La marcha del 8M

 Gracias a la participación de personas con posturas equilibradas la marcha dejó muy claro que este tema no puede esperar más tiempo.


Violencia y justiciar


No cabe duda de que la marcha que se llevó a cabo en la Ciudad de México el día internacional de la mujer, 8 de marzo, deja ver un malestar que ya no se puede soslayar. Como antecedentes tenemos la fuerza del movimiento sufragista, con otras demandas que poco a poco se fueron adoptando hasta lograr la participación jurídica de la mujer en la vida pública.

Muchos pasos se han dado aunque todavía no hay el reconocimiento pleno de igualdad respecto a las mujeres en el trabajo de la mujer fuera del hogar. Por ejemplo, los salarios laborales para puestos idénticos, en horarios y jerarquía de responsabilidad, aún son más bajos cuando los desempeña una mujer. A veces quieren compensar con la prestación de los períodos que les conceden ante el nacimiento de un hijo y la etapa de lactancia. Aunque en bastantes países esto ya se ha equilibrado con el período de acompañamiento del padre para apoyar en ese lapso tan importante.

Políticamente, en nuestro país, se habla de que ha sido una marcha que aprovecharon los conservadores para desestabilizar al gobierno. Este comentario muestra una insensibilidad verdaderamente escandalosa, pues no son capaces de ver que ahora sí estamos frente a los últimos eventos que concretan el ya iniciado cambio de época.

Probablemente las feministas –muchas de ellas vestidas o desvestidas– con el rostro cubierto, fueron las convocantes, pero allí está el fenómeno, a esta marcha se unieron muchísimas más personas con un comportamiento equilibrado, incluso diría respetuoso. Si todas hubieran sido feministas no habría quedado ni el recuerdo de la Ciudad de México. Porque, desgraciadamente las encapuchadas si agredieron y ocasionaron desmanes.

Esas mujeres agresoras son el desprestigio del movimiento pues afectaron el servicio de las estaciones del Metrobús y también ante Palacio Nacional, consecuencias que pagaremos todos los ciudadanos. Aunque a quienes afectaron más es a las personas de escasos recursos y con largos recorridos de su casa al sitio donde trabajan. Esas mujeres ¿tienen capacidad para ver a quienes afectan? O ya están en tan alto nivel de enajenación que las insensibiliza.

Pero eso es lo que provocaron. Esas mujeres merecían un inmediato castigo, pero no cabe duda que la justicia deja mucho que desear. A los contribuyentes nos cargarán con impuestos mientras ellas quedan impunes. A pesar de tantos grupos que ofrecían otras opciones las violentas dejaron su huella. Así pasa, lo escandaloso es noticia.

Sin embargo hubo otras mujeres que elevaron el tono de la marcha, iban a pedir justicia para castigar a los violadores y feminicidas, petición más que urgente. El grito NO A LA VIOLENCIA contra la mujer, y ni una menos, fueron las palabras mágicas que desencadenaron tal manifestación y llamaron a tantas y tan variadas mujeres. Mujeres que saben combatir la violencia siendo violentas es un contrasentido, y que la más grave violencia se da en quienes hacen de su vientre un cementerio.

No, el gobierno no se puede salir por la tangente, ni responder con chascarrillos desafortunados. Una inmensa mayoría iba a apoyar a todas las que han sufrido vejaciones, torturas y asesinatos. Además, la inmensa mayoría fue congruente con la no violencia, porque su conducta lo demostró. Una vez más hay que insistir: la violencia no se acaba con más violencia, que les quede claro a las violentas, muchas veces acarreadas para promover la desestabilización, son mercenarias que destruyen lo que está a su paso y provocan el malestar de los ciudadanos de a pie. ¿Hay mayor injusticia?

Hay comentarios profundamente corrosivos e injustos como el de quienes atacan a grupos distintos a los suyos y se atreven a decir que ese movimiento busca desenmascarar la intolerancia del pensamiento conservador. No aquí hay algo más profundo que une a todos, es el respeto a la mujer. Vi rostros de indígenas, de campesinas que ya están cansadas del machismo propio de quienes ejercen a diestra y siniestra los malos tratos.

Y, no todos los varones son golpeadores, también estaban algunos en la marcha apoyando las demandas de trato respetuoso a las mujeres. Además, allí vimos a las encapuchadas haciendo lo que piden que no hagan otros. En fin, para muestra un botón del nivel de incongruencia en el que podemos caer, o de intenciones ocultas sumamente deterioradas.

Es indudable que los varones se tendrán que replantear el respeto a toda mujer, pero también se tienen que abrir vías para ejercer la justicia y evitar la ancestral imposición de hombres prepotentes.

No son todos ni la violencia es exclusiva hacia las mujeres, también ellos la sufren, se trata de igualar las oportunidades de unas y otros.

Gracias a la participación de personas con posturas equilibradas la marcha dejó muy claro que este tema no puede esperar más tiempo, porque no es producto de un contagio, ni de grupos conservadores, se trata de un tema largamente sufrido en todos los estratos sociales.

Para terminar, no puedo dejar de felicitar al grupo de mujeres que con valor lucharon contra los desmanes. Fue una idea magistral hacer que la seguridad dependiera de un contingente femenino. También es de admirar la profesionalidad para impedir las consecuencias nefastas de los ataques perversos.

Desgraciadamente llegan noticias de marchas en otros estados, tal vez con menos recursos para afrontar desmanes, especialmente los perpetrados por quienes odian a la Iglesia.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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