Consideraciones básicas
Como sabemos, el sistema democrático es la plataforma contemporánea para la participación de cada persona en la sociedad. Pero esa relación es benéficamente posible si cada persona cuenta con la cercanía de instituciones que le satisfagan sus necesidades fundamentales. La indispensable es la familia y luego otras como las que le brindan educación, trabajo, salud y esparcimiento.
La sociedad tampoco es una abstracción, es real por la suma de las familias que la conforman. Pero, las familias y la sociedad están vinculadas mediante variadas instituciones intermedias, productos de la notable creatividad humana. Todo ese entramado da un sello original, característico y distintivo de cada pueblo.
Por lo tanto, la relación que fluye naturalmente entre cada persona y la sociedad en la democracia, necesita de la influencia de la familia y de las sociedades intermedias. Cuando la relación individuo y sociedad elimina esas influencias se cae en el malabarismo de políticas ficticias. Tal es el error del totalitarismo comunista, donde el estado asume las competencias de la familia. O el error del individualismo que privilegia el bien particular sobre el bien común.
Familia
Esta sociedad fundamental tiene la responsabilidad de forjar personas que libremente busquen la virtud. Entendiendo la virtud en su acepción clásica: la realización de actos simultáneamente buenos para quien los realiza y para quienes conviven con ella. La familia ha de ofrecer el entorno que facilite la virtud y obstaculice el vicio. Todo eso para lo más importante, aprender a querer a los demás como son, no como queremos que sean.
Una lista de virtudes que deseamos para las personas cercanas son: la amabilidad, la honestidad, la laboriosidad, la veracidad, la fortaleza. Vicios que no deseamos son: la envidia, la simulación, la pereza, la deslealtad, la ingratitud…
Para la buena marcha de la familia, cada miembro ha de asumir sus responsabilidades. Los padres unidos enseñarán a los hijos que es posible tomar acuerdos y llevarlos a cabo en armonía sin tratar de imponer criterios unilaterales. Los hijos aprenden a respetar la autoridad y la jerarquía de sus padres, luego entenderán que se da en toda sociedad. La unidad entre sus padres les hará ver los beneficios de este aspecto y ellos la promoverán. Por eso, los padres han de tener la fortaleza de vivir sus responsabilidades, dada la huella que deja en los hijos.
El recto equilibrio entre el bien particular y bien común tiene sus matices en la familia, la atención de los padres por todos sus hijos, sin excluir a alguno es el bien común. El bien particular es atenderlos según sus requerimientos, pero sin acentuar preferencias en detrimento de los demás.
A su vez, el papel de la familia en la gestión social, se puede traducir en el análisis de los sucesos dando un criterio justo y ponderado, señalando conductas corruptas e indicando el modo de cómo se debe proceder. También dar seguimiento a las propuestas de la autoridad y buscando la manera de hacerlas cumplir, con la colaboración de otros ciudadanos.
Sociedad
La sociedad como tal ha de velar por la buena marcha de la familia. En primer lugar cada uno debe poner lo que esté de su parte para hacer de la suya un lugar de acogida, de comprensión, de respeto y de desarrollo. Ser para los demás alguien empeñado en mejorar ayudando a quienes le rodean a ser también mejores dentro de la casa y afuera en la sociedad.
El respeto a la vida se aprende en el hogar, pero en la sociedad se impulsan grandes proyectos para aplicar la valoración de la vida, tanto en su inicio como en la senectud. La sociedad ha de ver en el comienzo de la vida a nuevas esperanzas para el progreso y, en la senectud a quienes son destinatarios de la gratitud por lo que han realizado.
Los ciudadanos han de pedir a los gobernantes el apoyo a la célula básica de la sociedad mediante la aplicación de políticas familiares adecuadas para minimizar los problemas y maximizar el impulso a cada familia. La responsabilidad en este asunto garantiza la salud y la permanencia de la sociedad.
Del mismo modo que la familia tiene que encontrar la fórmula para el recto equilibrio entre el bien particular y el bien común dentro del hogar, la sociedad lo tiene que lograr en su campo. Cuando el bien común llega a todos es casi seguro garantizar la honestidad en las relaciones, porque desde la base, se minimiza la envidia o el enojo de ver a otros disfrutar sobradamente con lo que a ellos les falta.
En la democracia, los gobernantes y el sistema de gobierno está delegado por los particulares. Por eso, han de esmerarse en dar cumplimiento a sus promesas de la campaña, esas fueron las que les dieron el triunfo. Los ciudadanos han de hacer valer sus derechos y exigir resultados. Es una falta de educación cívica pensar que la participación se termina votando. Este es sólo el inicio, lo que sigue es exigir los resultados.
Los gobernantes también son ciudadanos, su tarea está al servicio de la comunidad. Servir al pueblo es su tarea, no lo es servir a su partido político. Una vez electos gobiernan para todos.
El pueblo tiene el gobierno que merece. Un pueblo educado elige bien a sus gobernantes y los acompaña con una vigilancia respetuosa, pero vigilancia para que lleven a cabo su tarea.
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