Hay una fuerte indignación debido a las medidas discriminatorias contra latinos en general y mexicanos en particular en Estados Unidos. Algo que no creó el presidente Trump, pero que se ha manifestado más abiertamente desde su elección. Ésta es una de las motivaciones más fuertes para las marchas por la unidad del 12 de febrero.
Una indignación muy justa, pero que vale la pena examinar. ¿Por qué no tenemos la misma indignación ante el trato que le damos a los centroamericanos que llegan a nuestro país, legal o ilegalmente? ¿Por qué no nos molesta el trato que se da a los sudamericanos y a los colombianos en particular cuando llegan por vía aérea?
Nos enfurece el racismo con que nos tratan en Estados Unidos. No nos indigna cuando nuestros funcionarios son racistas. O también una parte de la población. No vemos nuestra discriminación contra los mexicanos indígenas, negros, chinos o judíos. Somos bastante incongruentes. El respeto a la persona es para todos, o ya no es auténtico. Observamos la falla en otros y no vemos que hacemos lo mismo. O peor.
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