Los padres en la mayoría de las ocasiones no están mucho tiempo en casa con sus familias, pero esto no significa que sean menos importantes que las madres.
La familia actual ha sufrido profundas modificaciones, ya traté de los nuevos retos que tiene la mujer. Ahora analizamos los que se le presentan al papá, considerando que los efectos del papel de la mujer en el hogar actual necesariamente les afectan a ellos.
Como preámbulo, vale la pena considerar un aspecto que manifiesta la capacidad que tiene la persona de modelarse. Es evidente que el varón en el aspecto físico tiene más fuerza, vigor, resistencia. Culturalmente se reconoce la necesidad de la cortesía en las relaciones humanas, y se habla de ella en los varones. Esto muestra que con la educación se pueden orientar las tendencias naturales.
Por eso encontramos documentos que hablan del “gentil hombre”, su vigor no impide adquirir detalles de consideración hacia los demás, especialmente hacia las damas. Esos detalles de cortesía, de deferencia, dan un toque muy especial a las relaciones humanas, calman ímpetus y evitan salidas de tono en el trato mutuo. Se crea un ambiente cordial incluso para tratar asuntos escabrosos donde no se prevén acuerdos.
Otro efecto del vigor masculino está en que su presencia causa seguridad. Surgen personas seguras, dígase sobre todo hijas seguras, pero también hijos seguros, esposa segura, hermana segura, madre segura. Por eso, simplemente por eso, para impulsar personas seguras, decididas y firmes se requiere de la presencia del varón en el hogar. Él debe ser consciente de lo que su ausencia provoca.
La variación de actividades de la mujer: recorte de tiempo en la casa y desempeño de trabajo fuera del hogar, han modificado las actividades del varón. Obviamente la demanda laboral ya no es sólo para los hombres, también las mujeres lo solicitan, de manera que se ha propiciado el desempleo, a veces el puesto es para ellas.
Como el modelo de las estructuras familiares antiguas aún se extraña, el hombre desconoce muchas de las demandas intrínsecas del hogar, sufre desconcierto por la ausencia de la mujer, no sabe cómo resolver problemas mínimos porque tampoco ha tenido una indicción. Algunos, poco a poco van ocupando su lugar, pero otros se encuentran descentrados o deprimidos. Algunos inconscientemente se sienten inferiores y asumen posturas feminoides.
La presencia de la mujer en el trabajo fuera del hogar también ha ocasionado desconcierto, surge otro modo de compañerismo, otro modo de competitividad, e incluso aparecen reacciones femeninas que nunca habían experimentado, y ese desconcierto muchas veces repercute negativamente en el estado de ánimo que también afecta a los miembros de la familia. Especialmente delicados son aspectos que pueden deteriorar la fidelidad conyugal.
La responsabilidad ante el nacimiento de un hijo acelera la madurez del padre; pero como ahora se retrasa la decisión de engendrar, no se da este aspecto de la madurez masculina, por eso, ante cualquier tipo de problemas es fácil que el hombre los evada, muchas veces, con el abandono del hogar. El problema de la paternidad retrasada o inexistente afecta muy seriamente las relaciones conyugales porque fomentan el egoísmo y luego el individualismo que rompe la unidad.
Por lo tanto, es urgente que el varón salga al paso de estos problemas y encuentre su quehacer dentro del hogar, distribuyendo los encargos con la esposa para que descubran nuevos modos de complementación y de armonía. Pero siempre se ha de estar alerta para combatir cualquier manifestación de celos o envidia ante los éxitos de cónyuge.
Es importante que de manera respetuosa y discreta, compartan sus inquietudes, logros, acierto y fracasos en el trabajo que él y ella tienen fuera de la casa. Así cuidan de no alejarse ni de enfriar su relación. Han de cultivar espacios de reencuentro estimulante y amable donde mantengan vivo el amor que les unió.
La oportunidad de alternar la presencia del padre y de la madre en la casa, debe abrir horizontes para el papel que les compete a la madre y al padre respecto a la educación de los hijos. Está comprobado que la madre busca acompañar en el aprendizaje y esto ayuda a fomentar el compañerismo. El padre en cambio impulsa a hacer de modo personal y esto fomenta la iniciativa para la superación de obstáculos.
Actualmente se experimenta una vida familiar empobrecida por la ausencia del padre y de la madre dentro de la casa, por eso, urge que entre los dos de pongan de acuerdo en el modo de realizar su profesión, ahora hay trabajos que se pueden realizar desde la casa, otras veces verán el modo de tener horarios escalonados, pero el padre nunca debe excluirse.
En esta época en la que se defiende con tanto celo la libertad, es muy importante no confundirla con la independencia, de manera que se forje la libertad en la vida familiar, respetando la libertad de cada miembro y haciendo que cada uno libremente disfrute de la compañía de los demás. En este aspecto el padre tiene un don especial para lograrlo.
El padre, al integrarse más tiempo en el hogar tiene la posibilidad de detectar la necesidad de los valores morales, de los comportamientos éticos y del soporte profundo que encierran las creencias religiosas. Todo eso le ayudará a profundizar en cómo vive esos aspectos y en la necesidad de dar buen ejemplo.
Con la ayuda de la fe en Dios el varón podrá tener conversaciones entrañables sobre el modo de vivir, de dónde venimos, a dónde vamos, cuál es el significado de la existencia, y otras preguntas que sólo un padre puede responder.
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