Las redes sociales han logrado acaparar a millones de personas, creando comunidades en las que solamente se tiene un contacto virtual que no logra llegar a formar vínculos en los que se pueda hacer algo positivo por el bien del planeta.
Un tema que ha impregnado profundamente nuestras sociedades es el de las llamadas redes sociales y el modo como estas han penetrado profundamente nuestras comunidades convirtiéndolas en comunidades virtuales, impensables hace solo algunas décadas. Este es el tema de reflexión que el papa Francisco propone para la próxima jornada de las comunicaciones sociales, que se llevará a cabo el próximo 2 de junio, bajo el lema “De las comunidades en las redes sociales a la comunidad humana”.
Con más de 3 000 millones de líneas telefónicas, entre el 40% y el 50% de la humanidad tiene acceso a medios de comunicación con un alcance muy superior al que generaron la imprenta, el radio y la televisión. Medios que, además, son fuertemente individualizados. En otros tiempos, una minoría eran los emisores de la comunicación y las masas eran solamente receptores de la misma. Hoy, al menos en principio, una gran proporción de la población puede ser, potencialmente, tanto receptores como emisores de comunicación. Los oligopolios de la comunicación se ven cada vez más amenazados y sus fuentes de ingreso son cada vez más escasas. Y, en la misma medida, la posibilidad de influir y manipular a las poblaciones es más difícil por la capacidad del público de presentar un número potencialmente muy grande de opiniones discordantes de las de los grandes oligopolios de la comunicación masiva.
Si eso nos traerá mejor conocimiento, mejor capacidad de tomar mejores decisiones o mayor sabiduría, está por verse. Pero el potencial está ahí. Las fuerzas políticas están buscando aprovechar estas comunicaciones mediante los “robots”, con algoritmos muy poderosos que tratan de distorsionar la información para su beneficio. Los medios tradicionales están tratando de adaptarse a esta nueva situación, sin mucho éxito todavía. El así llamado “cuarto poder” está regresando a una gran parte de la población. Empezando por la población de altos y medios recursos, pero cada vez más al alcance de población de recursos limitados.
Esto nos llevará, casi con total seguridad, a una verdadera opinión pública a diferencia de la actual opinión que se dice pública pero que, en realidad, solo es la opinión publicada. ¿Será una opinión democrática, informada, dedicada al bien común? Otra vez, el potencial está ahí. Pero no podemos esperar que, en automático, mayor cantidad de información se vuelva mejor información. Tampoco mejores decisiones, necesariamente.
Si en algún momento se trató de tener presencia en los medios de comunicación para influir en ellos, ese objetivo es cada vez más difícil de cumplir. Alcanzar y orientar a los comunicadores, se ha vuelto una labor titánica. Porque ahora no se trata de influir en algunas decenas de miles de medios. Ahora se trata de convertir y educar a millones de seres humanos, con un alcance global para entregar información en tiempo real o casi. No podemos pensar en mejorar los medios “al mayoreo”. Ahora, si queremos mejorar la comunicación moderna, tenemos que pensar en muchos millones de posibles generadores y transmisores de información.
Estos emisores-transmisores-receptores de información se han ido organizando espontáneamente en comunidades virtuales. Sin presencia física, con un contacto virtual, han logrado formar comunidades que en algunos casos han llegado a millones de miembros y que se comunican de un modo inestructurado siguiendo, como dice el papa Francisco, un modelo de red: sin una estructura clara, adaptable a su entorno, con posibilidad de contener mucho, pero siendo en sí mismas muy simples y ligeras. Como las redes de pesca que pueden contener toneladas de peces sin que sean de un gran peso.
Todo un tema. Insuficiente para un artículo. Habrá que ampliarlo, debatirlo, profundizarlo. Un buen tema para una Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. ¿Me acompaña a seguir explorándolo?
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