¿Por qué mencionar el poema de Santa Teresa de Ávila en nuestras condiciones actuales? Una buena razón es porque desde la toma de posesión del Sr. Trump el clima de “enojo social” fue sustituido por uno de “espanto social”. Sí, estamos espantados. Abre uno un periódico, una revista, un tweet, y encuentra toda clase de noticias espantosas, de pronósticos catastróficos y de augurios a cual más terrible.
Ya hasta se nos han olvidado las muchas razones de enojo que tiene nuestra sociedad. Seguramente, una buena parte de la clase política estará feliz de que la atención y el enojo de la Sociedad se han desviado y casi hemos olvidado nuestros agravios.
Ante esta situación, viene como anillo al dedo el poema antes mencionado. En particular, la frase que sigue a continuación: “todo se pasa”. Porque, efectivamente, así será. Pasará el Sr. Trump, se pasarán los temas que hoy nos angustian, se pasará la corrupción, se pasará la violencia, y otros tantos asuntos que no nos dejan dormir.
Claro, no es fácil tener una esperanza tan fuerte como para realmente vivir de acuerdo con este concepto. Se requiere, además de las virtudes teologales, una visión de largo plazo. Ver las cosas en un encuadre de eternidad.
Lo cual no quiere decir que nos sentemos a esperar. Seguimos teniendo que actuar en nuestros medios, cada cual con su carisma, cada cual con su enfoque de lo que debe aportar a la sociedad. Porque claramente no esperamos que el mal desaparezca por sí solo. Pero es muy diferente estar trabajando con angustia y temor, que estar actuando con la certeza de que todo estará bien, que toda clase de cosas estará bien, como dijo Julián de Norwich.
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