Día de las madres. Una celebración muy atesorada en el país y con justa razón. Todas las madres merecen nuestro cariño y respeto, nuestra admiración. Y no sólo este día.
Para mí, hay una clase de mamás que merecen especial respeto y admiración, y son las madres solas. Madres que crían o han criado solas a sus hijos. Que han mostrado responsabilidad, coraje, empuje, fortaleza. Unas verdaderas guerreras. Y muchas de ellas invisibles para la sociedad, que no siempre las apoya.
Hay pocas estadísticas sobre ellas y, generalmente se les confunde con las madres solteras, como si estas fueran las únicas madres solas. No hay programas de apoyo para todas ellas y pocos esfuerzos pastorales y filantrópicos para algunas.
No hay muchas estadísticas confiables, porque estas dependen de encuestas, siempre sujetas a el deseo de responder. En México hay, según el INEGI más de 44 millones de madres, de las cuales más de 12 millones son madres solas. De ellas, el 36% son viudas. Muchas de edad mayor, pero no todas. El 30% son separadas. Una categoría que contabiliza el INEGI, que abarca a mujeres que, habiendo tenido una pareja estable, han sido abandonadas por su cónyuge. De ahí sigue un 23% de madres solteras, que tuvieron sus hijos fuera del matrimonio o de una unión libre. Finalmente, el 10% son divorciadas.
Todas requieren de apoyo y cariño. Han asumido una responsabilidad fuerte: hacen de papá y mamá y, generalmente, tienen ingresos inferiores a lo que tiene una mujer que trabaja y que está casada. Y muchas son explotadas por empleadores que saben que necesitan mucho de su ingreso. Por otro lado, aproximadamente el 60% de ellas, según datos del INEGI, viven con sus padres o algún familiar. Siempre ocurre: en caso de necesidad la familia mexicana está ahí. Algo que nos parece normal, pero que no se da en todos los países.
A mí, en particular, me parece que las madres abandonadas deberían ser más tomadas en cuenta. Fueron casadas o tuvieron una relación estable. Y luego, sin hacerse responsable de la familia, el hombre las abandona. No solo se abandona a la mujer, se abandona a los hijos. Es una separación informal: mientras en el divorcio se hacen las provisiones necesarias para el sostenimiento de los hijos, en el abandono el hombre no se responsabiliza por ellos. Los programas gubernamentales son para apoyar a madres solteras. Y no se habla de programas para madres viudas o abandonadas Las iniciativas apostólicas son para los divorciados y madres solteras. Rara vez se habla de las abandonadas. Y sus problemas son tan graves como los de las otras madres solas.
Todos los tipos de madres solas son importantes. Todas merecen apoyo y cariño. No podemos tomar posiciones moralistas del tipo de: “Ella se lo buscó, ahora que sufra las consecuencias”. Apoyar a esas madres es también apoyar a sus hijos, las víctimas de situaciones que hacen muy difícil su crianza y su educación. En este día de las madres, mi cariño y respeto a todas y particularmente a esas maravillosas madres solas, que son verdaderamente admirables.
* Consultor de empresas. Académico del TEC de Monterrey. Ha colaborado como editorialista en diversos medios de comunicación como el Heraldo de México, El Universal, El Sol de México y Church Fórum
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