¿Dónde están los jóvenes?
Llegó nuestro momento. En este proceso electoral, la juventud mexicana representa el 30% del electorado, una cifra que nos dice que podemos definir el rumbo del país si nos la creemos, si asumimos la responsabilidad que nos otorga este gran poder.
La democracia, sin embargo, es mucho más que votar en una elección. Si fuéramos un país realmente democrático, estaríamos exigiendo en primer lugar mejores opciones como candidatos. Salvo quienes siguen ciegamente a un candidato sin cuestionarle absolumtamente nada, el resto percibimos que terminaremos votando por el “menos peor”, y eso es ya una tragedia electoral.
Como sabemos, cuando la demanda es conformista, la oferta es pobre. Con una educación pública de baja calidad, medios de comunicación al servicio de la promoción de la mediocridad y los antivalores, un salario mínimo que simplemente no alcanza para vivir dignamente y una ola de violencia e inseguridad que tiene al país sumergido en el miedo, es lógico que mucha gente no vaya a votar con la razón, sino con el estómago, con el enojo generado por una clase política que se ha dedicado a saquear nuestro país. Esa es la otra tragedia electoral.
Y todas estas condiciones son las que, en lugar de generar en los jóvenes mexicanos el deseo de involucrarse para cambiar las cosas, de exigir, de cuestionar, simplemente les genera una terrible apatía, escuchan la palabra política y sienten flojera, piensan en los malos candidatos y en todas las injusticias sociales, y no hacen más que compartir memes tontos.
Son también estas las condiciones que lograron que durante muchísimos años, antes del acceso generalizado a internet, la población pasara horas viendo pésimo contenido televisivo sin cuestionar, solo por “entretenimiento”, cuando debería darnos mucho miedo que quieran “entretenernos”. Y son esas mismas condiciones las que hacen que el mexicano promedio lea menos de un libro al año.
¿Podemos realmente hablar de un progreso social gracias a las nuevas formas de comunicación? Hoy ya no vemos televisión, los jóvenes presumimos con cierta superioridad intelectual que nos choca la agenda televisiva y que tenemos acceso a internet, pero, ¿qué hacemos con él? Lo mismo que Televisa hacía con nosotros: muchos jóvenes lo utilizan simplemente para compartir contenido basura, sin mayor relevancia. Estamos tan llenos de esa suciedad cultural, que aunque nos den todo para salir de ella, continuamos elogiándola y promoviéndola.
El país no va a cambiar por un candidato, especialmente si nuestro futuro presidente se encuentra entre los ya cuatro aspirantes. El país va a cambiar cuando los jóvenes tomemos las riendas del país y trabajemos por generar mayor justicia y paz, y dejemos de ser promotores de la cultura que tiene al país sumido en la ignorancia.
Durante la elección pasada, unos amigos y yo realizamos un foro sobre paz y justicia donde invitamos a los candidatos a la diputación de nuestro distrito. El evento finalizó con un compromiso de parte de los asistentes por trabajar sobre algunos puntos muy sencillos que son totalmente generadores de cambio. ¿Dónde están los jóvenes? ¿quejándose, burlándose con memes o exigiendo que nuestros representantes hagan su trabajo?
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com