Tradición

La tradición es el modo de conservar y practicar hechos, dichos u objetos, o conmemorar acontecimientos que nos enseñan los antepasados y las seguimos transmitiendo.



Una de las actividades de la celebración de los 50 años de fundación de la Universidad Panamericana, fue el nombramiento de Doctores Honoris Causa a cinco personas ejemplares en sus respectivos campos laborales. Tuvo lugar en el IPADE, el pasado sábado 13 de octubre. Hablar de ellos requerirá otro artículo. En éste me refiero al evento en sí, a su estructura, desde mi perspectiva.

Estábamos los doctores del cuerpo docente de la universidad, reunidos en grupos por el área en la que participamos. Nos ubicaban los colores de las mucetas y birretes, y esos colores nos distinguían de los de otras áreas. Ese ritual nos facilitó ocupar nuestro lugar, además del hecho de encontrar a nuestros colegas o de reconocer a quienes estuvieron en otro tiempo o en otra sede.

Y, de allí, esta reflexión sobre el tesoro de las tradiciones, de los rituales, de la liturgia. Gracias a ellos, hay eventos que tienen la magia de comprimir el pasado con el presente, para valorar lo trabajado, agradecer lo recibido y sentir la responsabilidad de hacérselo saber a otros, para enriquecer el futuro. Además, vale considerar que los rituales, de modo inmediato, nos dieron la seguridad de cómo proceder.

Definitivamente es otra manera de comprobar que somos, cada uno, específicos en nuestra tarea; pero necesariamente vinculados. Colaboramos y disfrutamos de las aportaciones de los demás, tanto del pasado como del presente. Esta reflexión surge gracias al comentario de una colega: “cuánto trabajo hay detrás de todo esto”…

Por eso, sin caer en el tradicionalismo, ni en el desprecio de lo que no hemos hecho nosotros o los de nuestro grupo, es imprescindible respetar y aprender de los demás. Y asumir las variadísimas aportaciones para construir. De allí la importancia de conocer la historia: de dónde venimos; que han hecho nuestros semejantes; qué nos han dejado: tradiciones, rituales. Sin todo esto seguiríamos en la etapa de las cavernas.

La tradición

La tradición es el modo de conservar y practicar hechos, dichos u objetos, o conmemorar acontecimientos que nos enseñan los antepasados y las seguimos transmitiendo. Todo ello se hace porque se considera valioso y digno de perpetuarse. La tradición es una forma de herencia. Va forjando la cultura. De allí nacen los días festivos, con sus específicas celebraciones familiares o institucionales, religiosas o cívicas, con sus respectivos rituales que dan origen a las liturgias.

Por eso, sin tradiciones las personas acabamos siendo parias: desvinculadas, desprotegidas, aisladas, excluidas, miserables. Esta es la razón de cuidar nuestras tradiciones familiares, escolares, laborales, civiles y religiosas. Teniendo en cuenta que las tradiciones sufren cambios, pero es de desear que esos cambios sean para enriquecer no para empobrecer.

Y para facilitar la integración a las celebraciones tradicionales surgen las liturgias.

La liturgia

Liturgia es palabra griega, compuesta del adjetivo leitos que viene de laos: pueblo, y de erg – ergon que como verbo es erdo, erxa y significa obra, servicio, acción. Etimológicamente liturgia significa acción pública, servicio público, obra pública. Además, ese servicio lo realizan personas con alto nivel.

En Atenas había liturgias cíclicas para preparar juegos públicos o eventos solemnes, y liturgias extraordinarias como la preparación de una nave para la guerra. Aristóteles ve a la liturgia para procurar el bien privado y el bien común. Por eso, se aplica a múltiples asuntos como el servicio militar, a ejercicios físicos o al culto a los dioses.

Por estos días en nuestro país, se ha organizado una liturgia para evocar la llegada de la flama olímpica para la celebración de los Juegos Olímpicos en 1968.

Las universidades fundadas en occidente en la Edad Media tienen una liturgia intrínsecamente cristiana, y por tratarse de centros dedicados a la educación obviamente cuentan con la invocación al Espíritu Santo, el Maestro de maestros.

Por eso, en los eventos especiales hay dos cánticos obligados: el Gaudeamus igitur y el Veni Creator Spiritus.

La entrada de los doctores al recinto fue acompañada por el Gaudeamus igitur (Alegrémonos pues). Es una canción estudiantil de autor desconocido, originaria de las universidades alemanas, a mediados del siglo XVIII. Se canta en latín y su traducción es:

Alegrémonos pues,
mientras seamos jóvenes.
Tras la divertida juventud,
tras la incómoda vejez,
nos recibirá la tierra.

¿Dónde están los que antes que nosotros
pasaron por el mundo?
Subid al mundo de los cielos,
descended a los infiernos,
donde ellos ya estuvieron.

Viva la Universidad,
vivan los profesores.
Vivan todos y cada uno
de sus miembros,
resplandezcan siempre.

Nuestra vida es corta,
en breve se acaba.
Viene la muerte velozmente,
nos arrastra cruelmente,
no respeta a nadie.

¡Viva nuestra sociedad!
¡Vivan los que estudian!
Que crezca la única verdad,
que florezca la fraternidad
y la prosperidad de la patria.

Viva también el Estado,
y quien lo dirige.
Viva nuestra ciudad,
y la generosidad de los mecenas
que aquí nos acoge.

Muera la tristeza,
mueran los que odian.
Muera el diablo,
cualquier otro monstruo,
y quienes se burlan.

Florezca la Alma Mater

que nos ha educado,
y ha reunido a los queridos compañeros
que por regiones alejadas
estaban dispersos.

Una vez reunidos todos en el recinto, se entonó el Veni Creator Spiritus. Un sublime himno que honra al Espíritu Santo; compuesto en el siglo IX. Es imprescindible en las grandes ceremonias de la Iglesia, especialmente en la fiesta de Pentecostés. La letra dice:

Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles
y llena con tu divina gracia,
los corazones que Tú creaste.

Tú, a quien llamamos Paráclito,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, dedo de la diestra del Padre;
Tú, fiel promesa del Padre,
que inspiras nuestras palabras.

Ilumina nuestros sentidos,
infunde tu amor en nuestros corazones
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.

Aleja de nosotros al enemigo,
y danos pronto la paz;
sé Tú nuestro guía,
para que evitemos todo mal.

Por ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y creamos en ti, su Espíritu,
por los siglos de los siglos.

Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó de entre los muertos,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos de los siglos. Amén.

Y en la liturgia de la Universidad Panamericana se terminó la ceremonia con el Himno de la Universidad.

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