La educación es una de las mejores ayudas para garantizar el cuidado de la conciencia recta y para contrarrestar las malas influencias.
Independientemente de la profesión que hayamos adquirido -no soy abogado-, existen unas normas fundamentales para podernos desarrollar en el marco de la verdad y del bien. Ellas dan solidez a las leyes, procedimientos o advertencias que ofrecen rectitud y seguridad al camino por donde transitemos. Esas normas fundamentales están inscritas en la ley natural.
La ley natural nos dice quiénes somos y cómo hemos de proceder para no traicionarnos deformándonos, y para alcanzar la finalidad de nuestra existencia.
Los abogados, profesionales del Derecho, entendida esta palabra como rectitud, tienen la obligación de emanar leyes que faciliten la buena conducta de todos los ciudadanos, empezando por ellos mismos. La condición para que esas leyes lo sean de verdad es que estén en concordancia con la ley natural.
La tarea del legislador es la de explicitar lo inscrito en la naturaleza humana, ponerlo al alcance de los demás, facilitar el conocimiento y la comprensión de lo que llevamos dentro y no deformarlo con nuestros actos. Es la maravillosa tarea de iluminar los caminos para hacer el bien. Y esas leyes que proponen los legisladores quedan guardadas en la Constitución.
Pero la condición de que esas leyes y esa Constitución sean auténticas, y cumplan su finalidad, está en la fidelidad con el modo de expresar la ley natural. En esta fidelidad radica la fuerza para imponer las leyes. Si no hay fidelidad, no son leyes, tampoco tienen la fuerza para hacerlas cumplir, y las personas no tienen obligación de cumplirlas porque no son leyes.
Como los legisladores son humanos, el modo de proceder en la fidelidad se realiza, como todo lo que hacen los humanos: por procesos. Porque no vemos de inmediato todos los matices del bien y de la verdad. O porque nos equivocamos y hay que rectificar.
Pero aún hay algo más, la posibilidad de no aceptar la ley natural e independizarse de ella. Entonces se dictan leyes que no lo son, y se imponen con la fuerza que da el cargo o nombramiento recibido. Para fines mezquinos, gravemente perversos.
Una vez alcanzada la fuerza de la ley natural, queda plasmada en palabras que pueden ser más o menos claras, por eso hay posibilidad de modificar la expresión para hacerla más luminosa, nunca para deformarla u obscurecerla, ni mucho menos para alterarla. Esto último es tentador para lograr fines perversos, pero es un crimen de lesa majestad.
Es hermosísima y dignísima la tarea de escribir y promulgar una Constitución. Es una tarea elevadísima y por eso, allí ha de actuar la finura del alma de los constituyentes. La elevada terea de expresarla se apoya en el ejercicio de la libertad humana. Un ejercicio con dos vertientes: la libertad de plasmar la ley natural sin traiciones y la libertad de organizarse para gobernar rectamente.
Por lo anterior, la Constitución explicita los derechos humanos inscritos en la ley natural. Y organiza la división de poderes como un buen diseño de la recta razón para el buen gobierno. Ante los derechos humanos, una vez descubiertos, sólo cabe la defensa. Ante la división de poderes caben ajustes para mejorar el acceso a la justicia, pero nunca eliminar la división de poderes porque se daría paso a la tiranía. Manipular la Constitución es muy grave y sus consecuencias también porque desfiguran a las leyes.
Como toda persona, cada uno tenemos acceso al conocimiento de la ley natural por medio de la conciencia propia. La conciencia es un reducto interior en donde podemos encontrar grabada la ley natural, allí están los aspectos esenciales. La conciencia nos orienta a la verdad y al bien, pero es muy delicada y puede obscurecerse por malos hábitos personales, por mal ejemplo o por carencia de educación.
Por esas deficiencias la conciencia puede desvirtuarse y entonces hacerse escrupulosa o laxa, y dentro de esos extremos es posible encontrar una gran variedad de deformaciones, eso nos dificultará descifrar la ley natural. Solamente la conciencia bien formada es una ley auténtica para guiar a cada persona porque detecta la ley natural.
La educación es una de las mejores ayudas para garantizar el cuidado de la conciencia recta y para contrarrestar las malas influencias. Por lo tanto, quienes gozan de una formación superior tienen una gran responsabilidad social. Pero algunos profesionistas tienen más peso en el tema de la conciencia, porque se relacionan con la salud corporal y espiritual y con la justicia.
Por eso, médicos, juristas y académicos vinculados con la moral, de todo nuestro país, se unieron para crear la Federación Mexicana de Objetores de Conciencia (FEMOC), con el fin de defender y promover el derecho humano de la objeción de conciencia. Esta iniciativa busca impedir la iniciativa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) pronunciada en septiembre de este año para limitar este derecho.
La FEMOC invitó a otras instituciones a sumarse al esfuerzo de defender el derecho a la objeción de conciencia. En la presentación de esta iniciativa estuvieron los doctores Antonio Moreno Sánchez, Rocío Hernández y Marta Tarasco, y los licenciados Marcelo Bartolini Esparza y Graciela Ramírez Luna.
“Pedimos que se nos escuche y otorguen medios de protección eficientes que sirvan para garantizar la libertad de pensamiento y de conciencia consagrada en el Artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; y no para que nos impongan obligaciones o restricciones a nuestros derechos humanos”.
Han firmado a favor de la libertad de conciencia la Federación Mexicana de Colegios de Obstetricia y Ginecología (3 de septiembre de 2021); 30 Federaciones, Asociaciones y Colegios Médicos de México (15 de septiembre de 2021); la Comisión Nacional de Bioética (15 de septiembre); la Facultad de Medicina de la UNAM, el 15 de septiembre y 30 colegios médicos de México y diversas universidades, el 11 de octubre.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) invalidó en septiembre el artículo 10 bis de la Ley General de Salud, que habla de la objeción de conciencia, y con ello busca que el Congreso de la Unión redacte una nueva ley. Esto, por ahora, no invalida la objeción de conciencia. No obstante, los ministros están divididos en cuanto a la forma en que debe realizarse y algunos se inclinan a imponer límites.
Admitir la objeción de conciencia es una muestra del respeto a la decisión de cada persona, especialmente del personal de salud contrario a la práctica del aborto. La FEMOC defiende la objeción de conciencia y rechaza la invalidación del artículo 10 bis de la Ley General de Salud.
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