El 11 de enero murió el Cardenal Pell, a los 81 años de edad. El día anterior tuvo una operación de cadera y no sobrevivió. Seguramente el parte médico debe haber explicado científicamente cuál fue el motivo del deceso, pero pienso que su corazón estaba desgastado, sufrió mucho los últimos años de su vida. Primero al encontrar, en personas de Iglesia, deshonestidades inadmisibles en cuestiones varias, y segundo por la calumnia sufrida al haber sido acusado de pederastia.
El deterioro moral generalizado ha llegado a admitir la culpabilidad de alguien, aunque no se haya comprobado. Ahora ante cualquier acusación inmediatamente viene la condena. En otros tiempos eran más misericordiosos los juicios, el lema era: ante la duda se defiende al acusado.
La verdad triunfa siempre, aunque la calumnia tiene un tiempo de aparente imposición y hace sufrir injustamente a los inocentes. Las reacciones positivas ante la personalidad del difunto lo comprueban, especialmente el Papa y la Iglesia de Australia.
Francisco en la mañana del 11 de enero, envió un telegrama de condolencias al cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio cardenalicio. Manifestó tristeza y cercanía con todos los cardenales, con David, hermano del cardenal Pell y con los demás miembros de su familia. Calificó su desempeño como “un testimonio coherente y comprometido, una entrega al Evangelio y a la Iglesia, y sobre todo, su diligente colaboración con la Santa Sede” ante la reciente reforma económica, para la que “puso las bases con determinación y sabiduría”.
Pidió oraciones de sufragio para que “este fiel servidor, que siguió inquebrantablemente a su Señor con perseverancia, incluso en la hora de la prueba, sea acogido en el gozo del Cielo y reciba la recompensa de la paz eterna”.
En Australia el arzobispo de Melbourne, monseñor Peter A. Comensoli, declaró “Con gran tristeza me he enterado de que el cardenal George Pell, el séptimo arzobispo de Melbourne, murió durante la noche por complicaciones cardíacas, luego de una cirugía de cadera en Roma, Italia (…) fue un líder de la Iglesia muy importante e influyente, tanto en Australia como internacionalmente, profundamente comprometido con el discipulado cristiano. En este momento, vayan nuestras oraciones al Dios de Jesucristo, en quien el cardenal Pell creyó y a quien siguió de todo corazón, para que sea acogido en la vida eterna”.
Monseñor Timothy Costelloe SDB, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Australia, expresó que, “con gran tristeza”, se enteró de la “inesperada muerte” del cardenal.
En una declaración, el presidente del episcopado australiano destacó que el cardenal Pell “brindó un liderazgo fuerte y claro dentro de la Iglesia Católica en Australia, como arzobispo de Melbourne y de Sydney, y como miembro de la Conferencia Episcopal, por más de 25 años. Sus muchas fortalezas fueron ampliamente reconocidas, tanto en Australia como en todo el mundo, como lo atestiguan sus nombramientos en el Vaticano como prefecto de la Secretaría de Economía y como miembro del Consejo de Cardenales. El impacto del cardenal Pell en la vida de la Iglesia en Australia y en todo el mundo se seguirá sintiendo durante muchos años. Mientras lo recordamos y reflexionamos sobre su legado”.
En junio de 2002, el arzobispo Pell se apartó de sus funciones como arzobispo de Melbourne al ser acusado, por primera vez, de abusos sexuales a un menor. Una investigación eclesiástica no pudo encontrar pruebas suficientes para corroborar la acusación, que se remontaba a 1961. Un año más tarde, el arzobispo Pell fue creado cardenal por el Papa Juan Pablo II.
El papa Francisco lo nombró prefecto inaugural de la Secretaría para la Economía, función que desempeñó técnicamente de 2014 a 2019. En 2017 Pell se tomó una excedencia de su cargo de prefecto para regresar a Australia y hacer frente a las acusaciones de abusos sexuales a menores. Defendió su inocencia durante todo el proceso, pero el 11 de diciembre de 2018 sostuvieron los cinco cargos en su contra. Dos días después, el Papa Francisco lo retiró de su círculo íntimo de cardenales. El 13 de marzo de 2019, el cardenal Pell fue condenado a seis años de prisión. Después de 13 meses de encarcelamiento, fue liberado en abril de 2020. El Tribunal Supremo de Australia le absolvió por unanimidad.
La editorial Palabra publicó su “Diario en prisión”. Relata cómo la oración, la perseverancia y la fe le ayudaron a mantener la esperanza ante las mentiras y los engaños. Escribió pensando en que podría ayudar a otros en circunstancias semejantes. San Pablo lo hizo y para Pell fue también una terapia.
En esos trece meses comprobó la importancia de la perseverancia. En el aislamiento valoró mejor las cosas simples, como la fe, el perdón, la redención del sufrimiento. Gracias a Dios sobrevivió. Afirmó que cuando tomó la decisión de perdonar todo se le facilitó. Para él, no fue tan difícil perdonar a la persona que le acusó. Sabía que era una persona que había sufrido y estaba muy confundida y tal vez cargaba otros problemas.
Recibió miles de cartas de apoyo que le ayudaron enormemente. Y siempre creyó que Dios estaba detrás de todo lo que le ocurría.
Opinaba que los escándalos de la pederastia si se afrontan adecuadamente pueden ser una ocasión para la renovación de la Iglesia. No se debe seguir en la misma línea. Es un tipo de cáncer espiritual y moral. Manifestó que en Australia habían trabajado seriamente para erradicarlo, pero es un deber de todos los sacerdotes y de todos los obispos del mundo asegurar que estos escándalos no se repitan. Provocan demasiado sufrimiento, demasiado dolor. El fenómeno de los abusos en la Iglesia demuestra una vez más que se abandonan las enseñanzas de Jesús. Si se siguieran los mandamientos del Decálogo, todo esto no habría ocurrido.
Te puede interesar: Dr. Mayagoitia honorable mexicano
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com
Facebook: Yo Influyo
