El respeto a los derechos humanos es muy loable. Y el primer derecho que sustenta a los demás es el derecho a la vida.
Con bipolaridad no me refiero al fenómeno que sufren algunas personas al vivir periódicamente cambios drásticos y opuestos en su estado de ánimo.
Con base en ese fenómeno personal, aplico la bipolaridad a actitudes y consideraciones opuestas que al exponerse afectan profundamente a la sociedad en general y a cada ciudadano en particular.
Cuando se lanzan en los medios ideas contrarias, me parece que para ser más conscientes de lo que podemos ocasionar, podemos agrupar a nuestros receptores en tres tipos: personas centradas, personas inseguras y personas mal intencionadas.
Las personas centradas son aquellas que cuidan a su familia, tienen trabajo y buenas relaciones sociales. En principio reciben mensajes contradictorios y detectan las incongruencias. Pueden o no poner medios para contrarrestar las influencias destructoras.
Las personas inseguras se inquietan con ese tipo de noticias y no saben cuál de esos extremos es el aceptable. Por lo tanto, pueden tomar un camino equivocado o se paralizan y no actúan. Estos grupos empobrecen a la sociedad, pues no aportan o son volubles e inconstantes por falta de criterio. Son materia segura para la manipulación y son presa de líderes oportunistas. En este grupo pueden caber los niños y los jóvenes que aún no tienen conocimientos suficientes y están en proceso de formación.
Las personas mal intencionadas se aprovechan de la ingenuidad o de la inseguridad de los demás y ven el modo de sacar provecho. O, definitivamente ya son parte de grupos deshonestos que incitan a los demás a seguirles, los extorsionan y los someten con amenazas. En este grupo están las personas que construyen las falacias.
Las personas centradas no hacen caso de las noticias confusas, pero pueden llegar a ser minoritarias y sufrir las agresiones de los demás. Así la sociedad va perdiendo la aportación de los buenos ciudadanos y, las buenas influencias.
Las personas inseguras, por temor, es más fácil que engrosen las filas del tercer grupo. Con lo cual aumentarán los miembros de la sociedad que requieren reeducación y mucho seguimiento para impedir sus tropelías. A este grupo se debe gran parte de la difusión de mensajes contradictorios, y que por su ignorancia secundan los errores que más adelante se exponen.
A continuación, podemos analizar algunos planteamientos de los que todos somos testigos.
Indignan las violaciones, cada vez más frecuentes, que sufren incontables mujeres, niñas y niños. A la vez, las propuestas educativas para la niñez imponen el supuesto derecho de gozar del ejercicio de la sexualidad desde esas tempranas edades, y se les instruye en el modo de hacerlo. Con lo cual, desde pequeños adoptan esos hábitos y crecen ejercitándolos. Obviamente, cuando llegan a la juventud han atrofiado el gobierno de sus pasiones y aplican sin control sus apetencias. La supuesta educación los ha incapacitado para la reflexión y el autogobierno sobre sus pasiones. Simplemente actúan porque así lo han hecho, con el beneplácito de sus maestros y las omisiones de sus padres. Y violan.
La libertad es uno de los derechos humanos que se defienden con vehemencia. Y es legítimo hacerlo. A la vez, muchas voces defienden el derecho al consumo de drogas. Los veraces expertos en salud dan testimonio de los funestos estragos que ocasionan el consumo indiscriminado de las drogas: los hacen dependientes y agresivos si no satisfacen sus deseos. La contradicción está en la imposibilidad de compaginar la libertad y la dependencia.
Se defiende el derecho a un trabajo bien remunerado para que toda persona pueda satisfacer adecuadamente sus necesidades y sostener a su familia. A la vez, encontramos el recorte a los recursos económicos para la educación. Con lo cual nos encontramos con un contingente de profesores mal capacitados, incapaces de otorgar una educación de calidad a las generaciones futuras. Al egresar los alumnos no podrán realizar bien su trabajo y difícilmente lo conservarán. Con lo cual en la sociedad habrá exceso de desempleados por incapacidad.
El respeto a los derechos humanos es muy loable. Y el primer derecho que sustenta a los demás es el derecho a la vida. A la vez, la presión para despenalizar el aborto se escuda en reales o supuestas injusticias cometidas a las mujeres gestantes. Los argumentos se apoyan en falacias que defienden como verdades y, todo esto lo quieren legalizar. Con lo cual el Derecho se convierte en un pseudo derecho. No lo apoya la verdad sino la mentira, porque una mujer gestante nunca es autónoma, está profundamente vinculada a su hijo.
Otra agresión al derecho a la vida es la eutanasia. Nunca los problemas de salud o los provocados por la edad pueden poner fin a la vida humana.
La justicia es una demanda social indiscutible para alcanzar la paz. Una de las condiciones para facilitar la paz son los convenios donde las dos partes se ponen de acuerdo. Por ejemplo, los contratos laborales son un medio para garantizar la justicia e impedir el enriquecimiento injusto por cualquiera de las partes. A la vez, muchas veces encontramos contratantes que no pagan el salario justo o los contratados que no realizan el trabajo debidamente o substraen bienes que no les pertenecen. A la vez se admira a quienes tienen la sagacidad de violar los convenios.
La salud es un derecho importantísimo que se ha de considerar en la sociedad. El ejercicio de la profesión de los profesionales de la salud siempre ha de caracterizarse por la honestidad y la entrega al servicio de los pacientes. A la vez, hay médicos o terapistas que mercantilizan a sus pacientes y les hacen dependientes cuando ya están sanos. Otras veces, la industria farmacéutica eleva el precio de las medicinas a costa de la atención a personas con escasos recursos.
La conclusión es: ¿Para que no haya criminales se legaliza el crimen?
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