Uno de los pendientes del gobierno y de gran preocupación de la sociedad es el tema de la paz. Un asunto que, en el sexenio pasado, tuvo un tratamiento diferente de lo que había ocurrido en las anteriores administraciones. En días recientes se anunció una nueva estrategia de seguridad, modificando, al menos en parte, la estrategia anterior de “abrazos y no balazos”.
Se anuncian nuevas estrategias de seguridad, con cuatro ejes que son interesantes: La atención a las causas, la inteligencia e investigación, la consolidación de la Guardia Nacional y la coordinación entre las diferentes policías. Es una estrategia más completa. Aquellos que han estado opinando que se trata más de lo mismo, no han profundizado en dónde están las diferencias. Hay otros puntos, pero por alguno hay que empezar: iniciar por los asuntos que se consideren más importantes.
Entre ellos, la atención a las causas es un asunto importantísimo pero que, por su misma naturaleza, tendrá resultados a largo plazo. Está bien, pero no podemos esperar que cambie fundamentalmente costumbres y cultura nacionales en el plazo de un sexenio, aunque claramente hay que empezar ya, lo más pronto posible, para atender dichas causas.
¿Qué significa la consolidación de la Guardia Nacional? ¿Basta con darle un mando único, incrementar su número? ¿Se trata de aumentar su equipamiento o mejorar su efectividad? Actualmente, su acción ha sido la de tener una presencia para atender a tiempo o lo más pronto posible los hechos delictivos y no ha tenido un resultado importante en aspectos de investigación o de prevención del delito. Su acción actual es importante, pero finalmente se necesita tener mayor claridad en cuanto a qué es lo que significa esta consolidación.
En cuanto al tema de investigación e inteligencia estamos deficientes. Muchas de las investigaciones no prosperan porque no se tienen los elementos necesarios para consolidarlas, ni la inteligencia necesaria para poder llegar a una sentencia. Y esto es un punto esencial para lograr reducir la impunidad, que según algunos alcanzaría hasta un 99% de los delitos. Y mientras exista ese nivel de impunidad, será un incentivo importante para los delincuentes, qué saben que hay poca probabilidad de que sean condenados.
Otro tema importante es la coordinación entre las diferentes agencias de policía, en los tres niveles de gobierno. Una gran falla, que está presente en otros países también. Un tema difícil, dados los distintos cotos de poder en cada nivel. Un asunto al que nuestro actual gobierno le asigna una buena parte del éxito de su estrategia.
Claramente hay otros temas que atender. Por ejemplo, el número escaso de agentes del orden con que cuenta el país. En promedio, según diferentes fuentes, en el país tenemos en promedio entre 1.5 y 2 policías por cada mil habitantes. Una cantidad menor de la que hay en otros países. Japón, que es probablemente uno de los países con mejor seguridad, tiene en promedio 2.5 agentes del orden por cada mil habitantes. Una cantidad importante, aunque el número pudiera no ser significativo. Porque el número no indica la efectividad del sistema de seguridad. Habría que pensar en la capacitación y el equipamiento que tiene el policía japonés comparado con el que tiene un policía mexicano.
En ciertas áreas del país tenemos un número de policías con una situación mejor. De acuerdo con diferentes fuentes, en la Ciudad de México tenemos entre 3 y 4 policías por cada mil habitantes. Un número importante. Pero, por otro lado, en los estados, esta cantidad puede variar, según las fuentes, entre 1.2 y 1.5 policías por cada mil habitantes. Lo cual quiere decir que estamos por debajo del promedio que propone la Organización de las Naciones Unidas, que es tener al menos 1.8 policías por cada mil habitantes. Una vez más, lo importante aquí es qué tan bien equipada y qué tanta capacidad de investigación y equipamiento tiene la policía para cumplir sus funciones.
Probablemente el tema de la impunidad, que es uno de los que no se consideraron en este anuncio de la estrategia, tiene mucho que ver con el escaso número de elementos. Pero también el otro punto, que hay que ver, es la necesidad de mejorar el prestigio de las policías y poder construir una confianza ciudadana con las fuerzas del orden. Un tema fundamental. Si, efectivamente, es cierto lo que se dice, que solo uno de cada diez ilícitos es denunciado, es claro que la ciudadanía no le ve caso a hacer denuncias, porque no confían que se les dé el seguimiento necesario. Aún peor: cuando se hace una denuncia, y solamente uno de cada diez de los denunciados reciben algún tipo de sentencia, sea absolutoria o condenatoria. Un punto que, claramente, tendría que entenderse y mejorarse.
Tal vez la manera de dar solución a la seguridad, precisamente, partiría de una colaboración, no solo entre diferentes organizaciones policíacas, sino sobre todo entre los ciudadanos y las distintas agencias del orden. Hay más temas, pero tendremos que profundizar sobre este asunto e ir revisando cuáles son los logros de esta estrategia.
Tenemos muchas dudas, lo cual no necesariamente es malo. Si la propuesta fuera continuar la estrategia del sexenio pasado, no tendríamos ninguna duda de que la seguridad seguiría empeorando. Hay dudas porque hay cambios. Este es un tema que claramente a todos nos importa y es uno de los más urgentes en esta administración.
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