En la etapa postcovid es necesario inventar nuevas formas de corresponsabilidad para ayudar a los maestros a integrarse a nuevas maneras de enseñanza, y conseguir el equipo necesario.
Antes de abordar el tema prometido en el título de este artículo, veo necesario poner un marco de referencia, porque el asunto de la educación es sumamente amplio, complejo e interminable.
Ese marco lo delimitan los siguientes principios:
– La educación es el proceso aplicado solamente a los seres humanos y busca el desarrollo perfectivo de todas las capacidades, al modo único e irrepetible de cada persona.
– La educación se realiza en la sociedad familiar, de manera propia y legítima.
– La educación familiar requiere de la ayuda de las sociedades intermedias, en este tema son las escuelas, y de las directrices adecuadas del Estado.
Las consecuencias generales de estos principios, no solamente se han de tener presentes durante la época COVID sino también en el futuro. Interpelan a cada familia a tomar en serio la necesidad de mejorar la educación en todos los estratos y en todos los niveles. Urge reparar los posibles descuidos del pasado y acometer el futuro sin cohibirse ante un contexto que se vislumbra difícil. Todo ello llama a la creatividad y al buen humor que no falta en los mexicanos.
Tenemos un punto de partida muy difícil. Muchas familias están sin ingresos, el futuro incierto y el confinamiento ha provocado un desajuste psíquico en los adultos, y los niños al percibirlo también tienen afectaciones emocionales. Todo ello requiere atención para sanar las heridas que, de otro modo, pueden ocasionar serios desajustes.
Por ejemplo, los traumas vividos retardarán el aprendizaje y tal vez en la adultez serán menos competitivos o no conseguirán trabajo. Además, en la actualidad, muchas personas sin escolaridad han podido forjar un trabajo informal. Los jóvenes de hoy sin escolaridad es casi seguro que no tendrán las posibilidades que tuvieron las generaciones anteriores, estarán en inferioridad de circunstancias.
La brecha aumentará entre las personas escolarizadas en el sistema privado y en el sistema público. Todo ello redundará en la escasa preparación para ocupar puestos de trabajo a nivel técnico y se menguará la productividad nacional.
Como muchas instituciones educativas del sector privado tendrán que cerrar, por la disminución de la economía de las familias, el sector público también sufrirá las consecuencias del aumento de alumnado totalmente desproporcionado al número de docentes.
En muchos casos será imposible aceptar, en las escuelas públicas, tanta demanda de estudiantes y muchos jóvenes se quedarán sin estudios. Por eso, será oportuno inventar sistemas de acreditación de estudios para que los jóvenes puedan hacerlo compatible con ciertas tareas imprescindibles para conseguir recursos económicos. Y, presionar desde la sociedad civil para que las autoridades acepten tales propuestas.
Es muy importante que la sociedad se empodere y parta del reconocimiento de que el gobierno tiene otro punto de vista. Han diseñado ayudas inamovibles que no variarán para dar cabida a las auténticas necesidades del pueblo. Cuenta con una retórica muy idealista y con “muy buenas intenciones” divorciadas del día a día que vivimos.
Los números hablan, el recorte en el presupuesto para educación es del 75 por ciento. Por lo tanto, no es preciso ser un genio para ver que la capacitación a los docentes y el acceso a la educación en línea son irrealizables. Además, los progresos de los educandos serán más lentos porque son chicos más problemáticos.
Tampoco se puede soslayar la corrupción en el magisterio. Los maestros siguen sufriendo la venta de plazas. Quienes llegan al aula de clase por esos medios es seguro que no serán modelos de buen desempeño.
Lo que debería suceder es hacer un plan para 15 a 25 años; capacitar a docentes para el uso de la tecnología; ofrecer modalidad a distancia, mixta y presencial; mejorar los servicios en las escuelas públicas; actualizar planes y programas; facilitar el homeschooling.
Para terminar, se presentan tareas que si se realizan darán un nuevo rostro a nuestra patria. Por lo tanto, el tiempo que viene es el tiempo en el que urge el protagonismo de las familias y de las sociedades intermedias:
– Cada familia es la mejor dotada para lleva a cabo la educación personalizada de sus miembros, dada la cercanía y el cariño. Por tanto, en el seno de la familia se han de provocar diálogos, para ver cómo se asimilan los conocimientos recibidos en la escuela, y aconsejar a cada uno de acuerdo a lo que, con singular acierto, se advierte necesario.
– Los miembros de las familias con posibilidades y preparación han de pensar cómo ofrecer servicios de apoyo a la educación en escuelas de escasos o nulos recursos, o en poblados marginados.
– La escuela, en el tema de la educación, es la primera sociedad intermedia a la que hay que apoyar para que cumpla su cometido. Para eso es necesario contar con profesores bien formados y con directivos que coordinen los recursos. Los padres deben cooperar y no ausentarse. Es necesario inventar nuevas formas de corresponsabilidad para ayudar a los maestros a integrarse a nuevas maneras de enseñanza, y conseguir el equipo necesario.
– La familia y las escuelas han de pedir al gobierno los recursos necesarios para que puedan llevar a cabo sus respectivas tareas. La dejadez en este tema provoca rezagos muchas veces irreparables.
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