Muchas veces mostramos nuestra solidaridad con propuestas ciudadanas mediante marchas respetuosas. Y al asistir, tener en mente lo que los organizadores proponen, si no estamos de acuerdo mejor no acudir.
El título de este artículo es el mismo de un libro con el que me acabo de tropezar. Y me interesó precisamente por el subtítulo: Una invitación a la acción ciudadana.
El escrúpulo que tuve al utilizar el título pasó del sobresalto a la tranquilidad cuando acabé de leer los datos del texto, que ahora copio: “Ninguna parte de esta publicación puede reproducirse, distribuirse o transmitirse de ninguna forma ni por ningún medio. Incluyendo fotocopias, grabaciones u otros medios electrónicos o mecánicos, sin el previo permiso del editor, excepto en el caso de citas breves incorporadas en revisiones críticas y ciertos otros usos no comerciales permitidos por la Ley de Derechos de Autor.”
Edmundo Vallejo Venegas es el compilador y escribe el prólogo en mayo de 2018, y ya va en la segunda edición con fecha de abril de 2019. Mis felicitaciones.
El contenido está dividido en dos grandes temas: unidos por la acción y personas en acción. Y cada tema tiene 22 artículos, esto significa 44 mexicanos que han inventado un modo de dejar una huella en el entorno o impulsado a otros a hacerlo. Qué agradable sorpresa encontrar que este libro es una pequeña muestra de que hay muchas más personas que están dando ejemplo de participación ciudadana seria y pacífica. Que no estamos solos ni soñamos con una utopía, que hay sangre en las venas que circula con impulsos solidarios.
En el “Prólogo”, Edmundo Vallejo nos habla de la génesis de este proyecto. En un primer momento, como él lo dice, hubo reuniones de amigos que vieron el vaso medio vacío de nuestra realidad social mexicana y caen en cuenta que llevan mucho tiempo diciendo lo mismo: el país no crece, es más de lo mismo, el gobierno actual está haciendo muy mal las cosas… El comentario más positivo fue: mientras la sociedad no participe las cosas no mejorarán.
Finalmente surgió la propuesta constructiva que no se esconde en la sociedad abstracta: mientras nosotros no participemos las cosas no mejorarán. Y en 2014 inician una columna mensual –lo que sí podemos hacer–, en la revista político-cultural Este País fundada por Federico Reyes Heroles en 1992. Los autores cuentan lo que hacen, sus historias, comparten sus experiencias, siembran optimismo porque hay resultados, hay vaso medio lleno. Con esas letras invitan a otros a actuar.
Edmundo cierra el libro agradeciendo la colaboración de los columnistas, la iniciativa de tantas personas desconocidas que al leer las columnas se animaron a poner en marcha sus propias iniciativas, y a todos los que en el futuro abrirán nuevas brechas.
Es imposible mencionar a los 44 autores recogidos en el libro. Siento dejar en el tintero a muchos y hacer una selección, que al ser tan esquemática, tampoco recoge toda la riqueza de la labor que han puesto en marcha. Sin embargo, con este muestrario estoy segura que buena parte de nuestra esperanza se renovará.
La primera columna que apareció en la revista y que también abre los textos del libro se titula “Ciudadanía solidaria” de don Lorenzo Servitje, quien señala la necesidad de contribuir al orden público –apoyando asociaciones– como un contrapeso a un gobierno autoritario.
Escriben: Susan Pick, profesora e investigadora de la Facultad de Psicología en la UNAM, hija de un inmigrante alemán y presidente de Yo quiero Yo puedo que fomenta el desarrollo humano, social y económico. José Luis Loera, fundador de la Casa Refugiados que trabaja en colaboración con el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Paulina Latapí Escalante, docente e investigadora de la Universidad Autónoma de Querétaro pondera el papel de los libros de texto en la educación y el desarrollo del país. José Luis Chicoma, director ejecutivo de Ethos, Laboratorio de Políticas Públicas, que propone acciones eficaces para un buen gobierno.
Un artículo se titula “Dejando huella a través de la educación”, de José Hernández Guzmán que es director general de la Fundación El Peñón. Otro artículo es “Cuando nacemos de un lado de la calle y no del otro”, de Julieta Rivero Río, fundadora de la Casa de los Niños de Palo Solo IAP, en donde comenta: “Todos los niños son iguales, sin importar de qué lado de la calle hayan nacido. Lo que no es igual es el entorno al que cada niño se enfrenta y las oportunidades que tiene”.
Estas ideas, nos renuevan el impulso a participar, pero nuestra participación debe ser veraz y respetuosa. Si reenviamos cualquier noticia, asegurar que el contenido sea actual y cierto. Si elaboramos las nuestras, pensar que aquella persona que ha defraudado la confianza de la sociedad o ha caído en la corrupción y ha hecho que otros también cometan ilícitos, debe restituir, pero dándole oportunidad de vías de regeneración.
Es difícil la ecuanimidad cuando nos enteramos de tremendos abusos a la confianza que les hemos depositado a tantas personas, pero no podemos caer en el ojo por ojo y diente por diente porque eso significa arriesgamos a imitarlos y reproducir sus tremendas actividades.
Muchas veces mostramos nuestra solidaridad con propuestas ciudadanas mediante marchas respetuosas. Y al asistir, tener en mente lo que los organizadores proponen, si no estamos de acuerdo mejor no acudir, y no aprovechar la oportunidad para hacer o decir lo que no estaba contemplado. Incluir nuestra amargura o nuestra frustración es violar el respeto que se nos pide. Añadir propuestas mal pensadas descalifica a las bien pensadas.
Por ejemplo, me ha llamado la atención que en algunas marchas han aparecido voces o carteles en los que se pide la renuncia del presidente. ¿Sabemos lo que pedimos?, ¿cómo resolveremos esa circunstancia si se diera? En fin, me parece que un detalle así puede dar pie a una descalificación general, y eso no es justo. ¡Qué difícil es mantener el equilibrio grupal!
Los datos de la impresora del libro son: Litográfica Ingramex, S.A. de C.V. Centeno 162-1. Col. Granjas Esmeralda, C.P. 09810, Ciudad de México.
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