Cierre de precampañas

¡Comienza la diversión! Se hace oficialmente el cierre de las precampañas de las candidatas punteras para las elecciones presidenciales de este año. Precampañas orientadas, oficialmente, solo a los miembros de sus partidos. En la práctica, inevitablemente, empiezan a darse a conocer las candidatas con el electorado. Y se presentan las grandes líneas de sus campañas.

Hasta ahora, el juego se ha centrado en desprestigiar a la contrincante, con el viejo concepto de que “Si demuestro que la otra es mala, en automático quiere decir que yo soy la mejor”. Argumento que les funciona a algunos, pero estrictamente hay una falacia: ambas podrían ser malas candidatas, de distinta manera. ¿En qué son mejores? En una, el énfasis está en los resultados. En la otra, la filiación partidaria y la lealtad al actual gobernante. 

Probablemente, la discusión en torno a las candidatas tocará temas de tipo personal: se tratarán los asuntos de la aptitud y la ineptitud de ellas, una vez más con el criterio de que “si mi contrincante es mala quiere decir que yo soy apropiada para el puesto”.  Probablemente, la defensa de sus posibles fallas se basará más en la buena fe que se tuvo al cometer esos errores.

Es interesante que en esta terminación de precampaña, en la que hubo bastantes ataques, continuando la polarización del país, las arremetidas a la representante de la oposición no se centraron en negar los yerros que ella señaló. En cambio, se criticó muy fuertemente que usó el llamado telepromter. Como si estuviéramos eligiendo a nuestros candidatos por su capacidad de memorizar discursos.

En esto hay una larga historia, en la que hemos confundido la capacidad de palabra con la inteligencia. Suponemos que quien puede expresarse de una manera muy fluida, también quiere decir que es muy inteligente y que tendrá la capacidad y voluntad políticas para cumplir sus promesas. Y, además, también creemos que, si tiene una gran capacidad, también significa que será honesto. Un prejuicio muy arraigado, por desgracia. Es un hecho que, en la historia del país, varios de nuestros presidentes fueron premiados en concursos nacionales de oratoria. La historia, sin embargo, nos muestra que muchos de los sofistas famosos tenían una enorme facilidad de palabra. Rara vez recordamos sus nombres. Pero a sus contrincantes, como Sócrates y Aristóteles, no los recordamos por su capacidad de palabra, sino por la profundidad de su pensamiento. Y, en muchos de sus conceptos sobre la política, únicamente recuerdan a los demagogos por su gran capacidad de palabra.

En muchos de los señalamientos de los dos bandos, se ha criticado a las candidatas por su físico.  Como si estuviéramos escogiendo a miss México. No cabe duda que en esto se sigue viendo el machismo que no logramos desterrar del todo. Seguimos considerando a la mujer como un objeto. Grandes mujeres estadistas, como Golda Meir y Margaret Thatcher, no destacaban precisamente por su físico. Con cierta frecuencia, también se oye hablar de la capacidad de arrastre de las candidatas, centrado sobre todo en su imagen y su simpatía. La mercadotecnia política sigue considerando a los candidatos como un producto al que hay que vender al público.

Vienen los debates y, una vez más, se estará valorando la agilidad para responder los ataques del contrincante, y también buscando la capacidad de sorprender al otro para ponerlo en ridículo. Hay autores, que se han dedicado a analizar la inteligencia, que hablan de las virtudes de pensar lentamente. No necesariamente las respuestas rápidas son las más adecuadas.

Al final del día, estas candidatas nos tienen que convencer de su capacidad para enfrentar los grandes problemas nacionales. De su preparación general y también la preparación específica para el puesto por el que compiten. Cuál ha sido su desempeño en los distintos encargos que les han sido encomendados. Cuáles son los resultados de ese desempeño. Es de esperar que sus trabajos serán examinados con lupa, es más, con microscopio electrónico. Y todas las fallas serán expuestas, como demostración de ineptitud o de mala fe. En ese aspecto, la candidata del partido en el poder será atacada no solo por sus errores, sino también por los del grupo gobernante. Y la candidata opositora, por los de las facciones políticas que la apoyan.

Queda mucho por comentar. Una de las candidatas ha propuesto tres grandes temas qué priorizará: la vida, la libertad y la verdad. La otra se centra en la continuidad: ponerle un segundo piso a la 4T. Con lo cual, sin decirlo, está suponiendo que los cimientos y la construcción del primer piso son lo suficientemente sólidos como para soportar un segundo piso. En los dos casos será necesario buscar la respuesta a la gran pregunta: ¿cómo? ¿De qué manera, con qué instrumentos, se lograrán esos resultados? En concreto, más allá del eslogan, ¿qué se entiende por esos términos?  Porque, desgraciadamente, la mayoría de los políticos hablan de los resultados, pero no nos dicen el modo como se van a lograr, cuánto nos van a costar, qué sacrificios habrá que hacer.

Falta mucho para que el ciudadano pueda tener criterios sólidos para fundar su voto. Tal vez estas presentaciones hayan sido útiles para el núcleo duro de las distintas facciones.  Ahora queda por convencer a la gran mayoría de los votantes.

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