Como algunos, he estado proponiendo como una solución para la educación política de nuestra sociedad, y también para ayudar a la toma de decisiones en las elecciones, implementar y generalizar el uso de debates. Buenos debates, abundantes debates. Debatir propuestas, debatir situaciones, debatir capacidades de los candidatos.
Sin embargo, al ver el triste resultado del debate en los Estados Unidos entre los dos candidatos a presidente, tal vez debería revisar mis ideas. Los resultados de ese debate fueron muy pobres. Se dedicaron básicamente a atacarse el uno al otro, incluso por temas intrascendentes, como quién jugaba mejor al golf. Como si jugar al golf, fuera una cualidad para ser presidente, o demostrase su capacidad para tomar decisiones.
Hubo, además, abundancia de noticias falsas, desgraciadamente de ambos lados. Con la idea de tratar de convencer a los que ya están convencidos de sus embustes. ¿Cuál fue la credibilidad de este tipo de declaraciones? Por ejemplo, cuando el señor Trump declaró que Estados Unidos es un país tercermundista. ¿Alguien, con un mínimo conocimiento de la economía, puede sostener esa falsedad?
¿Cómo fue la credibilidad de estos debates? Se extraña el pensamiento lógico, un análisis crítico de las situaciones. Se dedicaron básicamente a la inteligencia emocional. Con la cual es muy difícil tomar buenas decisiones. Aunque mucha gente asegura que es el modo ideal para hacerlo. No cabe duda de que buscaron manipular al auditorio, a una población que tiene dificultad para entender la lógica y que se apoyan en una visión superficial de la política.
Lo que estamos necesitando, realmente, es pensamiento crítico. Debatir debería ser un ejercicio de lógica. No un torneo de engaños. Es necesario aprender a reconocer las mentiras. ¿De qué manera? Reconocer los embustes es difícil. Tenemos pocas herramientas para hacerlo. El pensamiento crítico, sobre todo, es muy útil. Es algo que, aunque se enseña en las escuelas, sobre todo en países donde está muy arraigada la democracia, la mayoría de la población no sabe manejarlo. Desgraciadamente.
Deberíamos de tener, frente a las declaraciones de los políticos, desconfianza. Un sano escepticismo. Creerles, hasta que nos hayan dado una demostración. Hasta que podamos decir que nos han probado sus afirmaciones. En ese tipo de debates trataron de crear impresiones, no de presentar hechos. Que es precisamente lo contrario de lo que un debate debería ser: un examen de ideas.
Una solución a largo plazo es desarrollar en la población el modo de analizar y tener criterios de credibilidad, lo que es complicado. Algunos están proponiendo y transmitiendo análisis basados en el lenguaje no verbal. Lo cual no está mal: al analizar un debate, puede ayudar a decir quién está sorprendido, quién está angustiado, quién está dudando, y quién está mintiendo. Y eso puede ser útil. Pero, es un lenguaje que no puede ser manejado por la mayoría de la población.
Claramente, los medios tienen que jugar un papel en la credibilidad de los argumentos debatidos. Deberían contribuir de modo importante en ese análisis. En el debate en Estados Unidos que comento, los que verdaderamente hicieron una buena tarea fueron los moderadores, que presentaron preguntas relevantes y, cuando alguno de los candidatos se estaba saliendo del tema, le decían: “Señor, le quedan tantos segundos y todavía no responde la pregunta”. Con lo cual se manejó de una manera correcta el debate. Porque otro modo de debatir, para no contestar, es olvidarse de lo que se está debatiendo, ignorando la posición del contrincante y dedicarse a su propio rollo sin responder al otro. Que fue lo que estaban haciendo los candidatos.
Hay que hacer una campaña importante de educación, empezando posiblemente por los comunicadores, para que comprendan en dónde están las fallas y cómo tener credibilidad al debatir. Contra esto nos encontramos con que la población se ha transformado, de alguna manera, en grupos que ya tienen lo que Edward de Bono llamaba “las burbujas de lógica”: personas o grupos que creen que la verdad consiste en aceptar solo lo que confirma sus creencias, que lo lógico es solo lo que ya creen.
¿Hay que abandonar los debates? No lo creo. Hay que mejorarlos, aprender a llevarlos a cabo, sea de manera oral o por escrito, y adquirir las habilidades de pensamiento crítico. Y no perder la esperanza: los seres humanos fuimos creados con la capacidad de razonar, y podemos recuperar esa habilidad. Solo hay que alimentarla con lógica, buenos argumentos e información de calidad. Se puede. Hay que hacerlo realidad.
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