¿Cuarta transformación?

El primero de marzo iniciaron oficialmente las campañas de los candidatos a la presidencia de México. Vivir sin miedo desde Fresnillo, Zacatecas, Humanismo Mexicano desde el Zócalo de Ciudad de México y desde Lagos de Moreno la Productividad del campo.

Vivir sin miedo y la productividad del campo son propuestas concretas, son metas muy necesarias y todos las entendemos, en la primera se plantea la lucha contra los delincuentes, en la segunda el apoyo para lograr alto rendimiento en el trabajo de quienes cultivan el campo. Lo del Humanismo mexicano es ideológico.

En este contexto es necesario revisar el pasado próximo. Se trata de ver el lema “la cuarta transformación” del gobierno actual cuyo tiempo está expirando. Aunque bien sabemos quiere eternizarse en el poder ahora con la propuesta de Humanismo mexicano.

Aunque los trabajos de este sexenio se celebran con bombos y platillos, todos sabemos que corresponden a obras mal hechas e incompletas, los edificios son meras fachadas, los transportes con rutas sin terminar, pero acompañadas todas de muchísima destrucción, proyectos inviables que no se sostienen ni aportan. Muchas construcciones ya tienen fallas. Nos heredan problemas.

Lo único que sí es un logro innegable de tan prometida cuarta transformación es la polarización en dos bandos, es innegable: los “buenos de morena” y el bloque opositor: conservador, y todos los calificativos peyorativos que quieran añadir. Y la meta con la que quieren coronarse es el Humanismo Mexicano en donde los dos grupos antagónicos, que han fomentado -tesis y antítesis- terminarán unidos, alcanzarán la síntesis.

Por ahora, para ellos ser el país más violento en este sexenio es un éxito, esos son los otros datos prometidos por el marxismo que los demás no entendemos. Esa es la idea del gobierno actual, por supuesto ni nos entienden ni los entendemos. Pero ellos están muy ufanos, el triunfo son los feminicidios, los jóvenes desaparecidos, los muertos por carencia de medicamentos. Esa lógica es su éxito.

Esto quiere decir que estamos en el segundo momento del más recalcitrante marxismo, falta el tercero, la síntesis, esto es el fin de la lucha porque se constituirá un único grupo. Entonces habrá paz, igualdad, bajo un único régimen. Por eso Morena desea llegar hasta e final. Un único grupo, a eso llaman Humanismo Mexicano.

Que de humanismo y de mexicano solo tiene el nombre. Para demostrarlo es necesario recordar los postulados del marxismo. El marxismo es una aplicación del pensamiento de Hegel a los cambios de la sociedad. Explican los cambios históricos desde la óptica económica. Es un enfoque materialista que excluye la dimensión espiritual. En concreto allí Dios no cabe.

Este materialismo ve al ser humano como alguien que trabaja colectivamente y así adquiere su conciencia. Desde ese planteamiento la persona no cuenta con una inclinación al bien y a los valores morales, sino que la conciencia es una superestructura, y además solamente es conciencia social. Pero esa conciencia no es personal sino colectiva.

Este es el motivo por el que dan tanta importancia al adoctrinamiento, a la repetición de ideas que entran y se afianzan a base de repetición. Además, si se empobrece la educación, los destinatarios de los mensajes no son capaces de analizarlos, simplemente los adoptan. Son seguidores fáciles, no oponen resistencia pues atrofian su capacidad de enjuiciar.

El marxismo pone las fuerzas en el ser humano y promete el paraíso en la tierra, cuando todos sean iguales. Sin embargo, no explican cómo puede alcanzarse la igualdad y la paz después de las luchas entre dos bandos. Todo esto es contrario a las enseñanzas del cristianismo: ser pacíficos, amar al prójimo y ayudarlo, acudir a la ayuda de Dios que vino a salvarnos.

La Virgen en Fátima les dijo a tres pastorcitos que rezaran el rosario para impedir la propagación de los errores del comunismo que consiste en el marxismo aplicado a la sociedad. Ser marxistas es ofender a la Virgen que se apareció en la Villa de Guadalupe y que tanta ayuda nos concede.

Este deseo de imponer el marxismo en un pueblo tan creativo, con tanta facilidad para las expresiones artísticas y tan querido de la Virgen, es totalmente inaceptable. También es un modo de romper con el acervo histórico y cultural forjado a través de los siglos pasados.

México tiene una historia marcada por su profunda religiosidad. Desde la época prehispánica buscaban la ayuda de la divinidad, la ayuda de lo alto y deificaron al sol y a la luna. En Teotihuacán tenemos ese vestigio. La aparición de Nuestra Señora de Guadalupe fue contundente porque vieron en Ella a alguien con más realeza que el sol al cual oculta y con superior realeza sobre la luna pues está bajo sus pies.

La reverencia a Nuestra Señora logró la recepción de gran cantidad de bautismos, las conversiones al cristianismo fueron multitudinarias. La labor de catequesis se multiplicó. El culto a la Señora del Tepeyac salió de nuestras fronteras de modo que ostenta el título de Emperatriz de América.

No podemos ni debemos traicionar a Nuestra Señora aceptando el comunismo, eso es aceptar la propuesta social de la teoría marxista. De modo que tal sistema resulta inaceptable en la cultura mexicana. El Humanismo mexicano que plantea Morena es traicionarnos.

Con lo cual hemos de ser muy prudentes al aceptar cualquier transformación. No toda transformación es buena. La palabra transformación anuncia un cambio, pero hay cambios para mejorar y cambios para retroceder. Por los efectos se reconocen.

Los resultados son evidentes: más inseguridad, más extorsiones, más impunidad, más homicidios, menos educación, menos salud, menos impartición de justicia. Estamos en un momento suicida y no podemos perder la riqueza característica de nuestro modo de ser, que además resulta también una pérdida para otros pueblos.

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