Egipto es un país milenario, heredero de una de las culturas más grandes de la antigüedad, tierra santa, con una posición geográfica coyuntural. A ese lugar, invitaron a Su Santidad las autoridades civiles y las religiosas. Allí acudió dos días: 28 y 29 de abril, no a hacer turismo –sí le hubiera gustado conocer las pirámides, como le contestó a un reportero en el viaje de regreso-, sino a llevar mensaje de esperanza y a favorecer la unidad y la paz.
Algunos de los notables aspectos de la cultura egipcia es la reverencia a lo divino, las dimensiones de sus templos son para que los habiten las deidades; el respeto y el afán de eternizar a los faraones porque son de estirpe divina, y precisamente el modo de concretar el acceso a la otra vida les lleva a dominar las técnicas del embalsamamiento.
Tierra Santa, Dios muestra cómo saca bienes de un nefasto sentimiento fratricida en contra de José. José es un ejemplo de político honesto, el segundo hombre más importante después del Faraón, administra los bienes con total honestidad y justicia. Así responde a la confianza que han depositado en él. Prudente para afrontar tiempos difíciles, con un sentido de solidaridad que cruza fronteras, porque en los años de hambruna tiene alimento para los egipcios y para otros pueblos que acuden a solicitarlo, como sus hermanos. Cuánto bien pueden sacar ahora los políticos si aprendieran de la conducta de José: honesto, previsor y capaz de aportar beneficios a países vecinos.
Tierra Santa porque allí habita primero José, hijo muy querido del patriarca Jacob, hijo de Isaac, nieto de Abraham. José invita a su padre y a sus hermanos con sus familias y el Faraón les asigna un buen territorio. En esa tierra Dios cambia el nombre a Jacob por Israel, y los descendientes –israelitas- forman el pueblo elegido por Dios.
Tierra Santa porque en ella nació Moisés, el más grande profeta del Antiguo Testamento.
Tierra Santa porque allí envía Dios a José, María y Jesús niño, para salvarse de la persecución de Herodes. En una de las homilías el Papa Francisco hace alusión a este suceso. La Sagrada Familia con su presencia santifica el lugar.
Trascendencia del viaje porque las autoridades de Egipto asumen una idea expresada por Francisco y reiterada en este viaje: no hay guerra santa, Dios bueno no manda matar a otros, esta es una falsa interpretación… Y ahora, esta afirmación no es sólo de Sumo Pontífice sino también de las autoridades
El primer día, después de la reunión con el Presidente Abdel-Fattah Al-Sisi en el palacio de Qars al-Orouba, se dirige a la Universidad Al-Azhar en donde está terminando el Congreso interreligioso por la paz, cuya finalidad es detener el terrorismo y evitar que las religiones promuevan la violencia. Seguramente la intervención más importante porque asisten personas de religión islámica de distintas corrientes y con autoridades del islam sunita, son unos 200 líderes religiosos. En esa Universidad también estuvo Juan Pablo II.
Después de las palabras del gran imán de la Universidad, el jeque Ahmed Mohamed al-Tayyeb, el Santo Padre inicia con un llamado a “eliminar las justificaciones de la violencia, porque la violencia es la negación de la auténtica religiosidad. Y que como responsables religiosos es necesario desenmascarar la violencia y las violaciones. Porque Dios es santo y es Dios de paz”.
Insiste en “el diálogo, especialmente interreligioso, estamos llamados a caminar juntos con la convicción de que el futuro de todos depende también del encuentro entre religiones y culturas. En este sentido, el trabajo del Comité mixto para el Diálogo entre el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y el Comité de Al-Azhar para el Diálogo representa un ejemplo concreto y alentador”. Añade: “la religión no sólo está llamada a desenmascarar el mal sino que lleva en sí misma la vocación a promover la paz, probablemente hoy más que nunca”.
Termina con las siguientes palabras, antes de desear la paz en árabe: “Espero que, con la ayuda de Dios, esta tierra noble y querida de Egipto pueda responder aún a su vocación de civilización y de alianza, contribuyendo a promover procesos de paz para este amado pueblo y para toda la región de Oriente Medio”. A lo largo de la exposición respondieron con muchos aplausos.
Se dirige al patriarcado copto ortodoxo donde le recibe Tawadros II, después de un encuentro privado, el Papa Francisco inicia su discurso refiriéndose a la fiesta de la Resurrección, que este año fue en la misma fecha para las dos iglesias.
Después de instar a seguir dando más pasos para la unidad, hace ver que quienes “hoy se alegran de manera especial de nuestro encuentro son los santos Pedro y Marcos. Es grande el vínculo que los une. Basta pensar en el hecho de que san Marcos puso en el centro de su Evangelio la profesión de fe de Pedro: «Tu eres el Cristo». Fue la respuesta a la pregunta, siempre actual, de Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» (Mc 8,29)”.
Más adelante añade: “En la Sagrada Escritura, Pedro corresponde en cierto modo al afecto de Marcos llamándolo «mi hijo» (1 P 5,13). Pero los vínculos fraternos del Evangelista y su actividad apostólica se extienden también a san Pablo el cual, antes de morir mártir en Roma, habla de lo útil que es Marcos para el ministerio (cf. 2 Tm 4,11) y lo menciona varias veces (cf. Flm 24; Col 4, 10).
Caridad fraterna y comunión de misión: estos son los mensajes que la Palabra divina y nuestros orígenes nos transmiten. Son las semillas evangélicas que con alegría seguimos cultivando y juntos, con la ayuda de Dios, procuramos que crezcan (cf. 1 Co 3,6-7)”.
Después Tawadros II y Francisco van a rezar por quienes murieron el domingo 11 de diciembre de 2016, en un atentado terrorista.
Al día siguiente, dedicado al encuentro con la comunidad católica que vive en Egipto, el papa Francisco, en El Cairo, en el Estadio de la Aeronáutica Militar, celebra la Santa Misa. Asisten Yawadros II así como el Patriarca copto católico Anba Antonios Aziz Mina.
En la homilía, entre otras ideas dice: “A Dios sólo le agrada la fe profesada con la vida, porque el único extremismo que se permite a los creyentes es el de la caridad. Cualquier otro extremismo no viene de Dios y no le agrada”.
“No tengan miedo a amar a todos, amigos y enemigos, porque el amor es la fuerza y el tesoro del creyente.
La Virgen María y la Sagrada Familia, que vivieron en esta bendita tierra, iluminen nuestros corazones y les bendiga y al amado Egipto que, en los albores del cristianismo, acogió la evangelización de san Marcos y ha dado a lo largo de la historia numerosos mártires y una gran multitud de santos y santas”
Su último evento, antes de regresar a Roma, es con el clero, religiosos y religiosas. Es innegable el afán de ayudarles a tirar más alto. Por eso después de agradecer su trabajo y su testimonio, les anima a no tener miedo al peso de cada día, al peso de las circunstancias difíciles por las que algunos atraviesan.
Luego dice: “sed una fuerza positiva, sed la luz y la sal de esta sociedad, la locomotora que empuja el tren hacia adelante, llevándolo hacia la meta, sed sembradores de esperanza, constructores de puentes y artífices de diálogo y de concordia “.
Les enumera varias tentaciones para que las venzan y les impulsa a “sacar provecho del ejemplo de san Pablo el eremita, de san Antonio Abad, de los santos Padres del desierto y de los numerosos monjes que con su vida y ejemplo han abierto las puertas del cielo a muchos hermanos y hermanas; de este modo, también serán sal y luz, es decir, motivo de salvación para vosotros mismos y para todos los demás, creyentes y no creyentes y, especialmente, para los últimos, los necesitados, los abandonados y los descartados”.
En tan poco tiempo, Su Santidad mostró un futuro de unidad y de paz. Y, seguramente derrumbó muchos malos entendidos.
Y, como siempre nos recuerda: no dejemos de rezar por él.
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