San Josemaría Escrivá de Balaguer en varias ocasiones dijo: “La fundación del Opus Dei salió sin mí; la Sección de mujeres contra mi opinión personal, y la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, queriendo yo encontrarla y no encontrándola”. Así se resume una encomienda de Dios a un hombre atento a la Palabra de Dios y dispuesto a cumplir la Voluntad de Dios.
El 2 de octubre de 1928, el joven sacerdote Josemaría vio esculpido el querer de Dios: la llamada a la santidad para todos los seres humanos, y la vía para alcanzar ese fin: la realización de cualquier trabajo honesto en medio del mundo y comunicar este mensaje a los demás.
Como dentro de la Iglesia no encontró ninguna institución que persiguiera este fin concreto, comenzó a llevarlo a cabo anunciándolo a los jóvenes que le rodeaban. Ese era el campo natural que percibió, incluso llegó a decir que no habría mujeres.
Al celebrar la Santa Misa, el 14 de febrero de 1930, vio que Dios sí quería mujeres. Más adelante, su amor al sacerdocio y el deseo de ayudar a los sacerdotes en sus necesidades físicas y espirituales, le llevó a pensar en la posibilidad de dejar encausado el Opus Dei para dedicarse a esos cuidados, porque no veía el modo de hacerlo dentro de la Obra. El 14 de febrero de 1943, Dios le hizo ver que sí era posible contar con sacerdotes dentro del Opus Dei.
Con esos dos momentos de luz, en los años de 1930 y de 1943, Dios mostró que la universal llamada a la santidad es posible en el camino del Opus Dei, porque cabían hombres, mujeres y sacerdotes. El 25 de junio de 1944 recibieron, del Obispo de Madrid, el sacramento del Orden sacerdotal, tres Numerarios: Álvaro del Portillo –ahora Beato– y José Luis Múzquiz y José María Hernández de Garnica –siervos de Dios–.
San Josemaría empezó a hablar del Opus Dei a algunas mujeres que llevaban dirección espiritual con él. También se acercaron las hermanas de los jóvenes que ya estaban en el Opus Dei. Esa incipiente labor se detuvo por la guerra civil española. Por eso, el Fundador decía que las mujeres se habían logrado al tercer intento. La ayuda de su madre y su hermana fueron muy importantes.
A partir de 1939, una vez terminada la guerra, san Josemaría hizo viajes a varios sitios de España para ayudar a muchachas que deseaban ser de la Obra, les enseñaba a intercalar actos de piedad en sus actividades cotidianas, como el rezo del Rosario, el Ángelus a las 12 del día, acudir a la Santa Misa y primeras vocaciones, de Valencia, de León, de Madrid. Continuaban viviendo con su familia de sangre pues no había Centro para ellas.
En 1942 se encontró una casa adecuada en Madrid, en la calle de Jorge Manrique. Allí llegaron a vivir y recibieron la formación directamente del Fundador.
Algunas de las primeras fueron Encarnita Ortega y Guadalupe Ortiz de Landázuri –Numerarias–, y la primera Numeraria Auxiliar: Dora del Hoyo.
Encarnita Ortega, nació el 5 de mayo de 1920, en Pontevedra. En 1941 asistió a un Curso de Retiro espiritual en Alacuás, Valencia, dirigido por el Fundador de la Obra. Allí vio su vocación. Vivió en Madrid y luego se desplazó a Roma, en 1946, para ayudar a impulsar la expansión del Opus Dei por diversos países. En 1961 regresó a España y colaboró en diversas iniciativas apostólicas. Los últimos años de su vida radicó en Valladolid e impulsó el campo de la moda. En 1980 le diagnosticaron cáncer y durante 15 años convivió con esta enfermedad, sin disminuir el ritmo de trabajo. Murió con fama de santidad en la Clínica de la Universidad de Navarra, el 1 de diciembre de 1995.
Guadalupe Ortiz de Landázuri, nació en Madrid el 12 de diciembre de 1916. En 1936 inicia sus estudios de Ciencias Químicas, los interrumpe durante la guerra civil y los termina brillantemente en 1941. En 1944 conoce a San Josemaría, quien le ayuda a descubrir que el trabajo profesional y la vida ordinaria son lugar de encentro con Cristo. Poco después pide su Admisión en la Obra. Participa en varias actividades apostólicas como la Administración doméstica en dos Centros de la Obra y ayuda en la formación de las empleadas. Luego dirige una residencia universitaria en Madrid.
Por su generosidad, fortaleza y alegría, el Fundador le propone comenzar en México la labor con mujeres. Llega en marzo de ese año. Dirige una residencia de universitarias. Busca contagiar la fe cristiana entre mujeres de diversa formación y estrato social. En 1956 se traslada a Roma y al año siguiente regresa a España. Le descubren un problema del corazón y sufre una delicada intervención quirúrgica. Se recupera y obtiene el Doctorado con la máxima calificación, le dan el premio de investigación Juan de la Cierva y la plaza de profesora de Ciencias en una Escuela profesional pública. A la vez, tiene cargos de dirección en el Opus Dei. Muere el 16 de julio de 1975 y se introduce su Causa de Canonización, en Madrid, el 18 de noviembre de 2001.
Dora del Hoyo nació el 11 de enero de 1914, en Boca de Huérgano, León, España. Desde pequeña recibe una esmerada educación cristiana. En Bilbao pide la Admisión en el Opus Dei el 14 de marzo de 1946, después de trabajar en labores domésticas en Centros de la Obra. Supo descubrir el sentido santificador y apostólico en cada acción aparentemente trivial y aplicó el espíritu de servicio y la competencia profesional. El 27 de diciembre de 1946 se traslada a Roma para colaborar en la formación de mujeres de todo el mundo, en la labor apostólica y en el desempeño de trabajos domésticos.
Era notoria su piedad eucarística, el modo de asistir a la Santa Misa, una sólida devoción a la Santísima Virgen y a San José, el trato sencillo con el Ángel de la Guarda. Falleció en Roma el 10 de enero de 2004. Está abierta su Causa de Canonización.
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