Ley de la autoridad

Somos testigos de un fenómeno mundial y es de esperar que al menos nos encontremos profundamente sorprendidos si no tenemos una respuesta sensata. Y si me encuentro en esa circunstancia lo correcto es investigar con personas preparadas para adquirir un criterio recto y para difundirlo y saber cómo debo reaccionar.

El fenómeno es la modificación inmediata de las leyes en los Estados Unidos dependiendo del partido que tiene el poder. Hay muchos aspectos, pero entresaco el aborto y la ideología de género. Algo semejante sucedió en nuestro país en el sexenio anterior, pero sigamos con lo actual.

La legislación de los demócratas es en favor del aborto y de esa ideología y me referiré a dos postulados. Uno es considerar el aborto como un derecho, y por lo tanto ofrecer el apoyo a quienes pidieran “eliminar el producto”. El otro es apoyar a cualquiera edad y sin el consentimiento de los padres a quienes desean modificar su biología si no se identifican con sus características sexuales.

La ley de los republicanos está en contra del aborto y de la ideología de género. Y como ahora no gobierna un demócrata sino un republicano, de inmediato cambiaron las leyes. Y se penaliza la estructura legal del gobierno anterior en esos asuntos.

Conviene recordar el porqué de la autoridad. El Diccionario nos dice que el significado clásico hace referencia a: crédito, prestigio, estimación, jurisdicción, poder, garantía. Como vemos de quien tiene autoridad se esperan todas esas características. Y en una democracia el pueblo al elegir ha de tener en cuenta quien garantiza esas cualidades, y el electo aceptará el cargo únicamente si va a asumir esas características.

También el Diccionario habla de la autoridad desde el aspecto filosófico-romano y dice: la autoridad es la fuerza para sostener y acrecentar, y quien ejerce la autoridad si además es autor de lo que está a su cargo posee el conocimiento para conducirlo mejor, incluso para legislar. En este caso la autoridad puede emanar leyes.

En cuanto a las leyes para el ser humano nuestro Creador es quien sabe exactamente cómo somos y conoce cómo debemos desempeñarnos y nos dio los Mandamientos. Por esta razón solamente es ley auténtica aquella ley emanada por el legítimo legislador y que refuerza los dictados de los Mandamientos dados por Dios.

Lo anterior es lógico, pero por lo importante de este tema, conviene poner el siguiente ejemplo evidente para todos. Solamente el inventor de un nuevo deseño de coches es quien puede decirnos exactamente cómo manejarlo y cómo conservarlo. Los demás podremos enseñarlo si trasmitimos todos los aprendizajes recibidos del constructor.

Por eso sólo es ley la que trasmite con fidelidad la ley de Dios en el tema abordado.

Con este criterio, podemos descubrir si alguna ley emanada por un legítimo legislador es auténtica ley y entonces hemos de obedecerla. Si contradice poco o mucho la ley de Dios no es ley y no debemos acatarla, aunque nos impongan las sanciones prescritas. Además, no importa si la ley viene de demócratas o republicanos en el caso de los Estados Unidos, sino de su concordancia con la ley de Dios.

Lo mismo podemos decir de las leyes en nuestro país. Si acatan la ley de Dios son auténticas leyes. Si con ellas mienten, aceptan matar o fomentan las injusticias no son layes. Sea quien sea el presidente, el partido o el legislador. Por eso, es muy importante que la Constitución de los pueblos tome en cuenta la ley de Dios.

Por lo tanto, con este criterio ya podemos dar respuestas sólidas y sensatas a la ley de la autoridad. No podemos delegar nuestra responsabilidad de fomentar el bien social, de apoyarlos con el orden establecido por quien tiene autoridad. Todo eso es cierto, lógico, el sentido común nos habla de la necesidad de alguien que nos organice y haga hacer a cada quien lo que le corresponde.

Pero la legislación no puede estar al vaivén de los legisladores, eso es politizar la ley y corromperla. Con lo cual también se corrompe a la sociedad y se empaña el bien común.

La justicia señala lo correspondiente a cada uno. Pero también es necesaria la capacitación para realizar los trabajos. En una democracia donde el pueblo elige ha de tener en cuenta todas esas aptitudes. Y hemos de elegir con conocimiento y sin aceptar ningún tipo de presión. El sistema democrático también evalúa la moralidad del pueblo, pues muestra el tipo de gobierno que eligió.

Y para terminar conviene recordar algunos aspectos de la ley para no sentirla como una amenaza que nos impide hacer lo que queramos. Y si alguien aplicara la ley con esa finalidad, está deformando la ley.

La ley en general es la regulación de un acto o una operación. Cuando conocemos ese tipo de leyes sabemos para qué sirve un instrumento o como realizar una actividad. Por eso conocer la ley nos beneficia.

También podemos decir que la ley en sentido amplio es una ordenación de la razón que expresa un deber ser. Quien percibe de este modo la ley capta su beneficio y también puede darse cuenta de la autenticidad de la ley cuando realmente el acto indicado consigue un beneficio para todos.

Hay leyes físicas que dan a conocer el comportamiento de los agentes naturales. Quien conoce esas leyes puede aprovechar los recursos que le brindan esos agentes elegidos.

La ley técnica nos señala el modo de procesar unos productos para obtener algo mejor. Por ejemplo: cómo utilizar un aparato o cómo combinar varios elementos para obtener algo mejor. Como sucede con una receta de cocina.

La ley moral regula los actos humanos de manera que señala un proceder para alcanzar un bien y desaconseja otros modos de proceder que provocan males.

Con esta visión sólo queda el deseo de conocer, agradecer y defender la ley.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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