Las armas con las que se intentó impedir la llegada de Kavanaugh a la Suprema Corte norteamericana fueron la mentira y el sentimentalismo. Todo con la intención der imponer posturas ideológicas y leyes a favor de metas erróneas como el aborto.
He seguido con atención los avatares de la nominación de Kavanaugh como uno de los jueces para la Suprema Corte de los Estados Unidos. El proceso nos muestra los alcances del ser humano para imponer sus propios intereses sobre el Bien. Bien con mayúscula, bueno para todos…
Estas acciones nos hacen ver la confusión reinante que afecta a todos los niveles. Tal vez tenga su base en el individualismo independentista, cuya manifestación es la desvinculación y, por eso, la negación para admitir alguna influencia positiva venida de los demás. Entonces, sólo queda la propia opinión como única luz orientadora. Y esa es una tentación de la que ninguno estamos exentos.
Así la dimensión social de la persona queda totalmente ignorada. Aunque sí hay una apariencia de sociabilidad que consiste en agruparse solamente con quienes coinciden absolutamente con las personales opiniones. Esto explica la necesidad de imponer a los demás lo que se piensa, se cree y se hace. No hay interlocución sino imposición, con guante suave, pero imposición.
Antecedentes iluminadores
Es importante no confundir: lo transitorio con lo permanente, lo universal con lo particular, lo general con lo local. Y los diversos niveles que van de lo más amplio a lo concreto. Esto muestra un orden imprescindible para la cordura en el pensar, la rectitud en el actuar y la oportunidad en la colaboración.
Como fundamento de todo está la permanencia en el bien. Y entonces surge la pregunta obligada:¿qué es el bien?
Como el bien es para todos, tiene una respuesta simple, el problema es que las personas somos complicadas y complicamos. Pues el bien consiste en la realización plena de la naturaleza de las cosas.
Por ejemplo, si me ofrecen un coche con determinada capacidad: velocidad que desarrolla, gasto de combustible, durabilidad, etcétera, y compruebo que sí se da lo prometido, confirmo que adquirí un buen coche. Si el coche no cubre todo eso concluyo que no es bueno.
Si afirman que un determinado medicamento elimina unas molestias y efectivamente sucede, estoy ante un buen medicamento.
Con los seres vivos sucede lo mismo, es un bien todo aquello que respeta y fortalece su naturaleza. Por ejemplo: una saludable alimentación, una equilibrada convivencia con los de su misma especie, unos logros de acuerdo a la etapa, etcétera.
Lo mismo sucede con la persona humana: es bueno lo que le hace bien de acuerdo a su naturaleza –individual y social–. Sin embargo, a este nivel todo resulta más rico, pero más complejo. Rico si se hace buen uso de la libertad: esto sucede cuando las elecciones no le hacen daño al elector, ni daña a los demás. El problema aparece cuando las pasiones nublan la recta elección, y domina el afán de venganza, el desprecio, la competencia mal sana, la envidia, la necedad de anteponer los propios intereses…
Por lo tanto, el bien es muy concreto, e independiente del gusto, de las preferencias, de las metas, de quien asume el poder. En el caso de un juez, se pide que tenga muy claras estas ideas para poder promover el bien para todos. El auténtico bien que impulsa la vida bien vivida.
Y las leyes han de estar para facilitar el buen actuar, para mostrar el buen camino donde transitar con seguridad. Pero como hay rebeldes, se ponen castigos, que “obligan” a éstos a portarse bien, y eso, ya es bueno porque deja la huella de una buena acción.
Lo que mostró el proceso del juicio
Subrayo dos aspectos: la falta de respeto a un ser humano, sin ningún freno, aunque se destruya la honra con tal de lograr los intereses partidistas. Y, el empecinamiento en las propias opiniones aún a costa del desprecio de los resultados de la investigación de instituciones de prestigio. Queda clara la manifiesta falta de respeto a la verdad.
Esto es tremendo porque al más alto nivel se puede asesinar moralmente a una persona ante toda una población. Y despreciar el trabajo de una serie de expertos que buscan la verdad. En este caso de FBI que por séptima vez investigó sobre la vida de Kavanaugh y le volvió a encontrar inocente.
Se habló de venganza del destituido director del FBI James Comey, para frustrar la candidatura de Trump a costa de aniquilar a Kavanaugh.
Se admitió la mentira de tres acusadoras de violación como arma para levantar serias sospechas, y se olvidó que mientras no se demuestre la culpabilidad el acusado se considera inocente. Sin embargo, se creyó la acusación y hubo que mostrar la inocencia. Pero aun así, todavía hay muchas voces acusadoras.
Se luchó por imponer posturas ideológicas y leyes a favor de metas erróneas como el aborto. Otra vez las armas son la mentira y el sentimentalismo con la finalidad de liberar a las mujeres de embarazos no deseados.
Con 50 votos a favor y 48 en contra, el Senado de Estados Unidos confirmó a Brett Kavanaugh para integrar la Suprema Corte. Y queda para la historia la honestidad del senador Joe Manchin III, de West Virginia, único demócrata que apoyó al juez Kavanaugh.
Con esta nominación queda garantizada la defensa de la vida.
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