Actualmente, la ideología de género miente al negar la realidad del ser humano como mujer o como hombre.
En el mundo nos encontramos en un momento coyuntural para la mujer. Su inclusión en la vida social es un hecho, aún falta el acoplamiento más adecuado, e incluso todavía hay conductas atávicas que impiden la deseada colaboración entre hombres y mujeres.
Pero es un logro estar activas en la vida cívica. Sin embargo, como todo lo humano, navegamos en aguas buenas y malas. El liderazgo está en aumentar el bien y minimizar el mal. Aunque como no estamos en el Paraíso el mal siempre acecha.
La dificultad más grave está en la influencia del enfoque feminista impregnado de ideología, ideologizando. De manera que muchos grupos de mujeres han asumido actitudes muy contrarias al “genio femenino” y especialmente inciden en el desprecio de lo más sagrado y específico de la mujer: la maternidad y la esponsalidad muy diferente de la esclavitud.
Y sólo la mujer puede ser esposa y madre. Así como el varón solamente puede ser padre y esposo. Estas características aun cuando no se realicen en alguien dan un tinte a las otras labores que realicen. Cuando una mujer trabaja lo hace mejor cuando conoce a los destinatarios e internamente disfruta al pensar la satisfacción de los beneficiados. Este es un rasgo maternal.
Hay localidades mayoritariamente católicas, hay personas sumamente piadosas, pero admiten planteamientos y conductas contrarias a la ley natural y a la ley de Dios. Les faltan conocimientos para descubrir las falacias pseudo científicas, pseudo filosóficas, pseudo teológicas.
El peligro es constante, por eso se debe gritar: ¡Mujer, no pierdas la experiencia de ser testigo del momento mágico del inicio de la concepción!
Hay muchas causas de la confusión actual y hay muchas modalidades de dicha confusión, por eso es necesario estar al tanto de los planteamientos desorientadores y señalar algunas consecuencias, a modo de ejemplo. Otras irán apareciendo, pero, al menos, conocer los inicios de la desviación puede dar criterio para frenar el error e impedir que otras personas se confundan.
Hay hechos que trascienden e influyen, incluso después de años de haber sucedido, eso acontece con la afirmación de Simone de Beauvoir -mujer no se nace, se hace-. Actualmente estas palabras se han generalizado, también incluyen ahora al varón.
Son a base de lo que hoy se presenta bajo el lema gender, como una nueva filosofía de la sexualidad. Según esta filosofía, el sexo ya no es un hecho originario de la naturaleza, que el hombre debe aceptar y llenar personalmente de sentido, sino un papel social sobre el que se decide autónomamente.
Antiguamente lo decidió la sociedad y todos lo admitieron, ahora la “humanidad es más madura” y cada uno debe decidir quién y cómo es.
El error profundo de esta teoría y de la revolución antropológica que desencadena es evidente. Niega la propia naturaleza y decide que esa no se le ha dado como hecho preestablecido, sino que cada uno es quien se la debe crear. Se descarta el relato de la creación del hombre y la mujer del Génesis.
Si ese dato de la esencia de la criatura humana se niega, podemos inventar todo lo que se nos ocurra. Ahora somos nosotros mismos quienes hemos de decidir sobre esto. Hombre y mujer como realidad de la creación, como naturaleza de la persona humana, ya no existen. El hombre niega su propia naturaleza. Ahora él es solo espíritu y voluntad. La manipulación de la naturaleza, hoy la deploramos no sólo en las personas sino también en el medio ambiente.
En el entorno, además de este problema hay muchos recursos que ayudan a salir adelante. Por ejemplo, hay principios válidos para todos. Todos anhelamos la superación y lograr el éxito en la vida familiar y social. Esto es natural y por tanto excluye a las ideologías.
Para tener éxito se ofrecen múltiples cursos de capacitación laboral, de modos para superar los problemas familiares, etcétera. En todos subyace la necesidad de fomentar las virtudes, aunque no se les mencione explícitamente. Estas soluciones son eminentemente realistas, por lo tanto, no caben las ideologías.
La exclusión de las ideologías merece una explicación puntual, porque desgraciadamente ahora se han impuesto en casi todos los terrenos y causan confusiones muy perversas. En primer lugar, siempre son argumentaciones al margen de la realidad, y así automáticamente sustituyen la realidad. Esto es una advertencia para valorar el tipo de curso que estamos tomando.
Además, como cada ideólogo tiene sus propios enfoques se facilita la dispersión y con ella las faltas de unidad, las divisiones y las pugnas. Todo esto provoca en la vida social una ausencia clara de la moral y aumentan las conductas delictivas, transgresoras.
El error desencadena otros errores. Actualmente la ideología de género miente al negar la realidad del ser humano como mujer o como hombre, y de allí parte para defender la legalización de las uniones del mismo sexo y además su derecho a la adopción, con lo cual también se desfigura la familia.
La postura sensata, específicamente de las mujeres, que es la protagonista de este artículo, es rebatir las ideologías porque, por ejemplo, la ideología de género contradice su propia experiencia vital.
Por eso, podemos impulsar una verdad sublime: ¡Mujer, no reniegues de quien eres! La sociedad te necesita así. Necesita mujeres madres, y así tendremos mejores sociedades.
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