Una de las primeras declaraciones del Papa Francisco en su pontificado fue sobre el clericalismo, del cual dijo que le repugna. ¿Ha cambiado algo desde entonces? La observación sobre este tema a los obispos chilenos, en la visita del Papa de la semana pasada, parece indicar que aún hay camino por andar y asuntos por debatir en este tema.
Efectivamente, una de las declaraciones del Papa Francisco que llamaron mucho la atención al principio de su pontificado fue su posición sobre este asunto. Porque el clericalismo tiene aspectos y modos de entender diversos. No siempre se ve del mismo modo. Muchos entienden que significa el dominio de la Iglesia por el clero, en detrimento de las acciones e iniciativas de los seglares.
Vino después la visita papal a Brasil, donde pareció como que el Papa bajó el volumen a su declaración. Ahí, en reunión con los Obispos, Francisco dijo que hay que cuidarse de no caer en el clericalismo, pero dijo también que con frecuencia cuando se pide participación a los seglares, estos no responden ni tienen iniciativas.
Las declaraciones del Papa en Chile la semana pasada, agrega nuevas facetas a este tema. “La Iglesia no es ni será nunca una élite de consagrados, sacerdotes u obispos”. Dijo Francisco. Y añadió: “La falta de conciencia de pertenecer al Pueblo fiel de Dios como servidores, y no como dueños, nos puede llevar a una de las tentaciones que más daño le hacen al dinamismo misionero que estamos llamados a impulsar: el clericalismo, que resulta una caricatura de la vocación recibida”. Fuertes palabras. A continuación, agregó: “Digámoslo claro, los laicos no son nuestros peones, ni nuestros empleados. No tienen que repetir como ‘loros’ lo que les decimos. El clericalismo, lejos de impulsar los distintos aportes y propuestas, poco a poco va apagando el fuego profético que la Iglesia toda está llamada a testimoniar en el corazón de sus pueblos. El clericalismo se olvida de que la visibilidad y la sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo el pueblo fiel de Dios y no sólo a unos pocos elegidos e iluminados”.
Es claro que el Papa ha seguido reflexionando y meditando sobre este tema y ve la necesidad de volver a influir sobre el mismo. Hay quienes, entre el clero, han validado su postura alegando la falta de iniciativa y de compromiso de los laicos. O quienes hablan de un “clericalismo de los laicos”, entendiendo esto como una postura laical de buscar e incluso exigir que el clero les diga que hacer y cómo entender su acción. Olvidan estos que el fruto natural del clericalismo es el infantilismo de los laicos.
La mayor parte de la alocución del Papa a los obispos chilenos está dedicada a este tema. Es claro que no es un tema menor para el Papa y que está en sus preocupaciones principales. La reflexión llega aún más lejos: el Papa pide a los obispos que estos temas se incluyan en la formación de los sacerdotes y seminaristas.
Ahora vale la pena cuestionar: ¿Estamos listos los seglares católicos para asumir este papel que nos asigna el Papa? Es un hecho que han pasado siglos de clericalismo y es otro hecho el infantilismo de los laicos en los temas de la misión encomendada al Pueblo de Dios. No basta una concepción racional, ni la voluntad del Papa y de los obispos para que cambie rápidamente la situación de los laicos, ni siquiera de los que más activos están en la Iglesia. Podrían pasar varias generaciones para que esta visión de Francisco se haga realidad. Razón de más para empezar de inmediato, con un gran vigor, esta labor de desterrar el clericalismo en la Iglesia.
Aunque también podría ser que la situación de declinación de las parroquias, la apostasía silenciosa de muchos que abandonan la Iglesia sin hacer ruido, combinadas con la escasez de vocaciones y el envejecimiento del clero en muchos países, generen una fuerte reacción del Pueblo de Dios y haga que los seglares tomen rápidamente su lugar en la Iglesia. El Espíritu Santo está soplando. ¿De donde viene y a donde va este viento? No sabemos. Pero seguro será para bien.
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