¿Qué sigue?
En los últimos días hubo gran revuelo en las redes sociales por el hecho de que Morena logró censurar una serie del canal National Geographic donde se presentaban varios personajes latinoamericanos de izquierda y de derecha que son exponentes del populismo. El argumento es que una empresa transnacional estaba interviniendo en la política mexicana.
Como era de esperarse, de inmediato empezaron a circular videos que, al parecer, no son los mismos que se censuraron, porque se emitieron hace algún tiempo. Posiblemente lo que se logró es que más personas vieron esos videos que cuando solo estaban al alcance de la televisión de paga.
Probablemente unos de los primeros síntomas de que un gobierno es dictatorial, es la censura. Los gobiernos izquierdistas han sido famosos por su bloqueo de los medios e incluso, como pasa en China, Corea del Norte y Cuba, el ciudadano común no tiene acceso a las redes sociales y la importación de libros y videos está fuertemente restringida. Muchos de esos bloqueos han fracasado. Cuando el gobierno soviético pudo evitar que Boris Pasternak recibiera el premio Nobel de literatura, millones de personas que no lo conocían se interesaron por él. Y algo similar pasó con Aleksandr Solzhenitsyn y con Yoani Sánchez en Cuba. Pero no han sido los únicos.
Franco en España y otros dictadores de derecha hicieron lo mismo.
En México, en los tiempos de la dictadura perfecta, la censura se disfrazaba no entregando papel periódico a los medios rebeldes, enlatando hasta por décadas películas inconvenientes y, más recientemente, cerrando la publicidad oficial a los medios con pocos recursos. Cosas que dan la impresión de que no hay censura, pero que de fondo son medios de control.
El argumento de Morena solo indica miedo. El electorado empieza a darse cuenta del alcance del populismo el cual, por cierto, no es exclusivo de López Obrador. Ya hubo fuertes ataques al libro de Enrique Krause, “Yo soy el Pueblo”, el cual se ganó muchos insultos y mostró el talante antisemita de muchos de los partidarios de ese partido.
¿Qué sigue? ¿Prohibir libros, películas y programas de televisión porque son extranjeros? ¿Prohibir la Biblia, a Aristóteles y Platón, a Tomás de Aquino, a Solzhenitsyn, a Vargas Llosa o a Yoani por ser extranjeros? ¿Qué sigue? ¿Desterrar a escritores mexicanos por ser inconvenientes a los fines de un partido?
Desde luego, la debilidad del INE es manifiesta, pero también lo es la de las instituciones, incapaces de proteger a la ciudadanía, pero muy capaces de impedir que se conozcan otras opciones políticas. Nos quieren, parece, mantenernos en la ignorancia. Nos quieren tratar como niños, incapaces de entender argumentos políticos y necesitados de protección del Estado. ¿Hasta cuándo nos tratarán como adultos? ¿Hasta cuándo respetarán nuestro deseo de democracia sin limitaciones?
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