En México necesitamos reconciliación

Quedarnos callados, estancarnos en la crítica destructiva o en la profundización del odio entre mexicanos, no es la solución.



Por casi toda la duración de la vida independiente de nuestro país, diversos grupos y tendencias políticas han hecho suyo el lema: “Divide y vencerás”. En estas reflexiones he insistido en la siembra sistemática de división y odio que hemos sufrido en estos últimos años. Sin embargo, profundizando en el tema durante estas últimas semanas, me queda claro que la siembra de odio ha sido una constante en la historia política de este país.

No se ha notado tanto por el hecho de qué, como dice una máxima del análisis político, “la historia la escriben los vencedores”. Pero en nuestra época, donde cualquiera con un teléfono inteligente puede hacer llegar sus opiniones en segundos a otras partes del país y del mundo, ha sido muy clara la realidad de la siembra científica del odio. Que si la única opinión disponible fuera la de las castas políticas, solo tendríamos la versión de los vencedores y no nos sería tan clara la siembra de odio que está ocurriendo.

Agréguele usted la ausencia de autocrítica de la casta política, y llegará a la triste conclusión de que la división entre los mexicanos seguirá presente por mucho tiempo. Analizando las declaraciones de gobernantes y “oposición”, la tónica no va a cambiar. Es claro que la clase política, en sus distintas tendencias, no han captado el agobio, el cansancio de una ciudadana que cada vez cree menos en sus supuestos representantes. Como lo demuestran todas las encuestas sobre la confianza que tienen los mexicanos en los partidos políticos y en los tres poderes de la Unión.

¿Qué podemos hacer, nosotros los ciudadanos de a pie, para revertir esa oleada de odio que está ahogando al país? Como dije alguna vez en un evento público, si supiera la solución, no estaría yo dando conferencias y escribiendo artículos. Estaría haciéndome rico, vendiendo consultoría a las Naciones Unidas y a muchos gobiernos. Creo que la solución no vendrá de una sola persona, sino del esfuerzo de la sociedad y en particular de los sin poder como usted y como yo. Pero hay algunas ideas que valdría la pena explorar y debatir.

• Partir de un principio fundamental en todos aquellos que tenemos la posibilidad de comunicar nuestras ideas: comenzar por la presunción de buena fe de los que opinan diferente de nosotros. Claro, no es nada fácil. Pero la inmensa mayoría de los que opinan de manera diferente tienen algún punto de verdad en su percepción. Aceptemos que sólo una pequeñísima minoría realmente quiere hacerle daño a nuestro país. Y que casi todos intentan, muchas veces de buena fe, soluciones a los problemas que percibe.

• Clarificar la diferencia entre las percepciones de situaciones que deben mejorarse, en las cuales muchas veces podríamos estar de acuerdo, y de las soluciones a esas situaciones, en donde podríamos diferir muchísimo. Por poner un ejemplo muy personal: yo creo que la mayoría de los problemas que percibe la 4T son problemas reales. Estoy de acuerdo en que hay una pésima distribución de la riqueza, en que no se han atendido suficientemente los problemas sociales, sobre todo de las clases menos favorecidas, que la corrupción es una realidad y muchos otros puntos. Con lo que no estoy de acuerdo es con el modo que se están planteando las soluciones a esos problemas. Y por ahí deberíamos de partir. Mientras la oposición no reconozca que hay mucho de realidad en los temas que llevaron a Morena al Gobierno en este país, no podrán ofrecer soluciones que capturen las mentes y los corazones del electorado. Porque las oposiciones han sido particularmente agudas en criticar las soluciones, y notablemente omisos en proponer soluciones diferentes.

• Se ha intentado y se han propuesto en diferentes foros el crear “comisiones de la verdad”. Y la triste realidad es que los países que han intentado este tipo de soluciones no han logrado eliminar la división: casi siempre la han profundizado. Como son los ejemplos de España y de Chile donde, bajo diferentes enfoques, se han intentado estos esfuerzos. Tal vez porque, al ser los gobernantes en turno los que gestionaron esas comisiones de la verdad, no se les percibe como realmente objetivas y quienes opinan diferente se consideran atacados.

• Necesitamos construir un consenso sobre cuáles son los grandes problemas del país y, sobre todo, en qué orden están nuestras prioridades: por dónde empezar, qué logros poner en los primeros lugares, qué podría posponerse temporalmente para concentrar los esfuerzos en los problemas realmente cruciales. Desgraciadamente, esto no se ve en nuestro medio. El poder legislativo, quién debería ser quién debatiera estas prioridades, está más ocupado en imponer sus agendas que en buscar el consenso. Y así se trata de un tema de ver quién puede más, no de quien entiende mejor lo que la sociedad requiere.

Finalmente, y le pido por favor que no me considere un iluso, necesitamos construir mecanismos para mejorar la amistad social. Algo muy difícil: hay que definir qué es y que no es amistad social. Eso hace que la solución sea muy complicada. Posiblemente tendríamos que partir nuevamente de la presunción de buena fe. Partir del hecho de que nuestros conciudadanos, en su gran e mayoría, quieren el bien de la sociedad y que diferimos en cuanto a las prioridades, en cuanto a las soluciones, pero la mayoría estamos buscando el bien común. ¿Muy difícil? Lo sé. ¿Una ilusión? Posiblemente. Y seguramente no será una solución a corto plazo. Difícil de aceptar: estamos convencidos de que debe haber alguna solución maravillosa que logre restituir el cariño y la amistad entre los mexicanos, fácil y rápidamente. Seguramente por la influencia de la televisión y las películas, dónde problemas complicadísimos de nivel mundial se resuelven en un par de horas o cuando mucho en una miniserie que dura unas cuantas semanas,

De modo que no me queda más que invitarle a enmendarme la plana, a proponer otras soluciones y a debatir sin cansancio. Quedarnos callados, estancarnos en la crítica destructiva o en la profundización del odio entre mexicanos, no es la solución. Usted y yo tenemos que hacer algo realmente nuevo, si queremos revertir este grave mal. Ojalá que este 2022 sea el inicio de la reconstrucción de la amistad social entre los mexicanos. Y que usted contribuya de una manera destacada para este propósito.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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