El mexicano es por naturaleza un ser alegre, que busca, que lucha.
En ánimos mundialistas México cuenta con sentimientos encontrados: hemos perdido, hemos ganado. Como en la vida, como nos pasa a todos. Hemos visto a una Corea del Sur sin posibilidades de continuar y aún así dando su mejor esfuerzo en la cancha, sin nada que perder, únicamente motivados por el orgullo de volver a casa sabiendo que dieron lo mejor, que derrotaron al campeón del mundo y lo sacaron de la jugada.
Por otro lado, no deja de sorprender el siempre admirable humor mexicano: sin importar las circunstancias, los memes más creativos no dejan de compartirse masivamente en las redes sociales. Perdiendo o ganando, en medio de las peores crisis de corrupción y violencia, a unos días de una difícil elección presidencial… basta con revisar facebook, twitter, instagram y hasta whatsapp para esbozar una sonrisa que sólo puede venir de una ingeniosa mente mexicana que sabe disfrutar de la vida, venga como venga.
En repetidas ocasiones he criticado al meme por tratarse de una expresión que no permite un razonamiento real, sino que reduce las grandes situaciones a un nivel de pensamiento sumamente básico. Hoy quiero ir un poco más allá, pues aunque el meme es un fenómeno internacional, mezclarlo con el humor del mexicano es un cóctel que no tiene precio.
El mexicano es por naturaleza un ser alegre, que busca, que lucha. Se levanta después de un sismo sin necesitar del gobierno -incluso en ocasiones a pesar de él-, y no hay nada más importante que la familia en su mapa de prioridades. Por los suyos es capaz de cosas grandiosas, como cruzar una frontera y arriesgarlo todo. El mexicano ha sufrido numerosos abusos de poder, inclemencias del clima, una educación deficiente -en el mejor de los casos- y una historia apasionante, derramamientos de sangre y héroes, algunos reales y otros construidos por la historia oficial.
Aunado a esto, el mexicano vive en un ambiente intranquilo, pues gran parte de su país ha sido secuestrado por el crimen organizado, sus gobernantes son cómplices o indiferentes -no sé cuál opción sea peor- y muchos mexicanos -aunque los candidatos a la presidencia de la república lo nieguen- sobreviven con 2 dólares al día.
En medio de este complejo escenario, nos encontramos con ciertas situaciones que permiten al mexicano alegre emerger, expresarse y dejar de negar su naturaleza auténtica. Una de ellas es, definitivamente, el mundial de fútbol, donde contra todas las adversidades, podemos proyectarnos como ganadores de algo tangible, sentir una emoción compartida e incluso unirnos como país. La copa del mundo activa en nuestro cerebro el orgullo y la pasión que nos hace capaces de enojarnos, alegrarnos y hasta llorar. Quizá ninguna “injusticia” se ha vuelto tan viral como el famoso #NoEraPenal, lo que nos permite cuestionarnos qué habría que hacer para generar un sentimiento colectivo de similar indignación ante las tragedias sociales que afectan a nuestro país. Con todo, las alegrías también se celebran, acompañadas de tequila y la entonación masiva de Cielito Lindo, esa que a todos nos enchina la piel.
Y es entonces que el meme se convierte en un código de nacionalismo y alegría, el pretexto ideal para compartir con alguien más de manera virtual y regalarle una sonrisa.
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com