No aceptes las trampas de la lógica al votar

Hay una gran cantidad de falacias y hay libros que exponen docenas de ellas.



Creamos que un candidato sea bueno, que no haya hecho una manipulación emocional y que su información sea sólida. Puede que sea mucho suponer, pero… vamos a creerlo por un momento. Sin embargo, consciente o inconscientemente, puede tener errores en su lógica. A esos errores se les llama sofismas o falacias. Tienen forma de lógica, parecen hacer sentido. Y, sin embargo, aún tienen algún tipo de error que hace que su pensamiento no sea confiable. Probablemente es algo que ha ocurrido desde el principio de la humanidad, pero el primer registro viene precisamente de Sócrates, quien enfrentó a brillantes expositores, a los que se les llamaba sofistas, a quienes demostraba que su lógica no era correcta. Y, por cierto, le costó la vida.

 

Hay una gran cantidad de falacias y hay libros que exponen docenas de ellas. Como este artículo no es un tratado de lógica, solamente veré algunos ejemplos de los vicios de razonamiento que se han aplicado con frecuencia en estas campañas políticas, pero de ninguna manera se trata de algo exhaustivo. Y, para ser justos, este análisis deberíamos aplicárnoslo a nosotros mismos, para tener la certeza de que estaremos evaluando racionalmente nuestra intención de voto. Algunos de los sofismas más comunes son los siguientes:

 

* Si mi candidato demuestra que otro está equivocado, quiere decir que él o ella están en lo correcto. Esto lo hemos visto en debates, artículos, declaraciones. Los candidatos se esmeran en demostrar que los demás son ineptos, corruptos, indecentes… usted diga qué. El sofisma consiste en pensar que si demuestro que mi contrincante es corrupto o tiene corruptos en su equipo, quiere decir que el mío no tiene corrupción. O que no importa. En esta campaña lo hemos visto muchas veces. Si me demuestran que mi candidato es inepto, mi respuesta es decir que los demás también lo son. Como si eso hiciera apto a alguien. ¿Tiene sentido? No necesariamente. Si uno demuestra que el otro está equivocado, puede ser que los demás también estén equivocados. O que todos tengan razón solo en parte.

 

* Si perteneces o apoyas a otro grupo político, seguramente estás equivocado. Todo lo que opina los otros partidos tiene que estar equivocado. Si lo dice el PRI, por fuerza tiene que estar mal. Si lo dice Morena, PRD o PAN están equivocados siempre en todos los aspectos. Si lo dicen los populistas, los marxistas o lo neoliberales, de seguro se equivocan. No reconozco ningún acierto en los demás. Solo mi grupo está en lo correcto siempre. Los demás nunca aciertan. No me molesto en analizar los argumentos de otros partidos o candidatos. Estoy, de cierto modo, dispensado de pensar. Con que pueda demostrar que el otro acepta ser parte de un partido o ideología, ya no tengo que molestarme en revisar sus ideas y ver si tienen algo correcto.

 

* Como otros partidos no han podido con el puesto a votación, quiere decir que mi partido si va a poder hacerlo bien. No importan sus argumentos o sus ideas, Es más, ni siquiera las analizo. Solo por el mero hecho de ser diferente, tiene que estar en lo correcto. Si es independiente, por ese mero hecho debe hacerlo bien. Y si, además, nunca ha sido político, con mayor razón debe ser el adecuado. O, como una variante, si los otros partidos han fallado, ahora hay que darle la oportunidad a su contrincante. Sin importar sus ideas ni sus propuestas. Solo por el hecho de que nunca ha tenido la oportunidad de gobernar. Si llevamos ese sofisma al extremo, entonces unos 70 millones de mexicanos mereceríamos gobernar, por el mero hecho de que no hemos tenido la oportunidad de hacerlo.

 

En resumen, estos sofismas nos evitan la carga de tener que analizar las propuestas de los candidatos por sus propios méritos. Ver lo positivo, y lo negativo de cada una, ver las consecuencias de su aplicación, ver si resuelven de fondo la problemática que pretenden atender, si son factibles, si existen los recursos necesarios, si concuerdan con las prioridades de la ciudadanía. Estos sofismas nos evitan la necesidad de pensar. Lo cual no es una tarea liviana. Pero, claramente, nadie dijo que ser ciudadano consciente es una tarea fácil. Es una responsabilidad pesada. Hay que aceptar que tiene consecuencias y asumirlas.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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