Violencia familiar en época de crisis

Este tiempo puede verse como un tiempo de terapia intensiva para desterrar virus con los que convivíamos e iban a terminar de muy mala manera con nuestra vida.


Problemas en casa


A la luz de las siguientes palabras del cardenal Sarah se pueden sacar muchos propósitos para reencaminar nuestra vida: “La experiencia del confinamiento ha permitido que muchos redescubran que dependemos real y concretamente los unos de los otros. Cuando todo se desmorona, solo quedan los vínculos del matrimonio, la familia y la amistad. Hemos descubierto de nuevo que somos miembros de una nación y, como tales, estamos unidos por lazos invisibles pero reales. Y, sobre todo, hemos redescubierto que dependemos de Dios”.

Hay muchos datos del aumento de violencia dentro de los hogares en esta etapa de crisis por un virus. Y no nos damos cuenta que otro virus peor, ya venía causando estragos en bastantes familias y las destruía, porque faltaba la auténtica convivencia, unos llegaban y no compartían, estaban metidos en “sus cosas”, tampoco se notaba su ausencia si no estaban.

Ahora, con motivo del confinamiento, el futuro es incierto, habrá que afrontar muchas pérdidas de fuentes de ingresos, de irreparables defunciones, de la propia incapacidad para afrontar esos problemas, de los efectos de la violencia familiar si la hemos ocasionado por la falta de dominio de nuestras reacciones destempladas, y otros muchos imponderables.

De todos estos asuntos, el que urge enfrentar y resolver es el de la violencia, con ella estamos propagando el más dañino virus pues ataca y destruye a nuestros seres queridos, los más próximos, quienes son nuestro principal tesoro y alocadamente, por falta de control, de este modo rematamos la riqueza más grande que tenemos.

Estamos a tiempo de rectificar pues nos quedan aún días de convivencia bajo el mismo techo. Si en algún momento valoramos lo que tenemos, urge entrar en razón y reencaminar nuestro futuro. Al grave problema económico no hemos de sumar el más grave de la ruptura de los lazos personales más cercanos.

Para que sea eficaz el modo de combatir la violencia familiar es necesario afrontar las causas. No se combate de la misma manera lo que proviene de unas manifestaciones de cólera, de pasividad o de efecto de las drogas o de la pornografía. Esto exige respuestas personales sinceras y reconocer los elementos externos que afectan. Los medios para rectificar son distintos y la selección de las personas que nos pueden ayudar debe ser muy prudente.

Ir por delante para rectificar, alcanzar la salud espiritual, para luego estar en condiciones de ayudar a quienes han sufrido los efectos de nuestra propia violencia. Están afectados, dolidos, tal vez con la decisión de buscar rupturas definitivas, y hay que encontrar los medios adecuados para contrarrestar esas determinaciones, nocivas para todos.

No podemos resolver nuestros problemas con una visión miope, se trata de fortalecerse y alcanzar las condiciones para ayudar también a quienes ni nos imaginamos que nos necesitarán. No podemos meter más basura al mundo por el egoísmo de no resolver ya los problemas que hemos causado y los efectos de todo tipo, como resentimientos o afán de venganza. Si nos decidimos a humillarnos y recorrer ese camino con auténtico afán de reparación, nos pondremos en condiciones de adquirir una experiencia muy valiosa, vivida en primera persona. Esto da mucha autoridad.

Necesitamos un mínimo de felicidad para subsistir, enseña el sabio Tomás de Aquino, el problema es en dónde buscamos la felicidad. Algunos en las sensaciones, por ejemplo un mujeriego, un adicto al alcohol a las drogas o a la pornografía. O en el poder absorbiéndose en los mítines con descuido de la familia, o en el hogar manteniendo posturas autoritarias. Cuando en realidad la felicidad consiste en enfocar de modo positivo –en el bien–, lo que tenemos: comprender y disfrutar donde estamos y lo que hacemos.

Tres son los motivos de fondo por los que nos tenemos que preocupar, si están en terapia intensiva: salvarlos: los vínculos del matrimonio, la familia y la amistad. Si se trata de los cónyuges con sinceridad ver qué vínculo se ha debilitado por la culpa personal y rehacerlo, la otra parte aceptar el esfuerzo que le proponen, llenarse de esperanza y darle la oportunidad. Los hijos son fundamentales para apoyar y limar asperezas.

Obviamente si se fortalecen los vínculos del matrimonio, la familia se beneficia, al menos los progenitores se llevan bien, pero los problemas pueden ser entre los hijos, o de los hijos con los padres. Y también cuentan los miembros de la familia extensa. En el caso de la familia, además de las relaciones interpersonales, la situación económica cuenta para tener los recursos materiales adecuados: espacios, mobiliario, útiles de trabajo, alimentación, salud y esparcimiento. Nada de esto es superfluo.

La amistad empieza a darse, en primer lugar, con los miembros de la familia, luego con todas aquellas personas que son afines. Sin embargo, es necesario recordar que la verdadera amistad se da entre quienes se ayudan a mejorar. No es amistad la de quien incita las bajas pasiones: la infidelidad, la injusticia, la mentira, en el fondo cualquiera o todos los pecados capitales: soberbia, ira, gula, envidia, lujuria, pereza y avaricia.

Pues para verdaderamente demostrar que se quiere aprovechar esta etapa especial de enceramiento para cambiar, tener el valor de seguir un plan muy estricto para dejar el alcohol, las drogas o la pornografía derivados de la gula y la lujuria. Ocupar el tiempo para desterrar la pereza o la envidia. E internamente apreciar a los demás aunque sean muy distintos, para combatir la soberbia. Evitar cualquier manifestación de injusticia para no maltratar a los otros, así se combate la ira. También justicia para reconocer el salario que corresponde al trabajo realizado, así se combate la avaricia.

Este tiempo puede verse como un tiempo de terapia intensiva para desterrar virus con los que convivíamos e iban a terminar de muy mala manera con nuestra vida. Y a los demás les ahorraremos muchos dolores de cabeza en el futuro.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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