidenciales., federales, estatales y locales hay un esfuerzo por convencernos de que los resultados ya están dados, que ya no hay nada que hacer, que “este arroz ya se coció”. Que el resultado ya es inevitable.
Los elaboradores de encuestas y quienes las interpretan, nos dan ya resultados “inapelables”, según ellos. Sin reconocer las deficiencias en sus metodologías y que, aún suponiendo que sus métodos fueran de lo más rigurosos, siempre pueden ocurrir cambios de último minuto y que, aunque una encuesta tenga un nivel de confianza del 99%, aún se puede dar un resultado que represente el 1% restante. Porque las probabilidades son así; nunca son perfectas.
Pero, ¿qué se busca con decir que ya es inevitable un triunfo de algún candidato? Por supuesto, animar a sus propios partidarios. Pero más frecuentemente inducir el desánimo o el derrotismo de sus oponentes. Lograr que los partidarios de sus opositores piensen: “¿Para qué votar? ¿Para que hacer el esfuerzo de convencer a otros? ¿Para qué buscar el voto útil? Ya no tiene caso”.
Esto es lo que está ocurriendo en estas elecciones. Mayormente ocurre con Morena y sus partidarios. Ya se sienten triunfadores e, incluso, varios ya están abandonando su posición de aparente moderación que tuvieron, pensando que ya no tienen razones para no ahuyentar al electorado. Y con ello, se han venido radicalizando.
Pero no son los únicos. Hay los que piensan que, en el último momento, la alquimia electoral del PRI logrará revertir los resultados y, en consecuencia, no vale la pena hacer el esfuerzo. “Ganarán los de siempre”, dicen.
Pero ese derrotismo con que buscan evitar el voto de sus opositores también puede tener el efecto contrario. Los partidarios triunfalistas, creyendo que su candidato ganará inevitablemente, aflojan el paso y deciden que ya no hace falta su voto. Tanto daño puede hacer el triunfalismo como el derrotismo.
Esto, en particular, se aplica en el concepto del voto útil. Cuando se dice que el candidato puntero ya sobrepasa el 50% del electorado y que ya ni siquiera sumando todos los sufragios de los opositores, se llegará a vencer al candidato que, según todas las apariencias, será el que ganará. De ahí la importancia de la segunda vuelta electoral que los partidos se han negado a aprobar. De ahí la importancia de no dejarse llevar por el desánimo y considerar que vale la pena intentar el voto útil o buscar un Congreso muy plural que sea un contrapeso efectivo para cualquier ganador.
Nos quedan muy pocos días de reflexión para decidir nuestro voto. Quienes están-o estamos- indecisos, lo estamos por buenas razones. Los que creen -creemos- en la necesidad de un voto útil, tenemos aún que decidir en qué sentido votar. Nos tenemos que tomar el trabajo de decidir candidatura por candidatura cada puesto de elección. Todavía tenemos que decidir si votaremos para un solo partido en todas las opciones o decidir cada voto por separado.
Pero, por el bien de la Patria, no debemos dejar de votar, de reflexionar nuestro voto, convencidos de que nada será inútil, que nada es inevitable. Y que cada voto cuenta.
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