En este mundo tan cambiante, la habilidad de aprender constantemente es una de las cualidades más importantes.
Hay un poco de superstición en pensar que un cambio de año nos traerá mejor suerte. O, si a esas vamos, un cambio de década, de siglo o de milenio. Si las situaciones no cambian, los resultados no tienen por qué ser diferentes. Lo que sí puede hacer es el ejercicio de revisar el año que termina y analizar lo que podemos cambiar para este año. Y eso, muchas veces, mejora nuestra suerte.
Eso se aplica, particularmente, para este año 2020. Año horrible, según muchos. Yo lo invito a revisar su año 2020 y tratar de analizar qué aprendizaje le dejó en aspectos personales, sociales, económicos o de otro tipo. Es una oportunidad única, una que no se da más que una vez en varios siglos. La experiencia de cómo atender este tipo de emergencia, de una extensión tan amplia y una difusión tan rápida, no se había dado en los últimos 100 años. Y las situaciones que eran válidas en 1920, ya no son aplicables. Porqué, por ejemplo, la población mundial era sustancialmente menor, estaba mucho más dispersa en comunidades pequeñas y todavía era fundamentalmente rural. En este siglo XXI tenemos grandes conglomerados humanos, megaciudades, zonas metropolitanas y sólo una proporción muy pequeña de la población vive en localidades pequeñas, lo que hace que la rapidez con que se difunde una pandemia es mucho mayor ahora.
Eso nos lleva a que muchos países, incluso con un grado de desarrollo muy importante, no tenían las capacidades ni las ideas claras para atacar de manera decisiva esta emergencia. Países con excelentes sistemas de salud cometieron fallas que ahora, vistas en retrospectiva, fueron errores garrafales. Y, por supuesto, nuestra nación no fue la excepción. Lo cual llevó a la población de muchos países a desconfiar de las indicaciones oficiales, muchas veces con resultados funestos.
De modo que le recomiendo hacer un auténtico examen, sino de conciencia, al menos de actuación, sobre su modo de reaccionar ante una situación inédita. ¿Fue usted de los que hizo compras de pánico al inicio de la pandemia y ahora tiene papel higiénico que no se acabará hasta el junio de 2021 o frijoles que durarán los próximos 3 meses? ¿Fue usted de los que se clavó de una manera obsesiva en la información y termino con una situación grave de depresión? O, tal vez, previo acertadamente cómo serían las situaciones financieras y pudo construir unas mínimas reservas, reducir sus gastos, disminuir su endeudamiento para mantener una capacidad de crédito y afrontar situaciones imprevistas. ¿Fue de los que no tomó la situación como una especie de vacaciones y tomó todas las precauciones razonables?
¿Fue usted de los que aprovechó la situación para emprender o terminar algunos estudios importantes, para leer cosas que lo mantienen actualizado? ¿Qué pudo construir nuevas competencias y capacidades? ¿Fue usted de los que aprovechó la ocasión para consolidar su situación familiar, mejorando sus relaciones con su pareja o con sus hijos?
En mi opinión, hay una pregunta particularmente importante: sabiendo ahora todo lo que ocurrió en el 2020, ¿qué haríamos de manera diferente si hoy volviéramos a empezar ese año? ¿Hubo algo que podríamos haber previsto? ¿Hubo decisiones malas? ¿Qué fue lo que me llevó a equivocarme? ¿Desconocimiento de los hechos, no ver otras opciones, tener excesiva confianza o desconfianza en nosotros mismos?
Pero eso no es todo. De seguro también hubo aciertos. No todo es buena suerte. Usted tomó decisiones acertadas, algunas técnicas, bien informadas, con pensamiento bien estructurado. Y otras, instintivas, aplicando su buen sentido común, su experiencia, que seguro le permitieron acertar. Y está bien: no todo tiene que ser científico. Es importante saber cuándo y en qué campos puede usted confiar en sus instintos. Vea sus decisiones correctas y analice qué fue lo que ocurrió.
No es un proceso fácil. No es casual que yo haya dicho que es un ejercicio. Es trabajo y mucho. En este ejercicio hay dos obstáculos mayores: la soberbia y la falta de confianza en si mismo. Y ambos extremos pueden ser igual de dañinos. De modo que le recomiendo que busque un cuaderno, afile un lápiz (si todavía lo usa) o prenda su laptop y empiece a hacer un autoanálisis.
Y yo daría un paso más: ¿Qué ha aprendido de su modo de aprender? En este mundo tan cambiante, la habilidad de aprender constantemente es una de las cualidades más importantes. Un año tan complejo, con tantos cambios, es una oportunidad de oro para ver cómo reaccionamos ante lo imprevisto. Lo de menos es si tuvo fallas. Lo importante no es eso, lo que debemos de buscar es la capacidad de reconocer nuestros errores y hacer algo al respecto, así como reconocer nuestros aciertos y poder repetir lo que hicimos correctamente. Que ni usted ni nadie puede aspirar a no tener fallas nunca.
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