Toda actividad productiva está enlazada con otras, así se desarrolla el sentido de colaboración y de estar integrado a un equipo.
La inquietud no favorece el cultivo de la paz, ni tampoco capta los factores que acercan a la paz. Por ejemplo, cuando una persona está inquieta no se da cuenta de las oportunidades que están a su alcance para conseguir lo que desea, y mucho menos puede hacer un plan para obtener recursos y con ellos satisfacer necesidades.
La inquietud puede combatirse con el trabajo. Porque este es una actividad que ocupa el tiempo de un modo muy integral. Incluso aunque una persona tenga muchos años de dedicarse a lo mismo, y la habilidad adquirida logre realizar muchos pasos casi mecánicamente, la misma destreza contrarresta un posible aburrimiento, porque esa actividad produce buenos resultados.
Toda persona con una actividad laboral, aunque no lo note, está gratificada gracias a que ocupa un puesto y esto le da seguridad, entrega productos y sabe que redundan en beneficios, forma parte de una cadena de actividades y por eso mantiene su autoestima, obtiene recursos económicos con los cuales se sostiene y colabora en la manutención de otras personas.
El trabajo logra ocupar el tiempo de la persona y le salva de la ociosidad, o de la atrofia. También del aislamiento, de la soledad, e incluso de algún nivel de depresión. El trabajo abre las puertas a asociaciones de personas que realizan actividades semejantes, y esto es una fuente de seguridad y de progreso.
Lo más interesante está en el desarrollo de atributos humanos insospechados para el trabajador. Uno es la creatividad pues se aplica esfuerzo e inventiva para lograr los resultados, pero ahorrando y economizando tiempo y recursos, sin demérito de los resultados. Esa persona adquiere un nivel de maestría pues domina aspectos adyacentes y goza de una sencilla autocomplacencia que le beneficia internamente. Tiene paz y puede irradiarla.
Esos logros le ubican y puede relacionarse mejor con las personas, así mejora su integración social, mejoran sus aportaciones y automáticamente los demás acudirán para aprender el modo de su desempeño. Esa satisfacción tan natural ayuda a la persona a integrarse positivamente y necesariamente su manera de relacionarse es más serena y equilibrada.
Un trabajo que integra todas las capacidades de la persona, necesariamente la hace más libre, pues la toma de decisiones pequeñas pero continuas dejan una huella muy profunda. Toda actividad productiva está enlazada con otras, así se desarrolla el sentido de colaboración y de estar integrado a un equipo. Y alguien al experimentar la eficacia de sus aportaciones, necesariamente desvanece tendencias vindicativas, porque se incluye al grupo como colaborador. También esto es muy gratificante.
Actualmente cualquier tipo de productos o de servicios son más complejos y requieren de colaboradores más variados e incluso ubicados en otras latitudes. Estas circunstancias abren el horizonte y la capacidad de entender otros modos de trabajar y de convivir. De este modo las personas mejoran en comprensión y en prudencia para adoptar otros modos mejores a los que estaban habituados.
Por todos estos motivos y muchos más, las fuentes de trabajo han de agradecerse y conservarse. Pero para contribuir al desarrollo es necesario crear otras fuentes que propicien nuevos derroteros y faciliten la innovación.
Un aspecto de la responsabilidad de cada persona es la valoración de los efectos de su trabajo, y por eso, la necesidad de trabajar bien, de cumplir al detalle con los fines propuestos. Un buen trabajador tiene la conciencia tranquila y le hace ser persona de paz.
Necesariamente, ante este panorama es lógico procurar que toda persona en edad de trabajar tenga la oportunidad de conseguir un sitio donde realizar su propio trabajo. Es un asunto de salud personal y social. Es un asunto para forjar personas pacíficas y satisfechas y sociedades pacíficas y seguras.
La beneficencia se justifica con personas impedidas, pero quienes tienen edad y capacidad de trabajar tienen el derecho de encontrar oportunidades para realizarlo. Es cuestión de darles la oportunidad de mostrar su dignidad y de desarrollar su ingenio. Otra postura es impropia y acarrea desajustes.
Si queremos paz un remedio muy rico es crear fuentes de trabajo y enseñar a trabajar.
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