Un poco perdido en medio del “fin de semana largo” que acaba de pasar, ha habido pocos comentarios sobre la propuesta de un nuevo modelo educativo que vendría siendo el cierre necesario, imprescindible de la reforma educativa. Porque se dijo, y con razón, que la reforma educativa se estaba quedando solamente en la parte laboral, sin entrar a lo sustantivo del tema.
Tal vez por esta razón se ha discutido poco y vale la pena hacerlo para evitar lo que nos ocurre siempre: que un grupo de “notables” le impongan a la ciudadanía conceptos tan fundamentales y de tanto impacto en el futuro como es el del modelo educativo.
En este momento, lo que tenemos es un diseño conceptual del modelo. Es muy correcto; por allí tenemos que empezar. Allí es donde están los cimientos del sistema. Una vez de acuerdo en esos conceptos, podríamos pasar a lo que en la construcción se le llaman la ingeniería básica y la ingeniería de detalle. Es como si, al construir una casa, primero tuviéramos las ideas fundamentales: la ubicación, el número de habitantes, el tipo de servicios; después tuviéramos el dibujo arquitectónico y los cálculos de la construcción y, finalmente, tuviéramos los planos detallados como el plano eléctrico, el plano hidráulico, el programa de construcción y los detalles de los acabados.
Hay puntos muy positivos e interesantes en el nuevo modelo educativo. Un espíritu contrario al autoritarismo en el aula. Flexibilidad en una parte del currículo. Un enfoque más integral que incluye valores sociales y culturales, el cuidado del cuerpo y también del entorno. Y, por supuesto, un énfasis en las habilidades requeridas para un mundo globalizado, en el cual nuestros hijos deben de poder funcionar y aportar.
Por otro lado, hay puntos que valdría la pena discutir y debatir. Hay quienes se quejan de que no es suficiente el enfoque en la ciencia. Puede ser; no me parece que el modelo actual lo excluya, pero es cierto que no lo dice expresamente. Para mi gusto, hay dos puntos que deben ser aclarados a fondo. En primerísimo lugar, el papel de la familia en educación de los hijos. En particular, no deja claro el concepto el papel que tienen los progenitores en la conducción de la escuela, entendiendo que la escuela es un colaborador fundamental para la educación de los hijos, pero no deja de ser un colaborador más. El otro lado a revisar es el concepto de educación laica. Un concepto que en México se ha considerado, en muchas ocasiones, como una educación antirreligiosa donde se quiere imbuir a los niños el concepto de que creer en la religión es ser ignorante.
El tema da para mucho, y más vale que nos pongamos a debatirlo, a examinarlo y a proponer las mejoras a este concepto que hoy se nos presenta. No nos vaya a ocurrir lo de siempre: que, en lo oscurito, terminen imponiéndole a la ciudadanía lo que la ciudadanía no desea para sus hijos.
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