IA y paz

Para alguien superficialmente relacionado con la inteligencia artificial la relación con la paz le puede resultar irrelevante y pasarla por alto. Con cierto empeño se pone interés por acercarse a la inteligencia artificial para ver cómo poder aprovecharla y no quedarse estancado. En las redes hay productos llamativos hechos con inteligencia artificial y poco más, es lo que la mayoría sabemos.

La paz sí nos cuestiona a todos, especialmente ahora que no solamente hay focos de agresión causados por maleantes en distintas zonas del mundo, sino porque hay francas guerras entre muchos países, pero dos son especialmente graves: Ucrania- Rusia e Israel- Palestina. Son amenazas mundiales porque además de afectar económicamente, los males morales son muy muy graves.

Además, la paz es un asunto que todos deseamos en lo profundo de nuestra existencia. Y descubrimos dos grandes dimensiones una interior y otra exterior. La externa obviamente tiene que ver con el entorno: la moralidad de las personas que nos rodean, la seguridad que nos pueden prestar nuestros vecinos o los recursos que nos ofrece el gobierno.

La paz interior es la debida a la respuesta ante nuestras acciones. Todos, por muy anestesiada que tengamos nuestra conciencia tenemos un “gusanillo” interior que duerme mientras no cometemos un desaguisado, pero si lo cometemos inmediatamente despierta y nos corroe proporcionalmente a la gravedad de lo cometido.

Y la inteligencia artificial tiene relación con la paz. Así lo hizo ver el Papa Francisco para este año, en su acostumbrado mensaje con motivo de la 57 Jornada Mundial de la Paz, ya tradicionalmente expuesto en el primer día de cada año.  

El documento tiene ocho incisos. Los presento a continuación: 1. El progreso de la ciencia y de la tecnología como camino hacia la paz; 2. El futuro de la inteligencia artificial entre promesas y riesgos; 3. La tecnología del futuro: máquinas que aprenden solas; 4. El sentido del límite en el paradigma tecnocrático; 5. Temas candentes para la ética; 6. ¿Transformaremos las espadas en arados?; 7. Desafíos para la educación; 8. Desafíos para el desarrollo del derecho internacional.

Todos estos puntos son muy interesantes y algunos requieren conocimientos más especializados, por ejemplo el primero, pues obviamente habla a quienes hacen posible la inteligencia artificial, buscan su perfeccionamiento y abren nuevos campos de aplicación, sin embargo es importante la rectitud de los expertos para desear el beneficio general y no para facilitar a pocos el dominio de los demás, y con eso romper la paz. Fomentará la inequidad y los desastres derivados. 

Para evitar esa posibilidad se requiere la ética de la inteligencia artificial, y ese campo sí nos compete a todos. Se relaciona con la razón ética, tan mencionada por Benedicto XVI, cuando hacía referencia al desarrollo humano y al modo de calificar todos los productos humanos y las finalidades para las que se inventaban. 

Por lo tanto, el innegable avance técnico no ha de buscarse con un fin es sí, sino como un fin subordinado a otro superior que es el fin ético. Por eso todos hemos de evitar dejarnos deslumbrar por los resultados inmediatos sin detenernos a predecir aplicaciones más amplias que incluyan a pocos y excluyan a muchos. El fin ético busca la eficacia y el beneficio de todo ser humano.

En general, estamos acostumbrándonos a reenviar mucha información que recibimos, algunas porque nos parecen originales, otras porque hacen gracia y desgraciadamente otras porque nos urge dar noticias sin evaluar los efectos desconcertantes y falsos que lanzamos. Los efectos de reenviar datos producidos con inteligencia artificial pueden causar peores efectos por la facilidad de suplantar la realidad.

La Bioética es uno de los campos científicos donde ya se plantea el apoyo de la inteligencia artificial. Puede ser un recurso para potenciar las fuerzas y la inteligencia de las personas. Pero nuevamente es necesario insistir en que los resultados técnicos no se pueden independizar de la ética, que en este caso debe ser más sólida. Y aquí una frase del Papa nos relaciona a la inteligencia artificial con la paz: “si quieres la paz, haz que la tecnología esté al servicio de una ética de la persona”.

Y sucede que ya la inteligencia artificial presenta un claro- obscuro se aplica tanto en los nuevos dispositivos que ayudan a la detección del cáncer, o favorecen el mejor uso de los recursos y los hacen llegar a muchos más, pero también la inteligencia artificial anima los drones que bombardean la franja de Gaza y Kiev, por ejemplo.

Somos muy sensibles ante los posibles hechos que obstaculicen el ejercicio de nuestra libertad y este asunto se puede dar si se adoptan las “opciones personales” basadas en algoritmos, porque eso es una auténtica manipulación de los individuos y las sociedades. Para atajarlo hace falta atención y vigilancia de las autoridades jurídicas y gubernamentales.

Los algoritmos no deben definir los derechos humanos, pues los valores vitales se ignorarían, por ejemplo: la compasión, la misericordia o el perdón. Tampoco con esta tecnología se puede desemplear a las personas o disminuir los salarios. Se pondría en riesgo el bienestar económico de las personas, las familias y las sociedades.

La educación ha de adoptar con mucha prudencia las distintas estrategias de inteligencia artificial, sin anular el ejercicio del pensamiento crítico. Además, la inteligencia humana está en otro nivel, inalcanzable por la inteligencia artificial, por sorprendente y poderosa que ésta parezca, pues es un producto humano.

La comunicación y la información son dos ámbitos del quehacer humano que pueden verse afectadas ante el deslumbramiento de la inteligencia artificial, sin embargo, la riqueza acumulada por la propia experiencia de la vida y las conjeturas personales nunca pueden ser substituidas por lo artificial, sería escuchar letras muertas. Y los receptores tarde o temprano moriríamos.

La dignidad intrínseca de cada persona y las relaciones humanas por precarias que en algunos casos se muestren, jamás son equiparables o sustituibles por lo artificial. No podemos suplir la antropología por la tecnología, ni la educación por la sistematización, ni las relaciones humanas por las relaciones digitales.

La justicia, la armonía y la paz solamente son posibles con personas justas, equilibradas y pacíficas. Por quienes tienen un gran corazón.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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