Día Internacional de la Mujer

Una vez más, como todos los años, volvemos al M8, la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo. No sobra decir que no es una celebración, no es un motivo de felicitación. Todavía no: no hay suficientes cambios que puedan celebrarse. Es más bien una conmemoración. Como se ha dicho muchas veces en situaciones parecidas, es para que no se nos olvide, para que no tengamos fuera de nuestra conciencia el hecho de que la mitad de la humanidad no está siendo tratada de una manera correcta.

Y hay el riesgo de que sea algo que deje de ser noticioso, y como se repite año con año, deje de ser importante para algunos. Los comentarios de este evento, el pasado sábado, donde hubo manifestaciones en muchísimas ciudades, ocurrieron el domingo por la mañana, y para el lunes ya se había olvidado el tema y se estaba hablando de otros asuntos mucho menos relevantes, mucho menos trascendentales. El riesgo es que esta conmemoración se vuelva parte del paisaje, como la entrada de la primavera. “Toca el M8, habrá manifestaciones, habrá algunos inconvenientes, algunas declaraciones, y hasta la próxima. Ya ocurrió, ya cumplimos, no hay más que hacer”, es la tónica para algunos. 

De fondo, lo importante es preguntarnos. ¿Verdaderamente ha habido avances? “No mucho”, dicen las mujeres, “la situación no mejora”, añaden. Puede ser que haya algo engañoso en esto. Efectivamente, tal vez lo que está ocurriendo es que hay más mujeres que se sienten en la libertad de denunciar el modo como son tratadas. Cuando antes, tal vez consideraban que ese era su papel en esta vida. Como varón, es difícil decir si, efectivamente, hay mejoras. Son ellas quienes tienen que decirnos si hay avances.

Sí, hay algunas cosas que el gobierno presume y celebra. El hecho, por ejemplo, de la paridad de género en los puestos políticos, en las posiciones de la administración pública.  Que es en realidad lo que el gobierno puede hacer. Difícilmente, el gobierno puede cambiar la cultura de la población, y la Sociedad. Y no es que sea inútil. Claramente, es importante que el gobierno tome una posición clara. 

La pregunta que podrían hacer algunas mujeres, es decir: “¿y en qué nos beneficia el hecho de que hay el mismo número de senadores que de senadoras?”. “Cuando finalmente los coordinadores de las distintas bancadas generalmente son hombres. Y en todo caso, se les pide a las mujeres que aprueben, como se ha dicho, sin cambiar ni una coma, lo que les presenta su partido”. Hay un poco, tal vez, de cinismo en esto, pero no es del todo equivocado. 

Lo importante no es solo que haya paridad, sino también cuál es el acceso efectivo a la toma de decisiones. Porque no se trata de un asunto meramente de cantidad, que haya el mismo número de gobernadores que de gobernadoras. ¿Cuántas, verdaderamente, tienen acceso a las decisiones?

Estamos en el primer año en que gobierna al país una mujer. Y es de esperarse que el mero hecho de su presencia, que sea quien tome decisiones muy importantes, será algo que beneficie a todas. No es algo inútil, pues. El gobierno da un mensaje claro. Ahora, hay que dar la posibilidad a las mujeres para que estén listas para asumir esos puestos. No solamente porque hay un reglamento de paridad, sino por el hecho de que han sido preparadas de una manera importante, para que puedan tomar decisiones mejor o igual, por lo menos, que los hombres. Y eso es lo que realmente importa.

El gran asunto es si las mujeres verdaderamente sienten que se les discrimina menos. Aún más, si verdaderamente sienten que hay menos violencia hacia ellas. Desde la más común, como es la violencia económica, donde sus familias les asignan menor presupuesto familiar por el mero hecho de ser mujeres, pasando por el hecho de los maridos que no se hacen cargo de sus obligaciones y le cargan toda la responsabilidad económica a la mujer, hasta el otro extremo, el del feminicidio. Y estamos viviendo en esos extremos. 

No es claro que verdaderamente estemos mejorando. Es difícil medir si efectivamente está ocurriendo tal avance. Y no es una cuestión meramente de encuestas de opinión, sino ver qué ocurre en la realidad. Tenemos en esto, sobre todo en el punto de vista laboral, una especie de círculo vicioso. El ideal es que a igual trabajo se dé igual remuneración. Y es bastante claro que esto no ocurre en la mayoría de las empresas. 

Seguimos teniendo la idea, de que los hombres tienen necesidades mayores, porque son el sostén de las familias. Y como ya se ha dicho en alguna otra ocasión, estamos ignorando el hecho estadístico de que al menos un tercio de los hogares están siendo sostenidos por las mujeres. Eso suponiendo que los datos que tiene el censo sean correctos, porque muchas veces la esposa no quiere decir que su marido no se hace responsable de sus obligaciones, y por lo tanto no lo declara al censo. 

En este círculo vicioso, no es solo la idea de que es el hombre el que sostiene la familia, sino también un hecho de que los hombres, por regla general, tienen más antigüedad en los puestos de trabajo y también mayor capacidad para la toma de decisiones. Pero hay aquí también una falacia. Si nunca se les ha dejado a las mujeres participar en la toma de decisiones, es muy difícil que tengan esa capacidad. Simplemente, no se les permitió jugar ese juego. No se les da el puesto porque no tienen las capacidades, no se les prepara, no hace un esfuerzo consciente, para que cada vez tengan mejor capacitación en ese sentido.

Y es uno de los problemas de la famosa paridad de género, que no asegura que, efectivamente, se esté dando su exposición a experiencias formativas. Simplemente, por el hecho de ser mujer se les da el acceso a un puesto. Tiempo después, empiezan a fallar por el mero hecho de que no han sido capacitadas, y se refuerza la idea de que las mujeres no son capaces para esos tipos de responsabilidades.

Por otro lado, habría que preguntarse cómo Sociedad y, sobre todo, preguntar a las mujeres: ¿verdaderamente sienten menos miedo cuando se trasladan solas, en sus momentos en los que están sin apoyo? ¿Se sienten verdaderamente más seguras en este país, cuando en general toda la población estamos sintiendo que no tenemos seguridad? ¿Y las mujeres, cómo lo sienten? Queda un largo camino por recorrer. El tema de la paz es un punto que abarca mucho, pero sobre todo las mujeres son las más afectadas por este asunto. El gobierno debe de hacer su tarea. Pero solo actuará si la Sociedad lo exige. El problema es el cambio cultural. Cambios que son difíciles, que todavía pueden tomar décadas y hasta posiblemente generaciones. Son cambios lentos, difíciles, y también muy poderosos. Y eso es lo que estamos viviendo. Un cambio lento y muy extenso. La mitad de la humanidad está buscando cómo debemos de cambiar y nos lo está exigiendo. Sabemos que no podemos seguir así. Y debemos pedirles, benditas damas, señoronas, que no quiten el dedo del renglón, porque lo necesitamos tanto o más que ustedes.

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