Practicar virtudes morales para llevar a cabo lo que dicta la recta inteligencia, así se consigue ejecutar lo bueno.
En el título puse decálogo con minúsculas. Es totalmente intencional. El decálogo al que me refiero no es el de Dios, sino el que proviene de la inmensa, descomunal, imprudentísima, y no sé qué otros adjetivos poner, desvinculación de las personas de su Creador.
Por lo mismo, las iniciativas de ley son múltiples, inconsistentes. Desautorizan todo lo promulgado porque quien las autorizó discrepa con los intereses del grupo que ahora está en el poder. Con lo cual: “sálvese quien pueda”. Todo se vale, hasta el absurdo.
En la actualidad, el argumento para apoyar cualquier actuación se basa en los artículos de la Constitución. Sin embargo, esos artículos sufren modificaciones, mismas que cada vez dependen más de posiciones partidarias y, cuando uno de ellos está en el poder tiene la facilidad para hacer los cambios a su favor. Y, la pregunta es ¿entonces lo bueno es tan precario que depende de los vaivenes del mandatario?
Conviene pensar, para tener una respuesta fundamentada, si es lógico que algo sea bueno cuando se está en un territorio, y a unos cuantos metros en otro territorio lo mismo puede ser malo… Por lo tanto, descubrir el bien no depende de los criterios de las personas sino de la naturaleza de las cosas. Y, esa naturaleza conocida forma un criterio recto y eso sí es causa adecuada de una legislación porque es permanente.
La conclusión debe llevarnos a entender que los artículos inviolables de toda Constitución son los que concuerdan con el Decálogo dado por Dios y no de los que manifiestan el criterio del legislador desvinculado de los Mandamientos recibidos por Moisés.
Del Decálogo de Dios me referiré a algunos aspectos del quinto Mandamiento –no matarás– y del sexto Mandamiento –no cometerás actos impuros–. Porque veo una relación de causa y efecto entre muchas de las actividades de la vida diaria de las personas de nuestro tiempo.
Para conocer el bien y hacerlo se requieren hábitos buenos de la inteligencia y de la voluntad. Es lo mismo que practicar virtudes intelectuales cuya esencia es la búsqueda de la verdad; y practicar virtudes morales para llevar a cabo lo que dicta la recta inteligencia, así se consigue ejecutar lo bueno. El tema es lograr una educación que impulse la práctica de las virtudes.
Desgraciadamente somos testigos de que ahora se impulsa la mentira y la práctica de los vicios, que contradice cualquier educación. Concretamente Netflix produce la serie de Educación Sexual, con imágenes de adolescentes que incitan al libertinaje. Se explota la curiosidad de los jóvenes. Los actores británicos muestran en los primeros minutos del primer episodio a un niño y una niña en plena actividad sexual: el placer por el placer, sin responsabilidad.
Obviamente no se propicia el pudor ni la modestia ni la castidad, sino el desenfreno del vicio. Y entonces la falsa moral ofrece la salida fácil, pero degradante de protegerse del embarazo y de las infecciones de transmisión sexual. Aunque queda el vicio de la incontinencia. La transgresión del Sexto Mandamiento lleva a transgredir el Quinto.
Otra noticia del 16 de enero de 2019: la Junta Escolar Católica de Ottawa proporcionará a los estudiantes de las escuelas primarias un cómic que cuenta la historia de dos niños con mutua atracción sexual.
Una historia de imposición del mal como bien: Una joven acude a su ambulatorio local para abortar. Le remiten a una asociación sin licencia sanitaria para que le faciliten un abortivo químico. El abortivo le afecta gravemente y como no la pueden atender la envían al hospital de Río Negro (Argentina). La atiende el Dr. Rodríguez Lastra. No tiene historial, pero lo primero es estabilizarla y le salva la vida. Luego pacta con ella adelantar el parto al mes 7º en el que el bebé es viable y darlo en adopción. Tanto la joven madre como el equipo social, médico y psicológico del hospital están de acuerdo.
En vez de alabar la acción, una diputada abortista le denuncia por incumplimiento de deber de funcionario público y gana.
El New York Times, diario presuntamente serio, publicó un artículo con el siguiente título: “El embarazo mata. El aborto salva vidas”. Con lo cual, se apoya la inversión de los valores y la confusión. La paz es la guerra, el amor es el odio, la libertad es la esclavitud. Por lo tanto: quemar, desmembrar o succionar el cerebro de un niño en el vientre de su madre ‘salva vidas’.
En contraste con estos hechos, quienes siguen la ley inmutable y veraz, coinciden en sus enfoques a lo largo del tiempo. Así sucede con Juan Pablo II y Francisco.
En un discurso de san Juan Pablo II, en 2004, para el Congreso de la Academia Pontificia para la Vida y la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas señaló:
“Los médicos y trabajadores de la salud, la sociedad y la Iglesia tienen deberes morales para con estas personas de los que no pueden escapar sin fallar en los requisitos de la ética profesional y la solidaridad humana y cristiana.
El paciente en estado vegetativo, mientras espera una recuperación o su final natural, tiene derecho a asistencia médica básica (nutrición, hidratación, higiene, calentamiento, etcétera.) y a la prevención de complicaciones relacionadas con la reposo en cama. También tiene derecho a una intervención de rehabilitación precisa y a controlar los signos clínicos de una posible recuperación”.
Francisco, sobre los cuidados paliativos a Vicent Lambert, tetrapléjico de 42 años, escribió en su cuenta en Twitter, el 20 de mayo de 2019: “Roguemos por cuantos viven en estado de grave enfermedad. Custodiemos siempre la vida, don de Dios, desde el inicio hasta su fin natural. No cedamos a la cultura del descarte”.
Te puede interesar: La persona encapsulada
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com