La semana pasada Sonia Domínguez publicó un artículo sobre el Primer Congreso Internacional “Feminismo centrado en la persona” llevado a cabo en la Universidad Panamericana, sede Mixcoac. Apostilló el título de su artículo con: para valorar a la mujer. Y sí, es necesaria la auténtica valoración empezando por nosotras.
Sin embargo, en todos los ambientes hay mujeres muy centradas. Como el siguiente comentario sobre el discurso de Kieran Culkin en la noche de Oscares el 1 de marzo: “Nos dejó un momento de autenticidad y verdad. Y es que, como bien dijo Culkin, más allá de los premios y los reflectores, el mayor galardón que se puede recibir en la vida es el de formar una familia y vivir en el amor”.
Sonia recogió algunos puntos de las respectivas intervenciones de tres coordinadoras del Grupo Interdisciplinario de Estudios Feministas (GIEF): Susana Ochoa, Diana Ibarra y Giannina Orejel. Yo expresaré algunas ideas que me surgieron las exposiciones.
Elena Colombetti, de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma, inició su tema enfatizando la realidad de que todos los seres humanos somos hijos. Esta es una evidencia: todos somos hijos Los de cada época, en todas las regiones, en todas las culturas y con o sin recursos. No existimos sin progenitor.
Actualmente, la tecnología incursiona en la reproducción llamémosla “artificial”. Sin embargo, se requiere la fecundación del óvulo femenino por un gameto masculino. Esa acción imprime además el ADN, la señal innegable de la procedencia, que nos hace hijos.
Con lo cual se demuestra la imprescindible acción del varón en la procreación. Además, el varón es quien tiene los dos tipos de gametos: el masculino y el femenino. Sólo él puede procrear niñas (XX) o niños (XY). La madre aporta el mejor ámbito para el desarrollo de la nueva criatura. Por lo tanto, toda niña le debe a su padre ser mujer y todo niño también le debe a su padre ser varón.
Todo esto solamente queda en el nivel biológico y es evidente. Sin embargo, también en el aspecto psicológico hay evidencias de que las buenas relaciones del padre y la hija, así como la cercanía entre ellos facilita la personalidad más segura y emprendedora.
Por este motivo, es lógico prever los desajustes que naturalmente deben surgir para las niñas, adolescente y mujeres adultas cuando los problemas conyugales de los progenitores les provocan el distanciamiento de alguno o de ambos, y mucho peor es el divorcio que incluye variados aspectos legales. También en los hijos varones son grandes las heridas, sin embargo, el feminismo acentúa los efectos en las mujeres.
Otra evidencia es la naturaleza relacional de toda persona: mujer y varón. Este tema lo trató María Cruz Díaz de Terán, de la Universidad de Navarra. Hizo ver la importancia de la alteridad, realidad que si se desconoce con algunos grupos o con determinadas personas provoca distanciamiento y afirmó: lo que no se valora se maltrata.
Somos testigos de la vulnerabilidad de muchos grupos de la sociedad que al ser excluidos pierden toda posibilidad de contar con todo tipo de apoyos. Por ejemplo, a la educación de los hijos, al acceso a los servicios de salud, y por supuesto a un trabajo que les de posibilidades de sostener a su familia.
María Luisa Aspe, del Centro de Estudios Interdisciplinares, habló de las derivaciones históricas del feminismo centrado en la persona. Por supuesto subrayó la importancia de la justicia social. Es evidente que la solución está en crear contextos que aborden los problemas y poner en marcha proyectos puntuales para solucionarlos.
Respecto a la valoración de las mujeres hay una importante evidencia. En el cristianismo se da la feminización de las virtudes. Desde el inicio del cristianismo encontramos la documentación de mujeres cuya vida se muestra como un ejemplo precisamente por el modo de afrontar las adversidades. Mujeres cuya vida se describe como un ejemplo precisamente por el personal modo de sobrellevar las dificultades, incluso hasta dar su vida con una fortaleza que entonces sólo se había reconocido en los varones.
Paola Binetti, Profesora emérito de la Universidad de Navarra, Campus Biomédico de Roma. En su exposición habló de la problemática social de cada mujer al ejercer su profesión fuera del hogar. Sin embargo, hizo ver que cuando esos problemas se generalizan ya rozan la justicia social y al ser públicos se tienen que tomar medidas a ese nivel.
Muy cerca del final del evento, hubo una intervención de Ingrid Tapia con la cual reforzó lo que antes había expuesto. El Derecho se aplica a la realidad y no a la percepción que alguien pueda tener. Y le respondió a quien planteó su duda: si es mujer se le tratará como tal, aunque se perciba de otro modo.
Fue muy grato ver a muchos grupos de alumnos interesados en el tema. Obviamente asistieron en los espacios que sus clases se los permitieron.
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