Modestia y pudor, dos palabras en desuso

El equilibrio que causa la modestia contrarresta el individualismo, y el modo de administrar los bienes físicos, propio del pudor, produce seguridad y obviamente destierra la inseguridad.


Virtudes personales


Sabemos que el lenguaje es un sistema formidable para establecer contacto con nuestros semejantes. Los animales lo tienen integrado a su especie y se comunican entre ellos de un modo invariable. Los seres humanos, por su modo de ser libre y procesual, inventan y enriquecen ese lenguaje de acuerdo con sus necesidades y a sus descubrimientos. Por eso las palabras pueden conservarse o caer en desuso al perder su sentido.

Las palabras manifiestan los conocimientos, los deseos, las valoraciones, las experiencias y más. Son indispensables para la convivencia, para mantener las relaciones, o para levantar barreras. El lenguaje es un recurso por el cual las personas muestran su riqueza o sus carencias, sus adelantos o sus retrocesos.

Algunas se dejan de usar porque los recursos se vuelven obsoletos. Resulta un empobrecimiento grave las que se dejan de usar por devaluar el contenido perfectivo que encierran.

En este último caso están la modestia y el pudor. Ambas palabras expresan virtud, y las virtudes no pasan de moda, son logros voluntarios para llegar a ser mejores personas. Por eso, siempre tienen vigencia aunque cambien las circunstancias o los estilos de vida. Las palabras que hacen referencia a cualquier virtud tienen extenso significado pues variada es la manera de mostrar las virtudes.

De la modestia, el diccionario señala: recato en las acciones externas; persona que no se vanagloria de sus méritos; recato –honestidad, pudor, reserva, cautela–; sencillo no lujoso; mediana posición social. Estos sinónimos son puntos de partida para comprender que la modestia manifiesta una posición centrada, ni excesiva ni deficiente. Se trata de alguien equilibrado y, por eso, ni busca el halago, ni aparenta humildad para que lo consuelen o lo compadezcan.

El diccionario dice del pudor: sentimiento de reserva hacia lo que puede tener relación con el sexo. Vergüenza, timidez, embarazo ante una situación que incomoda. A partir de esta base, podemos decir que el pudor es una tendencia –más o menos consciente– a proteger un bien físico y reservar su uso al momento más adecuado. Un bien físico abarca desde la belleza y proporción del cuerpo, hasta las funciones orgánicas íntimas como la sexualidad. Por eso la custodia de lo íntimo es más delicado y debe ser mejor guardado.

Al comprender mejor estas dos virtudes nos damos cuenta que tienen el poder de reparar ciertas tendencias de las personas contemporáneas. El equilibrio que causa la modestia contrarresta el individualismo, y el modo de administrar los bienes físicos, propio del pudor, produce seguridad y obviamente destierra la inseguridad.

Como estas virtudes tienen su raíz en características corporales básicas de toda persona, el ámbito más adecuado –aunque no exclusivo– para cultivarlas es la familia. La familia es la sociedad más íntima, como íntimas son estas dos virtudes. La familia salva a la persona de la muerte, consecuencia del aislamiento. Al vivir con los otros, vive bajo la mirada de los demás que no son unos extraños, sino que de ellos brota la solidaridad, la amistad, el amor manifestado en el cuidado mutuo; esto impulsa el deseo y el esfuerzo por mostrar lo mejor de sí mismo.

Las virtudes de la modestia y el pudor se expresan a través de los modales y de la vestimenta. Las bases de los modales y de la vestimenta se aprenden de modo natural en la familia, de allí el cultivo espontáneo de la modestia y del pudor, que a la larga no sólo harán crecer a esas virtudes sino también mejorarán la vida en compañía.

Cada persona se relaciona con los modales que enriquecen o empobrecen el lenguaje. Cada persona se muestra a los demás con el modo de vestir allí descubre su capacidad para adaptarse a las circunstancias y la sensibilidad para ser oportuna con sus elecciones. Sobre estos detalles tan íntimos los miembros de la familia tienen mucho que aconsejar.

Cuando en la familia se hace énfasis en la importancia de estas dos virtudes, sus miembros contrarrestan las tendencias cada vez más extendidas hacia la vulgaridad. La vulgaridad es corrosiva porque anula el buen gusto y el decoro, y a largo plazo produce mentalidades contrarias a todo orden y disciplina.

La elección de las prendas de vestir no debe apoyarse solamente en la comodidad, lo práctico o la libertad de movimiento. La experiencia demuestra que cuando estos criterios son los únicos se produce una ruptura con la sobriedad y la elegancia, falla la modestia. Además, la comodidad y lo práctico deja de dar importancia al sexo, a la edad y a las circunstancias. Con frecuencia la ropa interior llega a ser la única vestimenta.

Todo ello desdibuja la valiosa identidad de las personas, la niñez lleva ropa de adultos, los adultos ropa infantil, se fomenta la ropa unisex. Así se desdibuja el status social de las personas, o la ropa adecuada para ejercer una profesión. Esto que parece meramente externo influye en la mentalidad y despersonaliza. Lo último afecta más a los adolescentes precisamente porque están en una etapa para afirmar quiénes son. Es importante no olvidar que el alma se expresa mediante el cuerpo y la ropa.

El deleite en la contemplación de la belleza corporal, y en particular del cuerpo femenino ha de respetarse, pues toda transgresión en este tema puede ser muy grave por la degradación que acarrea. Aquí queda claro que la corrupción de lo óptimo es lo peor.

El mínimo desorden en este tema provoca serios trastornos. Desde la grosería y la vulgaridad hasta la pornografía. La ausencia de virtudes da paso al desarrollo de los vicios, y éstos a su vez se manifiestan en agresiones que todos sufrimos diariamente en los lugares públicos, en el acoso sexual, en la proliferación de publicidad erótica, en periódicos o revistas obscenas, en canales pornográficos, en programas indecentes.

No podemos negar la relación de causa y efecto. La inmodestia y el impudor que cosifican al cuerpo, dan pie al elenco anterior y a mucho más.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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