Para lograr un buen trabajo, es necesario ser un buen trabajador. En este rubro algo estamos haciendo mal, pues tenemos el recientísimo caso del desplome de los vagones de la Línea 12 del Metro.
La semana pasada escribí sobre los beneficios del trabajo. Lo inmediato que luce a simple vista es el sueldo. Indispensable y necesario para conservar la vida honorablemente. Los otros beneficios saltan a largo plazo: el desarrollo personal y los beneficios sociales.
Para los beneficios sociales es necesario formarse bien y luego trabajar de la mejor manera y nunca aceptar un puesto para el que no se está capacitado. Desperdiciar el tiempo para estudiar o aparentar saber con el fin de acceder a un empleo es corrupción. Ante los actuales sucesos debemos recordar “lo hecho en México está bien hecho”.
Pero para el logro de las condiciones de un buen trabajo es necesario ser un buen trabajador. En este rubro algo estamos haciendo mal. Tenemos el recientísimo caso del desplome de los vagones de la Línea 12 del Metro.
Todos estamos dolidos por tan triste suceso. Mucho muy dolidos por las familias que han perdido a sus seres queridos en tan trágico momento. Y luego por los heridos que luchan por recuperarse sin el apoyo extraordinario que necesitan.
A estos dolores se añade el que sentimos por nuestra patria y por las reacciones de quienes ocupan puestos en el gobierno y nos muestran el modo de afrontar su quehacer. Estas personas merecen nuestro respeto por la investidura que tienen, aspecto que prácticamente ya no se toma en cuenta, porque nos defraudan. En este terrible suceso estas personas por los resultados y las aptitudes abiertamente muestran incompetencia. No debieron aceptar el puesto.
Es una triste postura la del presidente al juzgar que quienes, en otras ocasiones, han acudido a lugares de un desastre, para acompañar a los dolidos, sean todos unos hipócritas. Es muy libre de pensar y hacer lo que él vea conveniente, pero por la boca muere el pez. El siguiente fin de semana de la desgracia lo pasó en el sur de la República. Al buen entendedor pocas palabras.
Este acontecimiento afecta también el discurso de las mañaneras. En este caso es imposible usar el argumento de la nefasta herencia de los neoliberales, el bozal se lo puso él mismo. Aquí no caben distractores, los hechos hablan.
Sobre este suceso hay múltiples datos y opiniones, basta ver el Financiero, Expansión, Reforma y todos los demás medios. Sin excepción confirman que el trabajo realizado en la Línea 12 del Metro tuvo muchas irregularidades, por decisiones mal fundamentadas, por cambios sobre la marcha muy simplistas y miopes y muchos otros detalles incontables.
Pero la voz más potente es la del pueblo, la de los vecinos que fueron testigos de la construcción de esa línea, la de quienes vieron la obra “terminada” con resquebrajamientos que denunciaron porque adivinaban el peligro. Los mismos maquinistas y operarios del Metro son testigos y anunciaron la desgracia. También los usuarios veíamos el deterioro y oíamos sonidos alarmantes, así como la continua irregularidad en el flujo de los vagones. Muchas veces comprobé lo sufrido que es el pueblo. El pueblo lo advirtió, el pueblo lo denunció. Quiénes no lo escucharon, quiénes no hicieron su trabajo y por qué no pusieron remedio, tienen un gravísimo cargo de conciencia.
Ante el percance, de inmediato los vecinos salieron a prestar auxilio a las víctimas e hicieron lo que pudieron. Y lo siguen haciendo. Otra vez se comprueba la solidaridad del pueblo mexicano. La gobernadora de la ciudad acudió, le compete investigar para ver causas y poner remedio. Pero de inmediato debió ofrecer apoyo a las víctimas y a sus familias. Estamos a una semana de la desgracia y nadie sabe nada, ya deberían contar con la ayuda: trato a los heridos, dónde alojar a los parientes que vienen de lejos, medicinas, en definitiva, con qué apoyo económico cuentan para funerales, tratamientos, etcétera.
Un comentario generalizado que pone el dedo en la llaga señala la mal entendida y la mal aplicada austeridad combinada con la corrupción que no ataja el gobierno, sazonado todo esto con la impunidad absoluta y flagrante. En conclusión: la corrupción mata, la austeridad le ayuda. En este caso la austeridad suspendió durante un lapso el puesto del director de mantenimiento y la corrupción conocida de desviar el rubro destinado al mantenimiento.
Este accidente anuncia el deterioro general del sistema de transporte. Ya hubo incendios, ya hay resquebrajamientos en columnas de otras estaciones… El pueblo sigue denunciando… El tiempo cobra la falta de supervisión y reparación.
La Línea 12 se inauguró y luego se suspendió el servicio porque había fallas. Esto lo vimos todos y siempre se advirtieron defectos. Recientemente con el paso de los años, la red del Metro se encuentra peligrosamente desgastada. El pueblo lleva meses advirtiendo los peligros en la estación Pantitlán. Y como eso muchas más advertencias.
Sobre la Línea 12, no se trata de reproducir los informes de otros medios, pero sí conviene reflexionar en los siguientes datos que hablan por sí mismos, aunque quieran dar explicaciones deformadas.
El Metro de Ciudad de México careció de subdirector de Mantenimiento durante al menos un año antes del accidente que cobró la vida de 23 personas y dejó otras 79 heridas la noche del pasado 3 de mayo, publicó Expansión. Florencia Serranía, directora general del Metro, respondió el 7 de enero al cuestionamiento del entonces diputado local Jorge Gaviño: “La vacante del subdirector general de Mantenimiento, doctor Gaviño, es que yo soy la subdirectora general de Mantenimiento. El Metro tiene tantos problemas que decidí durante este año tomar esa posición doble para poder instrumentar integralmente lo que requiere el Metro”. Allí están los resultados 4 meses después de esa respuesta.
Copio otro texto que publicó Expansión, sobre la construcción de la “Línea Dorada”: Para ahorrar dinero, el GDF pidió que las ruedas de los vagones fueran como las de los trenes (rodaduras férreas) y no neumáticas, como el resto de los metros. Al respecto, quien era director del Servicio de Transporte Colectivo (SCT) Metro en 2007 envió un documento a Ebrard señalándole que, por seguridad, las ruedas de los vagones debían ser neumáticas, ya que “si se llegara a descuidar el mantenimiento de las vías cuando la rodadura es férrea, se podrían originar accidentes muy lamentables”. Pero el dictamen técnico expedido por el GDF hizo caso omiso de dicha recomendación, porque el mantenimiento de las ruedas férreas sería, al año, 7% más barato que el de las neumáticas.
Los hechos hablan, que no nos engañen.
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