Todo ser humano tiene una dimensión política, si entendemos a la política como el nivel más elevado del espíritu de servicio a quienes nos rodean. Este es el sentido más amplio y la tendencia propia de todo ser humano para dar consistencia a la necesidad del apoyo mutuo, indispensable para supervivir como personas sociables, relacionales por naturaleza.
Siempre es interesante conocer el origen de las palabras pues allí descubrimos el significado de lo que se deseaba expresar. Política viene de vocablos griegos: politeia, política y politiké. Con esas palabras querían referirse a la ciudad, al conjunto de ciudadanos que la integran, a la Constitución política, a los asuntos de la política y al arte de la política. Es un riquísimo contenido que se sigue manteniendo en esa palabra.
Quien tiene una actividad política sea cual fuere, lleva la voz cantante en las tomas de decisiones. En cualquier circunstancia tener un sitio de punta requiere humildad y no perder la propia ubicación. El peligro es disfrutar con la experiencia de tener seguidores, acertar en la propuesta y concluir que es imprescindible para la buena marcha de los asuntos seguir ocupando el primer lugar.
Quien se deja seducir por el poder inicia el descamino porque acabará olvidando el compromiso de ayudar a los demás pues poco a poco irá creciendo su ego y viendo a los demás en un plano muy inferior. Quien tiene responsabilidad de líder en cualquier grupo, sea familiar, institucional o en cualquier nivel del ámbito social, ha de tener presente que su papel es lograr que todos participen del bien común.
El bien común en la familia consiste en acoger a todos y hacerlos participar de los recursos que los progenitores consiguen, con el fin de educarlos y hacer que a su vez los hijos durante su desarrollo participen de esa dinámica a favor de los demás. Una aberración familiar consiste en distorsionar el bien común al incitarse a participar en asuntos delictivos. Por ejemplo, es gravísima la deformación sufrida en las familias dedicadas al narcotráfico.
La responsabilidad de participar del bien común, el grupo ha de mover al o a los líderes a ser justos y honestos. Por este motivo el padre y la madre han de evitar cualquier tipo de discriminación entre ellos, pues rompen la unidad y las buenas relaciones provocando mal ejemplo e inseguridad entre los hijos.
Este criterio básico se ha de observar en todos los niveles de los grupos sociales. En el más complejo, que es el gobierno de una nación, es imprescindible contar con un sistema legislativo bien pensado, una Carta Magna o Constitución y velar porque se respete. En la familia todo esto equivale a un conjunto de principios y obligaciones que todos han de asumir y respetar.
Como podemos ver, la conciencia cívica se forja básicamente en la familia y se fortalece en las demás instituciones a las que acuden los miembros de la familia, sea escuela, organismos laborales y otras instituciones complementarias como las deportivas, culturales, recreativas.
En sentido amplio todos en alguna circunstancia realizamos cierto liderazgo. En la familia de manera natural el padre y la madre; el maestro al comprometerse a desarrollar algún tema en un salón de clase o por algún sistema virtual; en los deportes el entrenador; en las instituciones el director, en la sociedad civil los gobernadores de municipios o en el nivel superior el Presidente, el Rey o la figura que hayan elegido. Lo mismo sucede en las instituciones religiosas.
Actualmente, el mayor número de las naciones, para impedir a los mandatarios caer en algún tipo de distorsión, señalan periodos de gobernantes elegidos por votaciones democráticas para garantizar el cambio de estafeta. Además, se cuenta con instituciones que facilitan los contrapesos y la distribución de funciones.
El logro que persigue el bien común es alcanzar la paz. Esta meta se garantiza si se consigue establecer el orden en la vida de los ciudadanos debido a que todos pueden encontrar modos para satisfacer honestamente sus necesidades. Para conseguir estos ideales, los gobernantes han de exponer su proyecto y el modo de alcanzarlo. Pero el pueblo debe estudiar la propuesta y dar su punto de vista.
La voz de los ciudadanos es muy importante, sin ella la eficacia del sistema de gobierno resulta utópico y no da respuesta a las necesidades reales. Dos aspectos son básicos y el pueblo ha de revisarlos: las garantías que ofrecen a las familias y el acceso a un trabajo digno y justamente remunerado. Familia y trabajo son necesidades básicas y ha de estar bien especificado su tratamiento.
La salud, la seguridad, la educación y el esparcimiento son otros temas imprescindibles y los ciudadanos han de estar atentos y ejercer la presión necesaria para manifestar sus necesidades y revisar los logros. Muchas veces, la dejación de estas obligaciones es en buena parte causa del desorden y del deterioro. La participación ciudadana es imprescindible.
En manos de los ciudadanos recae un alto porcentaje de la buena marcha del gobierno. Hemos de asimilar que no basta con participar en los periodos de elecciones, es necesario estar bien informados, hacer propuestas y darles seguimiento continuamente.
Recientemente la sociedad civil nos hemos manifestado a través de marchas y reuniones masivas, hemos palpado que son eficaces, por eso será necesario seguirlas organizando cuando haga falta nuestra presencia. Sin embargo, estar al día de los acontecimientos nos hará intervenir oportunamente. No podemos dejar crecer los problemas.
En estos momentos somos conscientes del grave peligro en que nos encontramos y no podemos permitirnos repetir estas circunstancias. Ya aprendimos la lección.
Te puede interesar: ¿Cuarta transformación?
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com
Facebook: Yo Influyo