Más que oportuno es el mensaje enviado por el Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz: “La buena política al servicio de la Paz”.
El primero de enero de 1968 san Pablo VI estableció la costumbre de publicar un tema para propiciar la paz. Han transcurrido 52 años, y este año Su Santidad, el papa Francisco, dedica el tema a “La buena política está al servicio de la paz”.
El año pasado, el mensaje para la 51ª Jornada Mundial de la Paz, se enfocó a “Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz”, y el papa durante el curso del año habló sin cesar de los migrantes, impulsando a todas las poblaciones, en sus respectivas circunstancias, a tomar medidas positivas frente a ese problema. Por eso, sabemos que insistirá en este tópico y abundará en consejos. Debemos estar atentos.
En nuestro entorno este tema cae como anillo al dedo, pues inauguramos un nuevo modo de gobernar, y en una democracia donde hemos de participar, leeremos o escucharemos muchas ideas que nos interpelarán e inspirarán para tener una participación rica en contenido. Por lo pronto, en el documento de este año están concentradas muchas sugerencias tanto para gobernantes como para los gobernados porque todos somos artífices de la paz.
El vínculo paz y política lo encontramos en la idea original de Pablo VI: “La política es el más alto grado de caridad”, que ha servido de inspiración a los sucesivos pontífices y a mandatarios que han ejercido su papel con un alto nivel de responsabilidad. Por tanto, una buena política producto del trabajo de buenos políticos, necesariamente acarrea la paz.
El documento tiene siete incisos. Los títulos nos pueden dar idea de la secuencia y los focos de atención: paz a esta casa; el desafío de una buena política; caridad y virtudes humanas para una política al servicio de los derechos humanos y de la paz; los vicios de la política; la buena política promueve la participación de los jóvenes y la confianza en el otro; no a la guerra ni a la estrategia del miedo; un gran proyecto de paz.
Como siempre, este tipo de documentos sacan su fuerza de los textos de la Sagrada Biblia, de ahí la solidez propia de quien no se apoya en las personales inspiraciones sino en la palabra de Dios: sapientísima, firme y universal. Al conocer los subtítulos podremos acudir al que nos sea más necesario según nuestras circunstancias.
Observaremos esquemáticamente uno de los puntos propuestos, el de la caridad y las virtudes humanas. La caridad y las virtudes humanas porque a todos nos conciernen. Para tener puntos de referencia para evaluar los dichos y hechos de nuestros gobernantes, y poder apoyar nuestras demandas en aspectos objetivos.
Francisco se apoya en unas ideas de Benedicto XVI: “El compromiso por el bien común, cuando está inspirado por la caridad, tiene una valencia superior al compromiso meramente secular y político.” La tarea política solamente es para todos cuando hay caridad en la mente y en el corazón, sin caridad se corre el riesgo de moverse por preferencias y beneficiar a un sector, y segregar a los otros. En esta situación no se gobierna para todos.
Las virtudes humanas forjan el carácter, de manera que quien gobierna es capaz de sobreponerse a los obstáculos, a las diferencias, a las críticas e incluso, a los insultos, sin buscar revancha, sin excluir a nadie. Sigue con fortaleza el plan previamente estudiado y lo aplica porque tiene la seguridad de haberlo elegido como un auténtico bien común. De entre las virtudes indispensables para el gobernador está la prudencia.
Las virtudes humanas forjan el carácter de los gobernados. Esto garantiza el respeto a la autoridad, la manera educada de decir lo que no se percibe bien, el modo equilibrado de proponer otras medidas sin caer en el sarcasmo, en la burla o el insulto. Pero también la fortaleza para resistir la injusticia y perseverar en el empeño por la honestidad.
El papa, en este inciso recuerda las “bienaventuranzas del político”, propuestas por el cardenal vietnamita François-Xavier Nguyễn Vãn Thuận, fallecido en el año 2002, y quien dio testimonio de caridad y paciencia ante el injusto encarcelamiento al que le sometió el gobierno de su país, por dar testimonio de su fe en el Evangelio.
Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de su papel.
Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad.
Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés.
Bienaventurado el político que permanece fielmente coherente.
Bienaventurado el político que realiza la unidad.
Bienaventurado el político que está comprometido en llevar a cabo un cambio radical.
Bienaventurado el político que sabe escuchar.
Bienaventurado el político que no tiene miedo.
Su Santidad cierra este inciso con el siguiente párrafo: “Cada renovación de las funciones electivas, cada cita electoral, cada etapa de la vida pública es una oportunidad para volver a la fuente y a los puntos de referencia que inspiran la justicia y el derecho. Estamos convencidos de que la buena política está al servicio de la paz; respeta y promueve los derechos humanos fundamentales, que son igualmente deberes recíprocos, de modo que se cree entre las generaciones presentes y futuras un vínculo de confianza y gratitud”.
Para facilitar nuestro trabajo, como ciudadanos responsables de la buena marcha del gobierno podemos fijarnos en tres aspectos: si cualquier propuesta, decisión o enmienda de ley respetan la vida, la libertad y la dignidad de las personas. Ya sea directamente o indirectamente.
Te puede interesar: Políticas públicas para la familia actual
@yoinfluyo
redaccion@yoinfluyo.com
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com