Nos encontramos en una sociedad profundamente mentirosa que insiste en que las cosas llegan solas, por “suerte”.
Hace una semana tuve la oportunidad de platicar con jóvenes de tercero de secundaria. Me invitaron para platicar sobre mis experiencias e inspirarlos un poco a soñar, a planificar su vida para crear algo memorable.
Así que les conté sobre las veces que he representado a México en eventos de la ONU y de la Federación Rusa, les conté también sobre mi Maestría, mi viaje de intercambio académico y los eventos de tinte social que he organizado.
Les llevé fotografías y se encontraban muy entusiasmados con todas las anécdotas que les iba relatando. Finalmente, hice una pausa y les dije: “Todo lo que les acabo de contar, es lo que la gente sabe de mi, lo que dice de mi. Pero hay muchas cosas que ellos no saben”.
Me miraron confundidos y comencé a regresar en cada una de las dispositivas de mi presentación. Al pasar por las fotografías de mi viaje a Rusia, les compartí que tuve que trabajar muchísimo previamente, elaborar proyectos y juntar el dinero del vuelo para poder vivir esa maravillosa experiencia. De eso, desde luego, no existen fotografías.
Después me detuve un momento en la diapositiva que mostraba las fotografías de mi graduación de la Maestría, y nuevamente les dije: “No hay fotografías de ello, pero tras esto, hay muchos desvelos, horas leyendo, elaborando mi proyecto de aplicación y haciendo tareas”.
Noté que su emoción comenzó a desvanecerse. Lamentablemente, nos encontramos en una sociedad profundamente mentirosa que insiste, especialmente en redes sociales, en que las cosas llegan solas, por “suerte”. No existe tal cosa. Sin embargo, ha sido una estrategia que vende mucho: pastillas para adelgazar sin dieta ni ejercicio, cursos que prometen que serás millonario en poco tiempo y sin esfuerzo, etcétera.
Nos aterra estar incómodos. No soportamos la realidad, y es por ello también que buscamos escapes a través del cine, la música y hasta en las drogas. No es casualidad que sea un negocio tan redituable: por un lado, tenemos a jóvenes que desean escapar de su realidad consumiéndolas, y por otro, hay muchas personas que desean evitar el trabajo y el esfuerzo, únicamente dedicándose a vender a costa de la salud y la violencia social.
No existen fórmulas mágicas. Pero el camino también se disfruta: no todos mis desvelos de estudio en la maestría fueron una tortura, ni el trabajo en los proyectos sociales que he realizado ha sido una terrible experiencia. Al contrario: cuando tenemos la vista fija en el objetivo, podemos aprender a disfrutar de este maravilloso viaje llamado vida, que sólo tiene sentido cuando se vive al servicio del amor.
El éxito real, que podríamos definir como la felicidad personal, se paga con esfuerzo y estrategia, con amor y honestidad. El resto son muy astutos engaños que están siendo adoptados fácil e ingenuamente, por lo que resulta imprescindible educarnos como personas y como sociedad, asumiendo un compromiso real para que nos vaya bien a todos.
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com