Como sabemos, el 19 de este mes de enero se llevaron a cabo en varias ciudades de los Estados Unidos las marchas en favor de la vida, con la presencia de gran número de familias. Al día siguiente, en Washington DC, en Nueva York y en otros estados se organizó la segunda marcha de las mujeres en favor del aborto.
La primera marcha, se realizó al día siguiente de la toma de posesión del presidente Trump, con el fin de manifestar a la nueva administración que los derechos de las mujeres son derechos humanos. Por supuesto, este planteamiento de raíz es insostenible, porque los derechos humanos son universales. Y, los derechos a los que se refieren estas mujeres es el derecho al aborto y, por tanto se excluyen a las mujeres pro vida y a los varones. De este modo, este grupo aparece como una subespecie de la humanidad, lo cual es absurdo.
Además de la distorsión mencionada, hay otra que se expone a continuación. El derecho a la vida es el primer derecho humano, en éste se apoyan los demás. El agravante es que la defensa de la vida se ha politizado. La defensa de la vida es de lógica universal, no es de Trump y los republicanos, es de todos, aunque desgraciadamente algunos se han excluido.
La tercera distorsión, proviene de los medios. Como entre ellos y Trump hay hostilidad, este año también las redes favorecieron la marcha que apoya el aborto y no a la marcha por la vida.
Los noticieros ABC, CBS y NBC del sábado 20 por la noche, dedicaron a la marcha de las mujeres un total de 6 minutos, 43 segundos. A la marcha por la vida del viernes 19, las tres cadenas de televisión le dieron sólo 2 minutos, 6 segundos.
En la fiesta de San Francisco de Sales, patrón de los comunicadores, en el documento presentado por el Papa Francisco, al final del documento hace una serie de ruegos, y uno de ellos dice: “donde hay ambigüedad, haz que llevemos claridad”. Precisamente, el asunto de fondo respecto a la información sobre las marchas consiste en que los profesionales de la información den datos claros.
Cuando los informes son ambiguos se genera confusión, mal estar y enojo en la sociedad. Esto puede ser causa de agresiones y pugnas. Por eso, la labor de los comunicadores tiene una gran repercusión para impulsar las relaciones inter personales. La información veraz en fuente de paz.
Agradecemos la profesionalidad de tenernos al tanto de los sucesos, pero deseamos que esa labor siempre se lleve a cabo en un entorno de autenticidad, para impulsar al bien y erradicar los malos entendidos y las pugnas.
Termino con el siguiente párrafo del documento de Su Santidad que no tiene desperdicio:
“Por lo tanto, deseo dirigir un llamamiento a promover un periodismo de paz, sin entender con esta expresión un periodismo «buenista» que niegue la existencia de problemas graves y asuma tonos empalagosos. Me refiero, por el contrario, a un periodismo sin fingimientos, hostil a las falsedades, a eslóganes efectistas y a declaraciones altisonantes; un periodismo hecho por personas para personas, y que se comprende como servicio a todos, especialmente a aquellos – y son la mayoría en el mundo– que no tienen voz; un periodismo que no queme las noticias, sino que se esfuerce en buscar las causas reales de los conflictos, para favorecer la comprensión de sus raíces y su superación a través de la puesta en marcha de procesos virtuosos; un periodismo empeñado en indicar soluciones alternativas a la escalada del clamor y de la violencia verbal.”
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